Réquiem para un amigo
Nora Lafon, amiga entrañable de «El Gitano» y quien fuera su jefa de prensa, cuenta en este texto evocativo detalles desconocidos del ídolo popular, de quien el 4 de enero se cumplieron 11 años de su partida.
Lamentablemente también fue lunes ese 4 de enero.. Yo estaba en Leesburg (Virginia), porque los médicos me habían asegurado que estaba todo bien y podía viajar. Calculo que serían las cinco de la tarde -dos horas menos que en Argentina- cuando llamé para saber cómo seguía y me contestaron : “acaba de fallecer”…. y entonces el mundo se me cayó encima.
Cuando logré reponerme llamé de inmediato a mi amiga Nelly Skliar (que era la productora general del Luna Park) para pedirle el estadio. Estaba cerrado pero se comprometió a abrirlo…. Llamé nuevamente a Mendoza y entonces por razones de seguridad se había decidido velarlo en el Congreso.
Claro, no era mi amigo Roberto Sánchez, que hubiera elegido el Luna… era Sandro y las decisiones tenían que ser otras.
Comenzó entonces una carrera frenética. Al primero que llamé (mientras mi pareja intentaba conseguirme un pasaje para volver ya a Buenos Aires) fue a Daniel Scioli. Su respuesta fue contundente: ”Nora, el Congreso está cerrado, está en receso.” Me comunique entonces con Anibal Fernández me contestó lo mismo.
Mi desesperación y mi angustia aumentaban. No sé cómo logré abordar el avión, llegar a Ezeiza -adonde Daniel me había mandado un auto para llevarme a casa-. Lo cierto es que logré llegar al Congreso antes que el féretro que transportaba a Roberto y pude así ayudar con los últimos tramos de la organización.
Porque sí, el Congreso lo esperaba para su velatorio porque la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, había dado la orden de su apertura y nadie, salvo algunos pocos lo supimos.
Es más no sólo nunca lo utilizó políticamente como otros lo hubieran hecho, sino que se abstuvo de pasar por el velatorio. Fue Anibal Fernández en su carácter de jefe de Gabinete quien pidio saludar a su viuda y le acerco el móvil para que la Presidenta la saludara y le explicara las razones de su ausencia: nunca había tenido una relación personal con Sandro ni había trascendido que fuera su fan por lo tanto aparecer en ese momento hubiera sido muy mal utilizado.
Lo conoci en Canal 13 porque cuando ensayaba para Sábados circulares siempre pasaba por el estudio de Telenoche para bromear con los cámaras. Nos volvimos a encontrar en Radio Rivadavia cuando la radio le auspiciaba los recitales en el Luna Park. Y así sucesivamente hasta que un día vino a “Del Colón al tablón” el programa que conducía en Radio Excelsior, Era de 12 a 14, él llegó y se quedó, nos divertimos mucho. Estoy segura que para llegar a ese hora con certeza no se habría acostado, Nunca se lo pregunte. Y volvimos a vernos en Mar del Plata cuando hacia sus recitales en el Hermitage, y en uno de esos fui testigo de su increíble sentido de la solidarida. El show debía comenzar a las 21 y ya estábamos cerca de la medianoche y aún no había comenzado. La respuesta la conoci un rato más tarde. Eran los tiempos de la Guerra del Golfo y uno de sus músico hacía un tiempo que había decidido mudarse a Israel
Hasta que no lo localizó no se sintió tranquilo pero luego llegó la negociación casi como una orden primero y como un mandato después lo obligó a que le prometiera que no seguiría poniendo en peligro la vida de su familia. Por supuesto le ofreció hacerse cargo de todos los gastos y en Roberto Sánchez esas ofertas eran un compromiso.
Esa fue la razón del atraso del show. De eso me enteré porque estaba allí… pero luego de pequeñas frases dichas a medias me fui enterando que seguía financiando los instrumentos de los “los de Fuego”, que le había regalado su piano -el que usaban para los shows- a Clásica y Moderna.
Pero nunca me enteré por él. En sólo dos oportunidades hizo publicas sus acciones porque pretendía que lo imitaran. Una fue cuando la Asociacion Argentina de Actores tuvo su sede en peligro. El cheque con su aporte lo entregó en el escenario del Gran Rex a una delegación de actores. La otra fue cuando se comprometió a donar las regalías de un nuevo CD a la sala del Hospital Muñiz para niños afectados de Sida. El compromiso era firmar los CD pagados con antelación. Hacía mucho frio y la acción se realizó en un escenario al aire libre ubicado sobre Coronel Díaz delante del Shopping Palermo. Tenía mucha tos pero como se había comprometido lo hizo igual.
Artísticamente siempre consideré su carrera como un paralelo a la de Carlos Gardel dado que en ambos casos su gran mérito fue diseñarla y producirla aceptando todos los riesgos. A quién se le hubiera ocurrido por ejemplo generar una nueva ola de tango hacia París, inventar el videoclip en Buenos Aires y por si fuera poco ir al filmar a New York.
Roberto se le pareció mucho: inauguró la primera trasmisión vía satélite desde el Madison Square Garden y pese a que lo hablabla muy bien, se negó a cantar en inglés. Ya percibía que se acercaba la ola latina. Así fue que aun en los puestos de camioneros en cualquier lugar de la ruta siempre fue posible encontrar en Estados Unidos varios de sus CD. Y hay que recordar que las grandes grabadoras también se dieron cuenta y habían decidido que el representante que ingresara al mercado fuera Nino Bravo. Lamentablemente murió, y por supuesto vinieron en busca de Sandro, pero había que vivir en el país del Norte y Roberto Sánchez dijo no.
Antes de pasar a la balada fue sin duda uno de los padres del rock nacional y un contribuyente fundador de “La cueva” Por eso todos seguían amándolo. El hacía todo. Diseñaba su vestuario de escena, la escenografia, las luces, el sonido. Él mismo digitalizó todos sus temas. Manejaba sin problemas la computación pero jamás tuvo una dirección de mail o participó del inicio de las redes sociales. Lo tenía muy claro: “No tengo nada de eso porque nos espían”.
Decidió prescindidr de la televisión como promotora de sus shows y ya en el Gran Rex la temporada se vendía solamente utilizando “vía pública” dos o tres semanas antes. Era muy culto, muy interesado en la plástica, la literatura, todo el buen cine, y últimamente la historia y las religiones. Estaba atento a todo lo que pasaba en radio y en televisión. Era extremadamente curioso y le gustaba crear recetas de cocina sofisticadas. Tanto su camarín como su estudio y su casa siempre estaban impecables.
El velatorio en el Congreso duró hasta la mañana del 6 de enero. El respeto de su gente fue ejemplar. Nadie intentó siquiera sacar una foto. No lo hubieran logrado. Todo fue silencio y muchas veces llanto. Los amigos famosos que se acercaron acompañaron y compartieron el mismo dolor. Igual pasó con algún funcionario o políticos conocidos. Muchos eran seguidores de su carrera aunque nunca fueron invitados a los shows.
Llegó el momento de la despedida y ni nosotros sabíamos el itinerario. Finalmente habían decidido inhumarlo en un cementerio privado de Burzaco. Salimos del Congreso, los autos hicieron dos cuadras, doblaron a al izquierda y volvimos a doblar por avenida Belgrano donde había gente en las veredas.
Seguimos hasta la 9 de Julio y allí llegó la sorpresa: había una multitud. Y entonces no pude más . Nosotros cada vez que planeábamos algo insólito (como cuando organizamos la conferencia de prensa en el Instituto del Diagnóstico en el jardín detrás del vidrio), si salía muy bien nos mirábamos y nos hacíamos una señal con el pulgar para arriba. En ese momento levanté mi pulgar, miré hacia arriba y por fin pude llorar… llorar… llorar..
El camino fue increíble. A los dos lados había multitudes… la marcha se hacía tan lenta que hubo que apagar la refrigeración. En muchos lugares habían puesto propaladoras con sus temas, era conmovedor, la gente me extendía la mano y me daba las gracias. Fue realmente tremendo.
Finalmente, después de un larguísimo viaje por la lentitud de la marcha, llegamos al cementerio. Y esa fue la emoción final . El sacerdote encargado de oficiar el responso se me acercó y me dijo que si no nos oponíamos en lugar de música sacra pensaban poner “Guitarras al viento” el tema donde hablaba de su muerte. Así nos despedimos. Aún no me resigno. Aún lo sigo extrañando.