Por qué los adultos mayores son más vulnerables al calor y cómo actuar rápido ante los primeros síntomas.La deshidratación es una de las principales causas de complicaciones durante las olas de calor. (Foto: Natacha Pisarenko/AP)

La deshidratación es una de las principales causas de complicaciones durante las olas de calor. (Foto: Natacha Pisarenko/AP)

Las olas de calor que atraviesan gran parte del país no afectan a todos por igual. Mientras muchas personas jóvenes pueden adaptarse con medidas básicas, en los adultos mayores el calor extremo puede transformarse en un riesgo silencioso, incluso sin síntomas evidentes.

“El problema no es solo la temperatura ambiente, sino cómo el organismo envejecido responde al calor”, explica el José Ricardo Jauregui (M.N. 74.384), presidente de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría. “Con los años, se altera la sensación de sed, la percepción térmica y la capacidad de regular la temperatura corporal. Eso hace que el peligro llegue antes y se note menos”.

Cuando el calor no avisa

En una persona mayor, el cuerpo puede estar deshidratándose o sobrecalentándose sin que aparezca la sensación clásica de sed o agotamiento. A esto se suman enfermedades crónicas, deterioro cognitivo y medicamentos que modifican el equilibrio hídrico.

“El golpe de calor no siempre empieza con desmayo o fiebre alta. Muchas veces comienza con confusión leve, somnolencia o cambios de conducta que se confunden con ‘cosas de la edad’”, advierte Jauregui.

Deshidratación un riesgo subestimado

La deshidratación es uno de los problemas más frecuentes durante las olas de calor, y se potencia en personas con deterioro cognitivo o demencia.

En adultos mayores, el calor puede no sentirse hasta que el cuerpo ya está en riesgo.
En adultos mayores, el calor puede no sentirse hasta que el cuerpo ya está en riesgo.

“Hay personas que simplemente se olvidan de beber, otras no reconocen la sed y algunas no pueden expresar que se sienten mal”, explica el geriatra.Por eso, esperar a que pidan agua no es suficiente.

Señales de alerta que no hay que minimizar

Durante los días de calor extremo, es fundamental estar atentos a:

  • mayor confusión o desorientación
  • cambios bruscos de humor o apatía
  • mareos o dolor de cabeza
  • boca y labios secos
  • orina oscura o muy escasa
  • cansancio excesivo
  • menor respuesta a estímulos habituales

“Cuando aparecen estos signos, el organismo ya está en estrés térmico. Actuar rápido puede evitar una internación”, remarca Jaúregui.

Prevenir es acompañar activamente

La prevención en adultos mayores no es solo dar consejos, sino generar condiciones que faciliten el cuidado.

  1. Hidratación visible y accesible: Dejar vasos, botellas o jarras de agua a la vista y al alcance. Los recipientes livianos y de colores llamativos ayudan a recordar el hábito.
  2. Ofrecer líquidos de forma regular: No esperar a que la persona los pida. Ofrecer agua, infusiones frías, caldos livianos o frutas ricas en agua varias veces al día.
  3. Alimentos que hidratan: Sandía, melón, naranja, sopa fría, gelatina o yogur ayudan a sumar líquidos sin esfuerzo.
  4. Ropa y entorno adecuados: Prendas claras, holgadas y de algodón. Ambientes ventilados, persianas bajas durante el día y circulación de aire por la noche.
  5. Evitar salidas en horas críticas: Entre las 11 y las 16, el riesgo aumenta incluso en trayectos cortos.
Qué hacer ante un golpe de calor

Si una persona mayor presenta síntomas compatibles:

  • llevarla a un lugar fresco
  • aflojar o retirar ropa
  • aplicar paños húmedos
  • elevar ligeramente las piernas
  • llamar de inmediato a un servicio de emergencias

“El golpe de calor es una urgencia médica. La rapidez con la que se actúa define el pronóstico”, subraya Jaúregui.

El rol del entorno

Familiares, cuidadores y vecinos cumplen un papel central. “No se trata de alarmar, sino de entender que el calor extremo exige más acompañamiento. Un llamado, una visita o un vaso de agua a tiempo pueden marcar la diferencia”, concluye el especialista.