La pandemia del COVID-19 sigue causando temor y sufrimiento.El miedo que nos provoca, es una de las seis emociones primarias y básicas que existen en todos los seres humanos. Como sociedad necesitamos que nos cuiden y en concordancia, por temor al contagio, naturalmente nos volvemos más vulnerables, conformistas y respetuosos de las normas.familiapreocupada

A partir del advenimiento de la pandemia, los argentinos fuimos cediendo algunos de nuestros derechos vinculados aocupar la via pública, socializar y trabajar, en pos de la esperanza de que en unos meses, retomaríamos las riendas de nuestra vida.

En la denominada fase 1, apostamos “un pleno” desde el compromiso individual y social aceptando que “si nos portábamos bien, íbamos a estar mejor.”

A medida que el tiempo se ha prolongado y el COVID-19 se fue extendiendo, la estabilidad en diversos órdenes, se ha ido debilitando abriendo paso a un sentimiento de mayor inseguridad.

Desde el punto de vista psicológico, recibir una información en que se restringen los derechos cívicos que habímos logrado obtener a partir de un acatamiento responsable, paciencia y sacrificios, provoca lo que se denomina “estados inhibitorios apetitivos” generando cuadros que van de la “tristeza” a la ansiedad.

La promesa de cuidado en un marco amenazante como es la pandemia del COVID-19, es atractiva y necesaria. La contradicción aparece cuando en nombre del cuidado se establece el RIGOR extremando normas, que conlleva a una nueva renuncia de la libertad personal y a la  intensificación de las pérdidas  sociales, laborales y emocionales.

La imposición de una vuelta a la fase 1, podría generarun efecto adverso a nivel psicológico vinculado a la intranquilidad, porque pese al esfuerzo realizado, el resultado, no ha sido el esperado. Desde el miedo se sigue apostando al cuidado de la salud, sin embargo, comienzan a activarse  los “peros” en detrimento de la confiabilidad: “íbamos a estar mejor, no iba a prolongarse tanto, porqué no me dejan elegir como un ciudadano responsable, cuánto tiempo más hay que esperar”.

La frustración ha ganado la escena emocional. La dureza extrema, que sería algo así como “  tensar la cuerda”, no se tolera bienporque la psiquis suele confundir el rigor en un límite finito con el maltrato.Desde la salud mental una vuelta atrás no transmite tranquilidad, sino que más bien puede acarrear un grado de frustración muy importante, en donde es posible que la gente o no lo cumpla o reaccione a nivel emocional con expresiones de ira, de ansiedad o disforia, principalmente.

Sería interesante plantear en estos tiempos difíciles, la posibilidad de un cuidado responsable desde el compromiso de cada ciudadano a nivel social y personal a partir delconsenso, el diálogo y  el reconocimiento de los aprendizajes que se han venido llevado a cabo.

Marina Rovner

Especialista en trastornos de ansiedad, fobias y pánico.

Licenciada en Psicología.

www.marinarovner.com