Necesidad interna y exigencia externa: Javier Milei se expande en la arena política y pinta un nuevo mapa
Ocurre también, máxime cuando en otras oportunidades los negociadores llevaban una propuesta en privado y horas después se desdecían en público, los opositores amigables sólo se fían de la palabra de Milei. Así, entre las necesidades internas y las exigencias externas, el Presidente abre el abanico de funciones y suma al monitoreo macroeconómico y las vanidades en el exterior el capítulo de la rosca. Y mal no le fue.
Un mapa pintado a mano
La victoria central del Gobierno fue haber sostenido el Veto Impopular a la reforma jubilatoria con holgura. A los radicales zigzagueantes se sumaron los diputados que responden a los gobernadores de Misiones, Río Negro y Salta, quienes se abstuvieron. La principal derrota fue la aprobación en el Senado de la ley de financiamiento educativo, que llevará a Milei a gatillar el Veto Impopular II, con consecuencias quizás impredecibles. Vale recordar que tras la marcha universitaria masiva de abril el Presidente bajó dos cambios en vez de subir uno, tal vez la única vez que tuvo esa conducta en el abundante stock de confrontaciones cotidianas que lleva acumulado desde que asumió.
La derogación del DNU que otorgaba fondos reservados a la SIDE es cotillón y material de archivo para la historia, por tratarse de un hecho inédito desde la reforma de la Constitución de 1994. La aprobación de la Boleta Única Papel era una demanda no solo de LLA, sino de otros espacios, y en rigor corta con gastos electorales y clientelismo político, una promesa de campaña que sí se cumplirá. Tampoco las zonceras: el sistema favorece a fuerzas nuevas como la de los libertarios, y a las caras conocidas (incluso celebrities) que compiten contra ignotos en la misma papeleta.
Como sea, Milei volvió a trastocar el mapa político. Dejó herida a la UCR, que analiza qué hacer con los diputados que se negaron a alzar la mano con el resto del bloque para un proyecto redactado por los propios radicales. La crisis de identidad se profundiza, y ya hay boinas blancas tanteando candidaturas para LLA en 2025, ya que si algo no tienen los libertarios son dirigentes en todos los territorios.
El peronismo, en tanto, sigue en la misma encrucijada, ya que a pesar de ser mayoría en ambas cámaras las votaciones las ganan los federales y los radicales que acompañan. Pero aun así ostenta una fortaleza: se mantiene con pocas fugas y se definió con claridad como el partido opositor. La necesidad de generar consensos tuvo la semana pasada una buena señal, cuando los gobernadores lograron reeditar la liga más amplia, de tiempos pre Milei, para mantener el control del CFI -organismo clave para las provincias- y bloquear los intentos de los mandatarios de JxC por imponer su nueva musculatura.
Cristina Kirchner reapareció para polarizar con Milei, pero también para marcar la cancha hacia adentro, máxime cuando Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, parecía avanzar hasta este momento sin obstáculos a la presidencia del partido. ¿Pondrá el kirchnerismo un retador en las elecciones del PJ nacional de noviembre? Es una de las incógnitas. Lo paradójico en el caso de Cristina es que ella misma ofrezca la carta de la renovación, de “las nuevas canciones” que quería escribir Axel Kicillof. La falta de liderazgos claros también atañe al peronismo.
Así, cuando esta noche Milei llegue al Congreso encontrará el mapa que pareció dibujar con paciencia: sin el peronismo en el recinto, sin los radicales díscolos, con la presencia tácita de legisladores que responden a gobernadores (que pueden no estar a la vista pero asomarán cuando se los necesite) y con aparición en la foto de los suyos y de los aliados naturales del PRO. Parecen pocos, aunque demostraron que pueden ensanchar la espalda para mantener paridad en el parlamento.
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