Trastornos del aprendizaje: los más diagnosticados hoy en las escuelas argentinas
Los trastornos del aprendizaje en pleno siglo XXI siguen envueltos en «debates psi» que le impiden ganar especificidad propia y reducir los márgenes de desinformación que aún sobrevuelan entre padres, escuelas y especialistas.
Y precisamente esa tríada es la que tiene que funcionar como un escudo indestructible para detectar a tiempo las dificultades en el niño. Sin detección temprana y un diagnóstico preciso los trastornos del aprendizaje se vuelven un problema para el desarrollo pleno y feliz de un niño a lo largo de su vida escolar-académica y emocional.
Entre los trastornos del aprendizaje más conocidos en la Argentina están los llamados Trastornos del déficit atencional por hiperactividad (TDAH), la Dislexia que se lleva el primer puesto en el ranking entre los niños argentinos y el ahora en alza Trastorno Tempo Cognitivo lento (TCL).
¿Cuáles son los trastornos más diagnosticados hoy en las aulas argentinas?
Patricia Acerbi, psicopedagoga del Colegio Galileo Galilei del Grupo de la UAI, precisa a Infobae: «Los trastornos del aprendizaje que más se visualizan actualmente en las escuelas argentinas tienen que ver con trastornos de déficit atencional y conducta disruptiva; trastornos de la comunicación (trastorno en el lenguaje expresivo y comprensivo, entre otros). Asimismo, aparecen problemas en la adquisición del cálculo (Discalculia), la lectura (Dislexia) y la expresión escrita (Disgrafía). Y en menor medida, pero no en cuanto a la importancia, se observan algunos casos de trastorno generalizado del desarrollo».
La mala noticia es que hoy la mayoría de los niños con trastornos del aprendizaje en la Argentina reciben un diagnóstico tardío y erróneo.
La psiquiatra infantil Mariana Ricciardi explica los detalles a Infobae: «Es cierto que niños con TDAH pueden tener asociado problemas de aprendizaje específicos como Dislexia y otros. Y también que niños con Dislexia son diagnosticados erróneamente como TDAH, por lo cual reciben un tratamiento farmacológico inadecuado y no el específico para sus dificultades, esto conlleva síntomas emocionales a largo plazo como ansiedad, baja autoestima y fracaso escolar crónico».
Para evitar que un niño con dificultades escolares y conductuales llegue a diagnósticos totalmente diferentes, los especialistas insisten en la realización de un diagnóstico diferencial que invita a tomarse un tiempo en la consulta, incluir datos del colegio, test específicos, historia del desarrollo evolutivo y la evaluación clínica del niño y su familia.
Ricciardi precisa: «Un niño disperso con limitaciones en su proceso de aprendizaje puede corresponder a diferentes diagnósticos; ansiedad, depresión, trastorno de déficit atencional, dislexia, retraso cognitivo, entre otros. Un diagnóstico adecuado conlleva un tratamiento adecuado y garantiza una buena evolución»
.La dislexia en casa
Para un disléxico pasar «al frente» en el aula y leer un texto no es un tema fácil. La dislexia es uno de los trastornos del aprendizaje de mayor incidencia entre los chicos argentinos y según un estudio de la Universidad Nacional del Litoral lo sufre un 15% de la población. Sin embargo, a pesar de la contundencia de las cifras, se sigue discutiendo si se trata de un problema psicológico.
Gustavo Abichacra, médico pediatra y presidente del Comité Científico de laAsociación Dislexia y Familia (DISFAM)define a Infobae: «La dislexia es un trastorno del lenguaje, de la comunicación de origen neurobiológico, hereditario, relacionado con una anomalía en la migración neuronal. Consiste en la aparición en forma inesperada de una imposibilidad de una lectura fluida, exacta y automatizada. El pensamiento del disléxico es como una película continua que se interrumpe cada vez que aparece una palabra abstracta, y el 50% de nuestro vocabulario está compuesto de esa forma».
Antes de conocerse el origen de la dislexia, a estos niños se los consideraba «inmaduros». Generalmente iban a tratamiento psicológico para aceptar sus limitaciones (resiliencia).
La doctora en fonoaudiología Isabel Galli de Pampliega aclara a Infobae: «Los padres, como no saben qué es lo que les sucede a sus hijos, se asustan y consultan a diferentes profesionales quienes les explican diferentes puntos de vista. Aún hoy no se entiende que la dislexia es un desorden del lenguaje que incide en el aprendizaje de la lectura y escritura a edades tempranas (a partir de los 4 años), debiendo ser enseñada a través de una estimulación sistemática y gradual. No es una discapacidad sino una dificultad específica que debe ser reconocida antes del ingreso a primer grado «.
El apoyo de la familia y en especial de los padres es un factor primordial a la hora de enfrentar los desafíos que supone ser disléxico para un niño. Generalmente la dislexia se asocia a dificultades en la escritura, errores ortográficos (disortografía) y/o dificultad en la realización de cálculos matemáticos (Discalculia).
Es frecuente que esté acompañada de otras alteraciones como las observadas en la orientación temporo-espacial, en las dificultades en el manejo de la hora, en las confusiones entre ayer y hoy, adelante-atrás, izquierda o derecha y otras.
En el 30% de los casos la Dislexia se ve acompañada de trastornos atencionales con o sin hiperactividad, lo que provoca fallas en la comprensión y en la expresión oral. Y es a partir de estas asociaciones que surgen los diagnósticos erróneos.
Agrega Abichacra: «Los disléxicos al tener un lenguaje verbal limitado, su comunicación es primordialmente a través de los afectos y el lenguaje no verbal, esto es muy importante, para poder encarar correctamente su tratamiento. No coinciden su inteligencia y esfuerzo con los resultados académicos obtenidos».
¿Qué pasa en las escuelas?
Uno de cada 10 niños tienen dificultades para aprender (en promedio 2 chicos por aula). Esto representa un gran desafío para las escuelas, que muchas veces no pueden o no colaboran en la tarea por falta de preparación académica o por desconocimiento.
Al respecto aclara la psicopedagoga Acerbi: «Resulta de vital importancia que el niño disléxico reciba, desde la manifestación de los primeros síntomas, una intervención psicopedagógica con el fin de minimizar las consecuencias y llevar al máximo nivel de competencia posible sus propios recursos lecto-escritores».
En general, el tratamiento se dirige a corregir, mediante métodos psicopedagógicos específicos, las alteraciones perceptivo-motrices, verbales y de lecto-escritura, trabajando con preferencia las más afectadas. Siendo necesaria la participación activa de los padres en el tratamiento.
Puntualiza Abichacra: «Frente a un niño con dificultades del aprendizaje y en pos de llegar a un diagnóstico, muchas veces la integración profesional tampoco ocurre. La fonoaudióloga por su lado trata únicamente la dislalia, a fin de corregir las dificultades del habla. El pediatra por el suyo suele atribuir el rechazo escolar o las faltas de atención a un tema madurativo que en algún momento va a pasar. Y los maestros suelen presionar más y más a los chicos como si el esfuerzo «per se» los llevará mágicamente a solucionar el problema, y logrando el efecto contrario. Y lo que es peor en algunos casos recomiendan a los padres tomar la misma actitud, desamparando al niño que no encuentra comprensión en ningún lado».
El Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires impulsó en 2013 la disposición Nº 59/2013 para el abordaje de las dificultades específicas del aprendizaje en todos los niveles de enseñanza, alcance y recomendaciones.
Esta disposición consta de dos anexos que amplían el concepto de «inclusión» mencionado en la Ley Nacional de Educación 26.206. En el anexo I se especifica el concepto de «inclusión con continuidad pedagógica» (continuidad del proceso de enseñanza-aprendizaje). Y en el anexo II se enuncian las adaptaciones que debe realizar el docente cuando el alumno con Dificultades Específicas del Aprendizaje, DEA, es evaluado en su rendimiento académico.
Abichacra como presidente de DISFAM explica: «También existen varios proyectos de ley presentados en el Congreso a la espera de su tratamiento. Lo verdaderamente pendiente es que las dificultades del aprendizaje se incorporen dentro de la Ley de Educación 26206, como existe hace más de 30 años en Estados Unidos e Inglaterra. Es inconcebible que nuestros países vecinos como Chile y Uruguay contemplen a la dislexia y nosotros en la Argentina sigamos discutiendo si se trata de un problema psicológico».
Diagnóstico temprano, la clave
Darse cuenta de estos trastornos a una edad temprana es de gran ayuda, tanto para el niño como para su familia. Hoy se sabe que si a partir de los 4 ó 5 años se comienza a trabajar lo que los especialistas denominan «conciencia fonológica» (capacidad de una persona de manipular cerebralmente los sonidos que intervienen en el lenguaje hablado), es mucho mejor.
Abichacra sintetiza: «La falta de diagnóstico temprano le quita al niño la posibilidad de obtener un nivel lector acorde a las necesidades académicas».
Según la mirada de los especialistas en fonoaudiología, hasta los 8 años a la falta de habilidad específica para la lectura no se la debe llamar dislexia.
La doctora en fonoaudiología Galli de Pampliega lo aclara a Infobae: «Hasta los 8 años se trata de niños en situación de riesgo de presentar dificultades específicas para aprender a leer. La razón es que el niño se encuentra aún dentro del período en el que se debe trabajar para afianzar el aprendizaje y empleo del código lecto-escrito como instrumento efectivo de comunicación».
«A partir de los 8 años lamentablemente la complejidad del contenido y la extensión de los textos superan las posibilidades de desarrollo de estas habilidades. Por eso se insiste en la detección temprana».
Galli de Pampliega aclara a Infobae: «Cuando los padres incluyen letras y números entre los juguetes de los chicos, pueden darse cuenta si a sus hijos les interesan o si rechazan actividades con esos objetos. Esta es una señal temprana, que les permite a través del juego, favorecer destrezas tales como la habilidad de formar palabras simples o de reconocer con qué letra comienza su nombre».
El TCL polémico
Actualmente, el Trastorno Tempo Cognitivo Lento (TCL) se lleva la atención y siembra polémica entre padres y especialistas. El término describe un subgrupo de pacientes dentro del TDAH predominantemente inatento (TDAH-PI).
Los síntomas de TCL no están reconocidos en la actualidad en manuales médicos con diagnósticos estandarizados, por ello aquellos que presentan síntomas significativos de TCL generalmente son diagnosticados como pacientes con TDAH predominantemente inatento (TDAH-PI).
Es fundamental realizar el diagnóstico diferencial en este grupo debido a que su desatención puede responder a muchos otros factores, socioambientales y emocionales.
En conclusión, la evaluación y arribar a un diagnóstico adecuado es uno de los factores que garantiza la buena evolución del niño.
La neuróloga Ricciardi puntualiza a Infobae: «Es un tema controvertido debido a que los pacientes que tienen un perfil de TCL muestran síntomas opuestos a aquellos con características clásicas de TDAH. En lugar de ser hiperactivos, extrovertidos e impulsivos; son pasivos, tímidos e hipoactivos. Son «soñadores de día», tienen procesamiento lento de la información, parecen tener falta de motivación y muestran mayor dificultad con las actividades académicas en comparación con los niños con TDAH hiperactivo o de tipo combinado».
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