Vacaciones, el momento ideal para lograr el ansiado embarazo
El que tenga cargada la agenda de cumpleaños de amigos y familiares en septiembre, octubre y noviembre que levante la mano. ¿Será producto del azar que esos sean los meses donde más nacimientos hay? Pues no. Las casualidades no existen.
«Muchas parejas buscan tener hijos durante el año, pero no lo consiguen, ya que a la ansiedad, miedos y carga emocional de esta búsqueda se suman la rutina, las obligaciones y el estrés propio de la vida diaria». Así, el médico especialista en reproducción Nicolás Neuspiller (MN 36457) explicó a Infobae las causas por las que las vacaciones de verano se convierten en un paraíso para la fertilidad y, en consecuencia, aseguró que «no es casualidad que la mayor parte de los nacimientos se den en los meses 9, 10 y 11 del año».
El aumento de embarazos en períodos de descanso no sólo se debe a que las parejas tienen relaciones sexuales con más frecuencia; «tiene que ver sobre todo con el hecho de que los futuros padres están más relajados y la tranquilidad favorece la fertilidad«, insistió el especialista.
Consultado sobre cómo el estrés influye en la posibilidad de concebir, Neuspiller destacó que «el estrés, tanto como la obesidad, el consumo de tabaco, alcohol o drogas son factores que pueden afectar la cantidad y/o calidad de espermatozoides y ovocitos y por tanto condicionar la fertilidad, ya sea natural o con tratamientos de reproducción asistida».
La dificultad para lograr el embarazo es una situación muy estresante para cualquier pareja. Sin embargo, es precisamente esta ansiedad por conseguirlo la que muchas veces retrasa el anhelado objetivo.
«Las mujeres que están buscando un embarazo deben tomarse el proceso de forma relajada –aconsejó el especialista–. Algunas formas de reducir el estrés propio de la ansiedad por quedar embarazadas son el yoga o la meditación, así como cualquier actividad física».
Neuspiller remarcó que «el estrés también afecta a la fertilidad masculina». «El cerebro del hombre produce FSH, una hormona que interviene en la maduración de los espermatozoides para que sean fértiles. El estrés puede alterar esta hormona, disminuyendo la cantidad y calidad del esperma», sintetizó.
Sin embargo, si bien los nervios y la ansiedad son enemigos de la fertilidad, hay que tener en cuenta que no son los únicos factores que la afectan ni los más importantes. Siempre se debe descartar otro problema de fertilidad subyacente. ¿Cuándo? Si pasan más de 12 meses en los que una pareja mantuvo relaciones sexuales sin protección con la intención de concebir y no se consigue el embarazo, siempre la recomendación es consultar con un especialista.
A descansar, con la valija llena de sueños
La vida cotidiana nos suele someter a altos niveles de estrés, que se generan principalmente por las exigencias en el ámbito laboral, la mala alimentación, las pocas horas de sueño y la baja actividad física por falta de tiempo. El verano es el momento de distensión donde la ansiedad desciende y logramos relajar nuestra mente y cuerpo.
Las vacaciones son un momento en el que registramos menor tensión y tenemos más tiempo para llevar adelante una vida sana. Empezar el camino para concretar el sueño de ser padres genera altos niveles de ansiedad en la pareja, ya que todas las energías están puestas en poder concebir un hijo. Esta situación produce estrés, que en altos niveles reduce las posibilidades de lograr un embarazo.
Si de una pareja sin problemas para concebir naturalmente se trata, el rol del «factor mental» es preponderante a la hora de lograr el ansiado embarazo. Tanto, que el especialista aseguró que «una pareja que buscó sin éxito un embarazo durante todo el año puede quedar en las vacaciones sin realizar ningún tratamiento».
Es que «las vacaciones son un muy buen momento para lograr concebir porque ambos se encuentran más relajados y distendidos, lo que hace que disminuya el nivel de estrés de las dos partes y que además el encuentro en la pareja no se limite únicamente a la concepción, lo que disminuye a su vez la ansiedad propia de la búsqueda del embarazo».
En ese sentido, Neuspiller fue más allá, al afirmar que «las vacaciones también son ideales para encarar un tratamiento de fertilización». «Los tratamientos de fertilización asistida comienzan luego de que una pareja se entera de su imposibilidad para concebir, un momento muy fuerte y delicado; además, sobre estos tratamientos hay mucha ansiedad y expectativa», consideró el especialista, quien detalló que «durante el tratamiento pasarán por distintas fases, con períodos de ilusión, esperanza, miedo, ansiedad, y todo esto puede provocar un estrés añadido que no aporta ningún beneficio, más bien, disminuye la probabilidad de conseguir el embarazo».
Así es que –según él– «las vacaciones son una época ideal para decidir realizar un tratamiento de fertilidad asistida porque son un momento en el que se registran menos tensiones y hay más tiempo para llevar adelante una vida sana».
Si bien no todos los casos son iguales, la tendencia demuestra que aquellas pacientes que realizan un tratamiento durante épocas de menos trabajo o vacaciones suelen obtener mejores resultados que aquellas que lo realizan con su ritmo habitual.
Finalmente, Neuspiller destacó que «si las vacaciones no funcionan, tampoco hay que alarmarse, ya que el 20% de las personas tiene problemas de fertilidad» y la mayoría de ellos pueden revertirse con el tratamiento adecuado.
Así que nada de desesperar si ante la consulta al ginecólogo por una búsqueda frustrada de embarazo la receta indica ¡vacaciones!
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