Bullying: el Gobierno lanzó una guía para prevenir y tratar los conflictos violentos en escuelas
Por supuesto que es mejor tarde que nunca. Esa es la primera sensación pero no la última -ni la única- que deja la flamante Guía de convivencia democrática que a partir de un trabajo interdisciplinario y un criterio federal lleva la firma del Ministerio de Educación de la Nación.
La sucesión de casos de violencia escolar conocidos recientemente por la opinión pública en diferentes puntos del país aceleraron las cosas y la necesidad de construir una voz oficial-estatal al respecto y, sobre todo, de ofrecer a las instituciones educativas y a los docentes en particular estrategias concretas de cómo reaccionar y qué hacer frente a los episodios de violencia escolar.
Es auspicioso comenzar a llamar las cosas por su nombre y evitar los eufemismos. Pero a la vez, la Guía llega demorada y presionada por la inmediatez de la actualidad, los medios y una sociedad pendular, que pasa de estar anestesiada a la sobreactuación.
Ya estaba claro el mandato que dejó la Ley nacional 26.892 -promulgada por ambas cámaras pero aún no reglamentada- de «Promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en las instituciones educativas», que expresa en su texto definitivo que el Ministerio de Educación de la Nación con el acuerdo del Consejo Federal de Educación debe promover el desarrollo de acciones y herramientas para fortalecer a las instituciones educativas y a los equipos docentes.
Aquí el producto final, la Guía, que contó con la unanimidad de los titulares de las carteras educativas de las 24 provincias y la Ciudad de Buenos Aires.
El texto es accesible, plural y en clave de época. Construido a partir del aporte multidisciplinario de diversos organismos e instituciones educativas, ministerios relacionados que abarcan desde el Inadi y diversas ONG hasta los gremios que integran la mesa paritaria docente.
La Guía será recibida por las escuelas de gestión estatal y privada de todos los niveles educativos.Y a partir de hoy el manual estará publicado en el portal del Ministerio de Educación de la Nación para que puedan consultarlo los directivos y docentes.
El material se va a distribuir en las 48 mil escuelas del país y consta de dos cuadernillos y una lámina desplegable, y aunque no tiene el carácter formal de protocolo, de alguna manera cumple con ese propósito para las escuelas.
En diálogo con Infobae, el ministro de Educación de la Nación Alberto Sileoni explica: «La Guía no está pensada para hechos consumados, es anticipatoria. El texto suministra lineamientos con una filosofía, una inteligencia, y garantiza derechos. Hay que entender que la intervención temprana tiene valor, no niega el conflicto».
La Guía no está pensada para hechos consumados, es anticipatoria. El texto suministra lineamientos con una filosofía, una inteligencia y garantiza derechos. Hay que entender que la intervención temprana tiene valor, no niega el conflicto».
«La escuela naturalmente es un lugar donde se trabaja para la aceptación de las diferencias y la concordia. Pero también es cierto que la escuela es un lugar complejo donde conviven la generación de reglas y la administración de conductas. Esa concordia y equilibrio se logran con intervenciones pedagógicas. Esa es la competencia que puede generar este ministerio, remarca Sileoni.
Docentes y alumnos: relación asimétrica
La Guía federal de convivencia democrática además pone el acento sobre un tema que hasta ahora no había sido enunciado de una manera tan clara: ¿Cuál es el verdadero rol docente frente a la violencia escolar?
El ministro Sileoni puntualiza: «La intervención y prevención de la violencia escolar por parte de los docentes no es un añadido a su trabajo, es parte intrínseca de su tarea. Este es un gran aporte que hay que trabajar con los docentes».
«La relación entre docentes y jóvenes es asimétrica y debe construirse entre las diferencias y cercanías. Ese es el gran desafío a futuro entre docentes y alumnos. La intervención de un docente en un episodio de violencia escolar siempre es tranquilizadora».
El ministro Sileoni es consciente de que esta Guía federal implica advertir una limitación en el funcionamiento de las escuelas frente a la violencia escolar y reconoce que hoy el docente se siente solo.
La Guía federal no se presenta como un manual que prescribe la tarea particular de cada docente en relación con la convivencia en la escuela, sino que se propone como un texto para ser leído, discutido y analizado en forma colectiva dentro de cada escuela. Y sobre todo que oficie de disparador para vincular frente al problema lo individual, lo institucional y lo comunitario. También se elige desde la guía acompañar a la víctima y a los docentes.
No estigmatizar, la clave
En relación con la intervención institucional, ya sea en la cotidianeidad de la escuela o ante la emergencia de conflictos particulares, la guía indica que las acciones de los niños o adolescentesdeben nombrarse de modo que no estigmaticen ni rotulen la identidad de los involucrados, tal como está estipulado legalmente.
Agrega Sileoni: «La Guía propone un enfoque relacional, por eso habla de roles y no de perfiles. Siempre es más fácil estigmatizar. Los roles en la violencia escolar invitan a un análisis más profundo del problema».
Asimismo, señala que los modos de intervención deben mantener propósitos principalmente educativos y no punitivos.
El nudo de la propuesta es proponer un abordaje de las situaciones que puedan afectar a la convivencia antes, durante y después de que éstas se den. Y de acuerdo a esta secuencia sugiere:
Antes de que los hechos sucedan es importante no minimizar los pedidos de ayuda de alumnos para resolver conflictos. Intervenir con rapidez puede prevenir situaciones de agresiones físicas o verbales más graves.
Durante es necesario que cualquier persona adulta de la escuela que presencie situaciones de conflicto entre alumnos intervenga con el fin de bajar la carga emocional, intentando apaciguar cualquier episodio de agresión física o verbal.
Después involucrar al grupo, convocar a las familias de los alumnos involucrados. Siempre se debe realizar un registro escrito de la situación y comunicar las sanciones. Es importante que no se dé lugar a la sensación de impunidad en la institución.
Rol de los medios
Algo muy detallado que aborda la Guía es el tratamiento de los temas de violencia escolar en los medios de comunicación. ¿Cómo se para la institución educativa frente a un hecho de violencia escolar? ¿Cómo y qué debe comunicar?
En ese sentido remarca Sileoni: «Es ideal elegir un solo vocero por parte de la escuela en donde ocurrió el/los hecho/s. Además de proteger el derecho a la identidad de las víctimas que en su mayoría son menores. Y evitar sobre todo las multiplicidad de fuentes, para que la información sea clara y precisa. Que tampoco los involucrados hablen con los medios hasta que la justicia no avance con las investigaciones».
Contenido vital
El secretario de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, explicó: «se hará una primera tirada de 200 mil ejemplares que se llegarán físicamente a las 48 mil escuelas de la Nación alrededor de las vacaciones de invierno. Y abarca a todos los niveles, desde el inicial al superior. El texto ha sido consensuado entre diversos actores multidisciplinarios. Frente a los casos de violencia escolar los adultos deben intervenir colectivamente».
La Guía fija que en cada una de las jurisdicciones de las escuelas existen organismos, programas y proyectos que desarrollan políticas públicas en relación a estas temáticas.
El Ministerio lanzó una aplicación digital «Mapas georeferenciados» especialmente diseñado para directivos y equipos de conducción de las escuelas de todo el país.
Agrega Perczyk: «De esta manera cualquier escuela podrá tener acceso a la información de los centros educativos, de salud y sedes judiciales que sirvan alrededor de un caso de violencia escolar».
La violencia escolar está formalmente diagnosticada y visibilizada ahora en la Argentina. Faltan cifras para comprender su dimensión y evaluar políticas públicas de abordaje y prevención. Aún resultan pobres los esfuerzos del Operativo Nacional de Evaluación (ONE) y del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas, ambos dependientes de la cartera de Educación. El ONE se ocupa de las acciones de evaluación de la calidad de los aprendizajes en todas las jurisdicciones del país desde el año 1993, impulsó iniciativas e investigaciones publicadas en el 2010 sobre violencia escolar, pero que no resultan suficientes para dimensionar el tema.
Acorde a los tiempos, la Guía también detalla algunos procedimientos que pueden realizar los directivos, docentes, padres y adultos responsables para efectuar denuncias o bloqueos a personas o grupos en redes sociales y sitios web como Facebook, Twitter, Blogger, Google, Sónico, Taringa y Yahoo a fin de prevenir o resolver situaciones de violencia o discriminación que se generan o promueven en la red (ciberhostigamiento).
Armas y autocrítica
Si un estudiante muestra arma de fuego a un docente hay cuatro reglas básicas para seguir según la Guía federal: tratar todas las armas como si estuvieran siempre cargadas. Solicitarle al estudiante que apunte el arma hacia un mueble o piso de madera o una mochila con libros para sacar de la trayectoria de un posible disparo a alumnos y profesores.
Pedir al estudiante que saque el dedo del gatillo y que deje el arma sobre una superficie horizontal .
La Guía plantea discutir profundamente el rol de los alumnos y docentes como «espectadores pasivos» de la violencia. Hay que tener registro sobre los hechos de la violencia escolar, para luego analizarlos y comprenderlos. Y comprender que la responsabilidad es colectiva».
El ministro Sileoni es categórico y formula una especie de autocrítica: «Con la Guía solamente no alcanza, hace falta una militancia contra la violencia. La escuela todos los días tiene que deconstruir muchos disvalores que vienen desde las casas. Las familias también deben acompañar».
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