El jefe del Departamento Médico Forense del Poder Judicial confirmó que los huesos que se encontraron en un pozo, en el campo donde buscan a los integrantes de la familia Gill, se corresponden con la morfología de animales.
Continuarán las excavaciones en la estancia La Candelaria.Continuarán las excavaciones en la estancia La Candelaria.
Los huesos hallados en el campo donde buscan a los integrantes de la familia Gill se corresponden con la morfología de animales, es decir, no son humanos. El dato fue confirmado luego de que fueran analizados por integrantes del Departamento Médico Forense del Poder Judicial.

La novedad fue confirmada por el juez Gustavo Acosta ante la consulta de EL DIARIO. No obstante, las tareas de excavación y búsqueda continuarán en ese lugar durante la semana próxima y luego se inspeccionará otra zona en la estancia La Candelaria, propiedad del fallecido Alfonso Goette, en la que vivía la familia desaparecida.

José Rubén Mencho Gill, de 56 años en aquel momento; su esposa, Margarita Norma Gallegos, de 26, y sus hijos, María Ofelia, de 12; Osvaldo José, de 9; Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2, están desaparecidos desde 2002. Fueron vistos por última vez el 13 de enero en el velorio de un amigo en Viale, a pocos kilómetros de Crucesitas Séptima, departamento Nogoyá.

Hasta ahora los trabajos han estado centrados en un pozo de agua, lugar que fue señalado por un testigo que declaró ante el juez y el fiscal Federico Uriburu. El primer día se produjo el hallazgo de un hueso y luego se encontraron otros diez huesos pequeños, que fueron remitidos al
Departamento Médico Forense para que sean peritados. A pesar de la expectativa que se había generado, el informe elaborado por el jefe del área, Luis Moyano, descartó que se tratara de restos humanos.

No obstante, el magistrado aseguró que las tareas continuarán en el pozo hasta llegar a “lo máximo que se pueda excavar” y agregó: “Se va a agotar la búsqueda para descartar y cerrar esa etapa”.

Lo cierto es que la de ayer fue una jornada perdida, porque la lluvia impidió a los peritos forenses continuar con la excavación y rastrillaje dentro del pozo en cuestión.

SEGUNDA ETAPA. Una vez concluidas las tareas en el pozo, las excavaciones continuarán en una zona entre pastizales y chilca, en cercanías de un arroyo, que también fue señalada por Armando Nanni, un arrendatario de Tabossi que sembraba cereales en el campo y declaró en los tribunales de Nogoyá que en una ocasión dijo haber visto a José Rubén Gill cavando unos pozos en ese sitio.

Ese sitio constituye, según el juez, “la segunda franja señalada por el testigo que dice haber visto un posible pozo en el lecho del arroyo en una época de sequía”, unos veinte días antes de la desaparición de la familia Gill.

En ese lugar el trabajo se iniciará realizando pequeñas perforaciones para extraer muestras sobre las distintas capas de tierra a fin de determinar si existen movimientos y, a partir de eso, excavar un pozo más grande si se detectan alteraciones sustanciales. El magistrado explicó que “el trabajo demandaría tres semanas, pero son estimaciones, porque en definitiva va a durar lo que tenga que durar; y en la medida en que haya dudas se va a continuar; de manera que los tiempos en esto son secundarios”.

Dieciséis años de incertidumbre

José Rubén Gill y su familia fueron vistos por última vez en el velorio de un amigo suyo el 13 de enero de 2002, en Viale, a treinta kilómetros de La Candelaria, el campo en el que vivían y donde el hombre trabajaba como peón.

En estos años nadie ha podido develar lo que ocurrió con Mencho Gill, de 56 años en ese momento, su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, ni de sus hijos María Ofelia, de 12, Osvaldo José, de 9, Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2. Quince años sin ninguna pista. No aparecen en registros oficiales ni migratorios, nunca tuvieron trabajos registrados ni los chicos nunca fueron inscriptos en ninguna escuela. Ninguno de ellos fue detenido. Jamás retomaron el contacto con sus familiares.

Luego de permanecer varios años paralizado, en 2016, el juez Acosta y el fiscal Uriburu desempolvaron el expediente y dieron algunos pasos para reactivar la búsqueda. Decidieron revisar el expediente por completo y reorientar la investigación.

Sorpresivamente, unos meses atrás, apareció un testigo, Armando Nanni, un arrendatario de Tabossi que sembraba cereales en el campo y en una ocasión dijo haber visto a José Rubén Gill cavando unos pozos en la zona y contó que no había declarado antes por miedo a Goette.

El Diario