Memoria Frágil y el inexplicable asesinato de Julio Bereciartu
Memoria sobre el crimen impune de Julio Bereciartu.
Julio Bereciartu se levantó temprano en su casa de Gualeguaychú ese 10 de octubre de 2012. Saludó a su mujer que se iba a trabajar, besó a sus nenas y les dijo que tenía que hacer un viaje relámpago a Rosario por cuestiones de negocios. No le dio demasiados detalles de la magnitud de la operación inmobiliaria que iban a realizar a 264 kilómetros de distancia. El joven Juan Pablo Baggio lo pasó a buscar por su casa en una Toyota Hillux y emprendieron el viaje. Fueron directamente hasta la financiera Rosental SA, donde hicieron una operación no reportada y decidieron volver de inmediato.
Eran no más de las 14 cuando en el semáforo de Santa Fe y Caferata, cerca de la Terminal de Ómnibus de Rosario, ambos fueron abordados por dos motociclistas. Bereciartu era quien conducía la camioneta. Uno de los homicidas bajó de la moto, se asomó a la ventanilla y amenazó a un conductor con primer disparo hacia el techo, exigiendo el portafolio que estaba en el asiento de atrás, donde había una cifra millonaria y en dólares. Hubo un forcejeo, el agresor sacó una campera del vehículo y se oyó el segundo tiro antes de la huida, nunca pudieron llevarse el maletín, pero la bala impactó en el corazón de Bereciartu.
“Yo me enteré porque estábamos haciendo una guardia náutica, la que está acá en el tiro federal, que lleva el nombre de él. Estaba con María Marta Chichizola en la oficina de ella, eran las 2 o 3 de la tarde, no recuerdo bien. Me llamaron por teléfono para decirme que a Julio le habían pegado un tiro, que estaba herido y me paré y dije que no estaba ni herido ni lo atacaron, que para mí estaba muerto. Ella me dijo que no piense eso y automáticamente agarré el auto y me fui a casa para viajar urgente a rosario. En eso venía “Pino” Baggio para el lado de mi casa y me preguntó si quería ir con él. Mientras iba a Rosario en el auto, nos íbamos preguntando por teléfono a ver en qué situación estaba. No nos querían decir. Llamé a un cuñado en Buenos Aires que es Roberto López Paz, médico. Le dije que como médico averigüe en qué situación estaba allá en Rosario Julio. Me llamó a los 10 minutos y le dijeron que había fallecido en el acto”, recordó Celso Bereciartu, hermano de Julio. “Nos llevó un tiempo bastante largo ir a Rosario casi todos los miércoles y nunca pudimos conseguir a los culpables y el por qué, la causa de muerte de él”, lamentó.
“Ese día, me levanté, me bañé, me iba a trabajar. Él también se levantó y me dijo que se iba a Rosario. Me pidió plata porque nunca se manejan con plata cuando viajan los Baggio. Me fui a trabajar y él se quedó esperando que lo vinieran a buscar. Yo pensando en Rosario por otra cosa. Después llamó al mediodía la señora que estaba en su momento y me dijo recién se fue Julio. Entonces ahí supe a qué hora salió y todo. Después de llevar las nenas a la escuela volví a casa. Sonó el teléfono. No iba a atender. Pero me levanté y atendí. Y era la esposa de Pino que me decía que había pasado un accidente. Yo no entendía. Julio estaba operado de la cervical hacía un año y lo único que le preguntaba era si se había desnucado, si habían tenido un accidente automovilístico. No entendía. Me dice no, no en la ruta, no sabían qué decirme. O sea, en la ruta, pasaron una moto y le dispararon. Y después me dijo te paso con Pino”, contó Rosana Irungaray, esposa de Julio Bereciartu.
Por su parte, Virginia Veronessi, ex esposa de Bereciartu recordó: “Nos dijeron que les habían intentado robar, esa era la versión que se tenía, dos personas en moto y que le pegaron un tiro a Julio. Después, cuando llegamos a Rosario que fuimos directamente a la clínica donde lo habían llevado a Julio. Con los primeros que estamos es con Juan Pablo Baggio que se abraza a mí y me cuenta un poco esa primer versión original de él, que los habían intentado robar, que le debo la vida a Julio, que Julio me salvó la vida. Eso me cuenta Juan Pablo cuando nos encontramos a la noche. Me decía que cómo hacía de ahora en adelante para mirar a Joaquín y Mona, porque hemos sido conocidos de toda la vida”.
Versiones
Irungaray señaló las versiones que hubo alrededor de la causa. “Cada vez que le preguntaban siempre era una cosa. Llegó a decir hasta que habían pasado por Victoria, que se cruzaron a Rosario a comer y después se volvían. Julio jamás hubiera cruzado a Rosario, si hubieran ido a Victoria, Julio jamás hubiera cruzado a Rosario a comer. Él comía en las estaciones de servicio, menos cruzar a Rosario. Podría haber ido a Victoria a un restaurante pero no a Rosario. Después dijo que habían ido a un shopping, porque él necesitaba botines para ir a jugar al fútbol ese día, Juan Pablo dijo eso. Te puedo asegurar que Julio odiaba la multitud entonces no es imposible. Julio a su vez tenía una reunión de la comisión directiva ese miércoles, y nunca hubiera dejado de venir para estar en la comisión”.
Veronessi recordó que la noche antes, Julio Bereciartu pasó por su casa y le contó sobre el viaje. Le contó de la financiera. “Recuerdo que cuando nos abrazamos con Juan Pablo me dijo que no les robaron nada. Nos juntamos con Pino en mi casa y le pedimos humanamente que le comentara a los chicos la realidad de lo sucedido en los últimos momentos. Pino nunca nos contestó y reconoció que fueron a hacer una operación inmobiliaria que no tenía nada de malo, vaya a saber por qué se ocultó. Julio estaba trabajando para Pino Baggio directamente. Negaron la relación laboral con él”, acotó.
Carnaval, deportes y trabajo
Bereciartu era un reconocido dirigente del club Tiro Federal de Gualeguaychú y un activo impulsor de la comparsa Ara Yeví y del denominado Carnaval del País. Destinaba muchas horas a esas dos pasiones. A la vez, trabajaba con la familia Baggio desde hacía mucho tiempo.
“Era un tipo muy querido. Tenía ahijados que ni sabía. Era sano y buena persona”, describió su hermano y narró la pasión deportiva de la familia. “Llevamos en la sangre la pelota paleta”.
Irungaray relató que Julio Bereciartu se había ganado la confianza de la familia Baggio. Pero en el último tiempo estaba trabajando sólo para Pino Baggio. “Estuvo mes y medio trabajando para él antes que lo mataran”, marcó. “Después de eso, el primer tiempo Juan Pablo se acercó y estuvo con nosotras. Al tiempo no apareció más. Pino nunca preguntó nada”.
“Con papá tengo los mejores recuerdos. Me acuerdo de venir al club y verlo jugar a la paleta y nos quedábamos en la cantina con él. Una persona que era muy querida y en el momento que pasó lo de él, te das cuenta de toda la gente que lo quería. Siempre fue una persona muy celosa y cuidadosa. Hoy siendo madre me doy cuenta que tengo mucho de él en todo lo que son los miedos y los cuidados. Tanto que me quejaba cuando era chica, estoy repitiendo sus mismas cosas”, contó su hija Mariana.
Marchas y reclamo
La muerte de Julio Bereciartu fue una de las tantas que ocurrían a diario en la violenta ciudad de Rosario. A pocos le importó su homicidio a manos de un motochorro y la causa cayó en el enorme agujero judicial. Pero en Gualegauychú la historia fue muy diferente. Su muerte fue un sacudón para la opinión pública y convocó a una de las marchas más multitudinarias y emocionantes que se haya realizado hasta los tribunales.
La esposa Irungaray contó que hay dos causas judiciales. Una penal y una civil. “Se llegó a esto por las contradicciones.
“En nuestra mentalidad quisimos hacer justicia. Había corrupción y maldad atrás y era imposible luchar contra eso. El juez Beltramone siempre se portó muy bien con nosotros. Llegamos bastante lejos. Comprobaron que estuvieron en una financiera y no en un shopping. Viajábamos. Íbamos al juzgado, volvíamos decepcionados. Lo que esperábamos no terminaba pasando. Llegó a estar procesado Juan Pablo. Hasta que un 23 de junio terminó que se había cerrado la causa y todos ellos limpios de cargos y demás”, acotó la hija Mariana.
La Justicia rosarina planteó serias dudas en la causa. El juez Beltramone en 2013, procesó por encubrimiento agravado a Juan Pablo Baggio, hijo del empresario Pino Baggio, para quien trabajaba Julio Bereciartu. Beltramone señaló en su decisión judicial que el joven Baggio había mentido y consideró que su coartada era inconsistente e insostenible, carente de lógica y credibilidad. El juez entendió que Bereciartu llegó con el joven a la financiera e hicieron una operación no reportada por la firma. También sospechó que Rufino Baggio, padre de Juan Pablo desvió la investigación a través de comunicaciones telefónicas, ocultando datos esenciales. Por eso fue llamado a indagatoria. El abogado defensor pidió que Beltramone fuera apartado de la causa. La Cámara hizo lugar a la solicitud. La causa cayó en otro juzgado, el 10, a cargo de Irma Bilotta, donde revocaron los procesamientos dictados por Beltramone. Hasta la actualidad es muy poco lo que se pudo saber en torno a la causa.
Emanuel Dezorzi, abogado de Julio Bereciartu que negoció la salida de RPB. “Esperaba empezar a trabajar con Pino. Viajaba a Rosario y las islas. El homicidio fue trágico y traumático. La causa penal tuvo inicio movido pero nunca hubo sospechosos del homicidio. Una de las alternativas que manejaba el juez es que el robo se cometió por alguien que conocía el movimiento de dinero. Se hizo un allanamiento en la financiera. La causa después derivó en una segunda causa por encubrimiento agravado, donde se imputó a Juan Pablo Baggio. Después el procesamiento quedó en la nada. La nueva jueza hizo poco y nada”. El abogado agregó que la causa laboral tampoco ha tenido respuestas.
“Nosotros sabemos la verdad, pero no podemos comprobarla y hacer justicia por la muerte de papa. Fueron a una financiera, la muerte de papá estaba marcada, alguien los vendió o fue venganza. La ligó papá y no era para él esto. El reclamo nuestro es uno en un millón”, señaló su hija. “No tenemos ni idea quiénes lo mataron. Estamos tranquilos que hicimos todo lo que pudimos. Llegamos lejos, recuerdo cada imputación y procesamiento. Después quedó en la nada”.
“No sabemos el por qué. Algunos dicen para robarle, otros ajustes de cuentas. Dios quiera que algún día se llegue a saber el porqué. En el medio quedaron dudas. Ojalá antes de morir pudiera saber el origen de este asesinato”, lamentó Celso, el hermano de Julio Bereciartu. “Siempre pensamos por qué nos tocó esto. Por qué no se llegó a un final que nos permita dar vuelta la hoja y seguir adelante”.
“Las heridas se llevan en el corazón. Cuando mis hijas preguntan por su papá, les digo que lo tienen en el corazón, que sólo tienen que cerrar los ojos y buscarlo ahí”, acotó Irungaray.
Ya no hay más marchas y pocas esperanzas en la continuidad de una investigación que fue perdiendo fuerza año a año. El crimen de Bereciartu está impune con demasiadas dudas, con mucho dolor y recuerdos esporádicos en las charlas de café sobre aquel hombre inquieto, hacedor y carnavalero de alma y corazón.