Como una leona, la periodista María Laura Santillán demostró coraje y templanza en el peor momento de su vida. De a poquito, cuando tiene ganas abre su historia de a retazos y resulta profundamente inspiradora.
Hace pocos días en vísperas de la renovación del noticiero Telenoche (Canal 13) contó públicamente que ella decidió «enfrentar su cáncer de mama al aire, trabajando». A pura pantalla, entre cámaras, noticias y sets de televisión, como transcurre su vida cotidiana desde hace muchos años.
El tumor mamario que aqueja a Santillán lo descubrió en el 2014. «Yo quería seguir la vida como siempre», aseguró. Y para estar bien, decidí trabajar. Trabajé con todos los tratamientos encima. Nadie se dio cuenta de que no tenía la mitad de mi pelo, gracias a la mano del estilista Alberto Sanders», explicó Santillán aClarín.
La historia de María Laura pone sobre la mesa cómo el cáncer además de «poner en jaque» la vida de una persona, introduce -enfáticamente en el caso de las mujeres- la vulnerabilidad de la autoestima.
Más allá de la amenaza sobre la vida, los tratamientos oncológicos provocan reacciones emocionales tales como sentimientos de pérdida, disminución de la autoestima y depresión. Además de generar cambios en la apariencia de los pacientes.
Así, con toda crudeza, con su propia historia de la enfermedad a cuestas y haciendo valer otros proyectos como la Ley que contempla los implantes mamarios posmastectomía surgió la iniciativa de la diputada delPRO Silvia Majdalani.
Calendario 2015 MACMA – ACIAPO y SOSTEN. 12 mujeres reales con cáncer “Mama mía, me tocó a mí”
La letra central del proyecto de ley que propone Majdalani gira en torno a incorporar como prestación obligatoria la cobertura de un aplique capilar en aquellos pacientes que sufren la pérdida del cabello como consecuencia de tratamientos oncológicos.
El objetivo principal del proyecto de la diputada del PRO retoma aquel otro de un proyecto de Ley presentado por la senadora nacional (FPV) por la provincia de Mendoza María Cristina Perceval en el año 2005, el cual llegó a lograr media sanción, pero caducó.
La peluca como herramienta
La única herramienta para sobrellevar la pérdida del cabello en enfermos de cáncer es una peluca. A la cual mucha gente no tiene acceso. La caída del cabello es una consecuencia que aparece frecuentemente luego de los tratamientos de quimioterapia y farmacológicos.
ESTÁ COMPROBADO QUE EL ESTADO DE ÁNIMO DE LOS PACIENTES ONCOLÓGICOS CUMPLE UN ROL FUNDAMENTAL EN SU RECUPERACIÓN.
En diálogo con Infobae, la diputada nacional del bloque Unión PRO Silvia C. Majdalani, autora delproyecto de Ley apliques capilares oncológicos, explica: «Perder el cabello es un golpe muy fuerte. Es un padecimiento psicológico que se suma a la larga lista de dolencias físicas que atravesamos en el camino de la enfermedad».
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«Pensé en el proyecto de ley a partir de haber sufrido cáncer y sobre todo porque muchos enfermos no tienen la posibilidad económica de adquirir una peluca. Es mucho más que una peluca, es una manera de hacer frente a la enfermedad, de no permitirle al cáncer adueñarse de nuestra imagen», refuerza Majdalani.
La imagen importa
El diagnóstico oncológico supone un fuerte impacto emocional en las personas que reciben la noticia.
Consultada por Infobae, la licenciada Laura Bianchi, psicooncóloga – (M.N. 10.092) de la división de ginecología y mastología del Hospital Pirovano explica cómo afecta en la autoestima de los pacientes oncológicos la pérdida de cabello: «El cáncer es una patología que tiene un gran impacto emocional y sociocultural. El paciente, sea hombre, mujer o niño, no sólo padece la enfermedad sino que también pierde su identidad: no se reconoce frente al espejo y nota un cambio en la mirada de sus seres queridos».
Agrega Bianchi: «La alopecia es uno de los efectos secundarios más temidos por los pacientes con cáncer, pero no es percibido del mismo modo por hombres y mujeres. Para las mujeres la caída del pelo supone una confrontación con la naturaleza letal del cáncer; mientras que los hombres lo asocian a una consecuencia normal e inevitable del tratamiento».
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Sobre los tratamientos oncológicos que pueden provocar la caída de cabello, la doctora Diana Montoya – (MN. 88641) miembro de Sociedad Argentina de Mastología y miembro del servicio de mastología del Instituto Angel H. Roffo y del Hospital Universitario Austral – puntualiza: «El tratamiento que provoca la caída del cabello es la quimioterapia. Al atacar las células cancerosas, el tratamiento afecta a todas las células del cuerpo, incluidos los folículos capilares».
«No todas las drogas utilizadas en los esquemas de quimioterapia lo producen, pero en su gran mayoría sí lo hacen. Los médicos informamos al paciente si su quimioterapia es propensa a causar la caída del cabello. De producirlo, no es inmediato, sino que suele comenzar a las dos o tres semanas de iniciado el tratamiento».
Tiempo y esperanza
 
La doctora Montoya detalla: «La duración de los tratamientos con quimioterapia es variable y depende del esquema adecuado según el estadio de la enfermedad. Habitualmente, duran entre cuatro y siete meses. El cabello comienza a recuperarse generalmente entre 2 a 3 meses luego de haber terminado el tratamiento».
«UN APLIQUE CAPILAR AL ALCANCE DE TODO PACIENTE QUE LO NECESITE ES UN ACTO DE JUSTICIA E IGUALDAD», DICE MAJDALANI.
Agrega Montoya: «Si nos referimos al cáncer de mama, se estima que una de cada ocho mujeres tendrá la enfermedad en algún momento de su vida, y aproximadamente entre el 70 y el 80 por ciento de las pacientes pueden necesitar tratamientos con quimioterapia que provocarán la caída del cabello».
La psiconcóloga Bianchi analiza cómo repercute en la vida familiar, social y laboral la pérdida de cabello: » Una apariencia física buena y cuidada se suele traducir en un buen estado de ánimo. Atender estos cuidados desde el primer momento, tanto previo al inicio del tratamiento oncológico como durante y tras finalizar, y tener acceso a una solución estética, conlleva siempre una actitud más positiva, un menor porcentaje de efectos adversos y una posición esperanzadora frente a la cura de la enfermedad».
En primera persona
Hoy, el cáncer ha dejado de considerarse una enfermedad mortal para convertirse en un trastorno crónico, muchas veces curable. El reto de los especialistas no es sólo salvar o prolongar la vida de los pacientes, sino también repensar de qué forma se atraviesa la enfermedad. Este cambio de paradigma ha dado lugar a que las consideraciones sobre la calidad de vida ofrecida al paciente ocupen el primer lugar de los objetivos terapéuticos, y en este sentido, los factores emocionales son los más jerarquizados.
Haber transitado la enfermedad le sirvió a la diputada Majdalani para conectarse con el tema y observar las necesidades que experimentan los pacientes con cáncer y que no están siendo contempladas, sobre todo en el caso de las mujeres.
Majdalani recuerda: «Me enteré que tenía cáncer por teléfono. Lo primero que pensé cuando escuché el diagnóstico fue qué sería del futuro de mis tres hijos. Estaba sola en mi oficina, prendí un cigarrillo, lo fumé despacio mientras organizaba mis ideas y miraba la foto de mi familia que estaba arriba del escritorio. A partir de ese preciso momento, me subí al ring. Sólo deje de trabajar diez días, me hacía bien seguir con mi vida. Me parecía que era la manera de no permitirle al monstruo que se agrande».
«Junto a los médicos analizamos los distintos tratamientos y decidí no someterme a quimioterapia, por lo que nunca perdí el pelo. Sin embargo, mi cuerpo sufrió muchas modificaciones y enfrenté fuertes dolores. Aún hoy, a pesar del paso de los años, algunas persisten, p