Lionel Scaloni tiene apenas tres meses para intentar corregir el rumbo de un barco que parece estar empecinado en navegar en aguas turbulentas. La Selección argentina ganó, pero dejó otra preocupante imagen en el que sería el último amistoso antes de la Copa América que se jugará en Brasil entre el 14 de junio y el 7 de julio. El único gol fue de Ángel Correa a los 83 minutos.
Fue un encuentro chato y pobre, con muy pocas situaciones de gol. El duro clima de Tánger hizo su parte: las fuertes ráfagas de viento, cercanas a los 60 kilómetros por hora, dificultaron el trámite del amistoso. Aun así, los dirigidos por Scaloni se empecinaron más en luchar y pegar que en intentar jugar un buen fútbol.
Lionel Messi vio el partido en Barcelona, es por eso que la arquitectura del 11 titular cambió con respecto a la caída ante Venezuela. El técnico plasmó un 4-4-2 con Esteban Andrada; Gonzalo Montiel, Germán Pezzella, Walter Kanemann, Marcos Acuña; Roberto, Pereyra, Guido Rodríguez, Leandro Paredes, Rodrigo De Paul; Paulo Dybala y Lautaro Martínez.
La situación más clara que tuvo la Selección en 90 minutos fue esa corajeada de Correa que terminó en gol. Los del medio, Paredes y Rodríguez, no supieron darle fútbol y circulación al equipo; los de las bandas, De Paul y Pereyra, no se sintieron protagonistas ni tampoco generaron peligro. Dybala sigue en deuda con la Celeste y Blanca.
El triunfo es apenas una bocanada de aire fresco para un debilitado Scaloni, que quedó muy expuesto tras el 1-3 ante la Vinotinto. De acá a la Copa América con suerte se jugará uno o dos amistosos más, por lo que el tiempo de probar y experimentar va llegando a su fin: en tres meses la Selección volverá a un torneo internacional con más dudas que certezas.