Una familia victoriense construyó su propia casa con acompañamiento de la comunidad
La idea del senador Bagnat, de hacer viviendas con material reciclado se efectivizó esta semana. Una familia victoriense construyó su propia casa con acompañamiento de la comunidad. De esta manera demostraron que la idea del legislador es posible.
El problema habitacional en la Argentina es muy grave. Todos los estratos gubernamentales los saben, y responden con distintas medidas, de acuerdo a sus presupuestos y políticas.
Pero los últimos acontecimientos acrecientan las dificultades para acceder a un vivienda digna, y nos enfrenta a la necesidad de salir al paso con alternativas pragmáticas. Esta última semana en Victoria, en la provincia de Entre Rios, algo sucedió. Un grupo de gente se puso “manos a la obra”, y una familia cuenta ya con un techo donde descansar tranquila. Apenas un mes atrás, el temor a que un viento fuerte les volara el techo de la casa construida a base de silo bolsa, los desvelaba. Entonces una simple lluvia era un drama, y acceder a un baño un sueño. Hoy, gracias a una buena idea y la colaboración de una comunidad, la vida de una familia del primer cuartel mejoró. Construida casi en su totalidad con material reciclado, el proyecto ideado por el senador Gastón Bagnat que tuvo como germen la colocación de puntos verdes y talleres de reciclado, y poco a poco fue ampliándose hasta llegar al proyecto final de una primera casa.
El proceso
Material no comercializable de la empresa Retak, aportó bloques de segunda, fratachos, y pallets de madera, que se acondicionan en los talleres de “la casa del Quinto Cuartel”, un viejo almacén tradicional del barrio convertido en centro de actividades del senador provincial. Allí además, se crean muebles, luminarias, vasos, y hasta pequeñas obras artísticas, que aportaron su trabajo para esta familia.
El encargado del taller de electricidad, da los últimos retoques a la conexión eléctrica, y así se suma otro elemento de seguridad al que lamentablemente cientos de familias no acceden.
Un cerco define los espacios, se construye una huerta que acentúa un mensaje, y una asistente social ad honorem aporta conceptos que les ayudará a mejorar sus calidad de vida y que transmitan a sus hijos.
Se desencadena un círculo virtuoso.
La ventana la donó un vecino, como así también la puerta, acondicionada por los talleristas, y montada por amigos con conocimiento de albañilería. Son muchas las manos, y el camino recorrido no fue fácil, pero ahora no parece tanto. Fue solo un alto en el camino, pero hay muchas familias que esperan esta primera alternativa mientras surge la posibilidad de un plan oficial. La única condición es contar con el terreno propio y capacidad de soñar.
Un piso de material, un techo seguro, sanitarios dignos, para algunos es poco, para otros muchísimo. Pero ante todo es casas humiles, son una respuesta urgente, solidaria, amigable con el medio ambiente, y ahora también, posible.