Pidieron la prescripción de la causa por abusos contra el cura Moya
La querella considera que se trata de un artilugio dilatorio de la defensa. El cura asistió a la audiencia.
La historia parece repetirse. En una causa penal donde se investiga a un cura por abusos cometidos contra menores se volvió a reclamar la prescripción. La medida responde a una estrategia de los nuevos abogados defensores del sacerdote Marcelino Moya, en la audiencia de remisión a juicio llevada a cabo ayer en los tribunales de Villaguay. Como se sabe, Moya está imputado por dos hechos ocurridos a mediados de la década del 90 cuando ejercía como vicario en la parroquia Nuestra Señora de Lima, en la localidad de Villaguay. En uno de los casos se le imputa la promoción a la corrupción, y en el siguiente, un abuso sexual simple.
Después de un largo tiempo en el ostracismo, Moya asistió a la audiencia que estuvo presidida por el juez de Garantías y Transición, Carlos Ramón Zaburlín, en la que se conoció el planteo que busca que se extinga la acción penal. Los abogados del cura entienden que el pedido encuentra respaldo «en el Código Penal y los años que transcurrieron después de denunciados los hechos». En esos términos explicó la medida preliminar el abogado Néstor Fabián Nicolás Paulete, en declaraciones a UNO. Junto a Rubén Germanier ejercen la defensa técnica del acusado, luego de la renuncia de Gustavo Amílcar Vales. Consultado por el antecedente que representa el caso Ilarraz, el letrado negó que «existan similitudes» y se mostró confiado en que la petición tendrá una respuesta favorable.
Una madre devastada
La mamá de una de las víctimas se acercó ayer hasta el edificio de tribunales, en calle Balcarce, para expresar su repudio al cura Marcelino Moya. Apenas divisó a Moya se le puso a la par para increparlo y este como respuesta le devolvió una sonrisa. Le dijo que le había arruinado al hijo, pero mientras le reprochaba su conducta un grupo de seis personas armaron un cerco humano para proteger al cura. Lo volvió a tener cara a cara después de mucho tiempo, cuando era maestra catequista en la misma iglesia que el sacerdote construyó su carisma y sus dotes como payador. Mercedes de Huck, mamá de Pablo, descargó todo su dolor e indignación en palabras, emulando la valentía de su hijo que se animó a romper el silencio sobre los aberrantes hechos que padeció siendo menor de edad.
«Ellos presentaron un escrito en la audiencia de remisión a juicio de la causa y donde además se depuraron algunas pruebas», explicó el querellante, Florencio Montiel.
La querella reconoció que esperaban este planteo de la defensa, incluso en forma extraoficial se pudo conocer que el abogado Vales también estudiaba la misma posibilidad. «Los nuevos no miraron el expediente, pero ahora se valen de este artilugio legal. ¿Cómo van a hacer esta presentación para un delito que supuestamente no se cometió?», se preguntó Montiel.
Para el profesional se trata de un tema que habilita una amplia discusión, y que tiene como más inmediato antecedente la causa contra el cura Justo Ilarraz. En este punto Montiel, señaló que el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos equiparó los delitos contra la integridad sexual de menores con delitos de lesa humanidad y agregó que «esas víctimas fueron niños en un ámbito de desprotección, muy similar a lo sucedido en el caso Ilarraz, con la diferencia de que en ese expediente hubo más denunciantes. Aunque estimamos que con Moya hubo más víctimas».
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