Estuvieron más de dos años presos y tras el juicio regresaron a sus casas porque no se probó que la droga que transportaban era destinada al comercio
Los descubrieron viajando por la ruta nacional 14 con cuatro kilos de marihuana en el auto, pero no hubo otras pruebas que corroboraran que el destino de la misma era el narcotráfico. Además, afirmaron que eran consumidores y que la habían conseguido a un precio inmejorable en la plaza de San Miguel, una pequeña localidad de Misiones. Estuvieron más de dos años presos y tras el juicio quedaron libres, ya que el Tribunal Oral Federal de Paraná los condenó por Tenencia simple de estupefacientes. Podría interpretarse como un fallo que habilita el transporte de una cantidad importante de droga si se demuestra el consumo personal, pero a su vez considera que en este caso la versión de los acusados fue más creíble que la de la Fiscalía.
El 9 de diciembre de 2016, J.J.O., E.E.G. y J.C.B. (hoy de 33, 29 y 20 años), viajaban en un VW Gol por la autovía nacional 14 desde Misiones con destino a La Plata. En Concordia los detuvo Gendarmería Nacional para un control y los uniformados descubrieron que llevaban ocho paquetes rectangulares con marihuana: dos debajo de los asientos delanteros; cinco en el compartimento de la batería y otro lo tenía adosado a su cuerpo uno de los ocupantes del vehículo.
Uno de ellos dijo que, estando en una plaza de la localidad de San Miguel, compraron a un sujeto la marihuana, que entre los tres reunieron 3.000 pesos, que recibieron la mercadería en una bolsa, que se asombraron luego por la cantidad –»porque esos precios no son los que se manejan en Buenos Aires»–, que les pareció «un montón» y no sabían cómo llevarlo y, finalmente, que los ocultaron en distintos lugares del vehículo.
Otro intentó desligarse y culpar a sus amigos, mientras que el tercero lo avaló al afirmar que su compañero no tenía nada que ver.
En el juicio, el fiscal general José Ignacio Candioti pidió que los tres sean condenados por transporte de estupefacientes, al valorar la cantidad de droga hallada, el aprovisionamiento en el norte del país para su distribución en Buenos Aires, tal como se deduce de mensajes de texto hallados en un celular. Los defensores plantearon que los acusados habían comprado la droga para consumir.
Para la jueza Noemí Berros «es incontrovertible que el señorío, el ejercicio del poder de hecho y de disponibilidad real sobre la sustancia estupefaciente estaba en manos y era compartida por los tres imputados».
Pero el hecho de que los tres imputados hayan transportado la droga, para el Tribunal unipersonal, no es suficiente para acreditar que esa conducta sea «un engranaje más del tráfico ilícito de estupefacientes».
La magistrada explicó que «el delito de transporte es una figura de tráfico y, como tal, es una fase o eslabón imbricado en la cadena de tráfico ilícito que le precede (producción, aprovisionamiento) y aquélla que le sucede (incorporación al mercado de distribución y consumo), todas las cuales se enlazan y tienen por destino la propagación, difusión y, en definitiva, el comercio de tóxicos prohibidos».
«Esta es la razón –continuó– por la que en cada caso concreto debe inexorablemente verificarse si se han probado esas circunstancias relativas al comúnmente denominado dolo de tráfico, concepto este que supone un plus respecto del mero conocimiento y voluntad de transportar droga, que está representado por la conciencia de contribuir a un programa de propagación del estupefaciente y la voluntad de incardinar la conducta en una de las etapas de esa trama del narcotráfico».
En este sentido, Berros aseguró que en el caso por el cual acusaron a los tres hombres, «no se ha probado en el comportamiento que tuvieron en la ocasión, que hayan asumido ese rol de transportistas, de eslabón en la cadena de narcotráfico, al menos, con el grado de certeza procesal que es menester en este estadio conclusivo del proceso».
En este sentido, la jueza consideró que «el cuadro probatorio reunido es insuficiente» para demostrar lo propuesto por la Fiscalía, «que pretendió inferir de los indicadores que mencionó (cantidad de droga, su acondicionamiento en panes o ladrillos y los mensajes de texto de uno de los celulares secuestrados que atribuyó a Billasboa) que se ha probado el denominado dolo de tráfico».
«La cantidad de marihuana no es por cierto escasa, pero tampoco se trata de un cargamento de significativa envergadura que permita inferir sin más algún destino de tráfico ilícito (…) El fraccionamiento y acondicionamiento tampoco es aquí de utilidad dirimente –pues– quien tiene envoltorios en ‘panes’ o ‘ladrillos’ puede ser tanto un consumidor, un almacenador, un traficante o un transportista (…) De los mensajes intercambiados con un contacto agendado como ‘Jorgp’ su contenido no aparece como nítida y unívocamente revelador de alguna tarea vinculada a la comercialización de estupefacientes», sostuvo el fallo.
Los siete puntos de una «contra hipótesis»
La jueza valoró una «contra-hipótesis alternativa a la acusatoria y con aptitud para explicar el suceso enjuiciado», que a continuación se sintetiza:
1) Está probado que los tres imputados son consumidores abusivos de estupefacientes de larga data, incluso adictos,
2) J.J.O. expresó que consume de 25 a 30 ‘porros’ por día y se reconoció adicto, tanto a la marihuana como a la cocaína. Por su parte E.E.G. declaró que consume 25 cigarrillos armados diarios. Esto es, casi un porro por hora (sin dormir).
3) Este panorama de consumo de drogas y otros elementos probatorios nos revela un perfil de personalidad de los encartados y nos suministra un relato diverso al acusatorio y dotado de mayor aptitud explicativa del suceso.
4) Los tres residen en La Plata, dos de ellos son oriundos de la localidad de Eldorado, provincia de Misiones. Ello explica el viaje que emprendieron en un fin de semana largo (el feriado nacional del jueves 8 de diciembre, aunque hayan emprendido el regreso el día viernes 9.
Es irrelevante que hayan viajado a Misiones con la finalidad de tomarse unas minivacaciones o que hayan elegido ese destino –no ajeno a las historias de vida– con el propósito de adquirir marihuana. Porque en Misiones la marihuana es muchísimo más barata que en los centros de consumo.
5) La cantidad de marihuana que llevaban entre los tres importa un promedio de 1,34 kilogramos cada uno. Y, aunque no se trata de una cantidad escasa, ella tampoco es importante o significativa. Siendo que los imputados se dirigían de regreso a la ciudad en la que residen, se presenta como verosímil que se aprovisionaran en Misiones de menos de un kilo y medio cada uno a bajo precio con el propósito de abastecer su propio y abundante consumo y/o compartirlo con amigos.
6) No hay indicadores que acrediten la figura de tráfico: no hay tareas investigativas ni de inteligencia, no hay escuchas telefónicas, y se secuestró en poder de los encartados solo 678 pesos.
7) Finalmente, los informes de vida y costumbres agregados a la causa dan cuenta que se trata de jóvenes trabajadores, que gozan de buen concepto entre sus vecinos.
No está de más recordar aquí que ninguno de los imputados tiene antecedentes penales de ningún tipo.