La artista presentará en marzo el ciclo «Las canciones que nunca volví a cantar», con un repertorio alumbrado en la década del ’60 como parte del gesto innovador que configuró el Instituto Di Tella.

Nacha Guevara presentará en marzo el ciclo «Las canciones que nunca volví a cantar», con un repertorio alumbrado en la década del ’60 como parte del gesto innovador que configuró el Instituto Di Tella, pero afirmó -sin embargo- que «detesta la actitud nostálgica» y subrayó que lo que le interesa es rescatar «el valor de libertad artística» que existía en aquella época que, aún bajo dictaduras, era más libre que en este tiempo en el que se promueve «que todo tiene que ser igual».

La artista, de 77 años, reaparecerá en el escenario de La Trastienda (Balcarce 460) los jueves 8, 15 y 22 y 29 y el viernes 9 de marzo, siempre desde las 21. También, el 10 de marzo en el Teatro Coliseo Podestá de La Plata.

A propósito del ciclo que realizará en La Trastienda, la artista conversó con Télam:

– Télam: ¿Qué la motivó a recuperar aquel repertorio?

– Nacha Guevara: El placer de hacerlo. Tenía mis dudas con la reacción del público porque el materia es raro, es un material inusual. La primera vez, cuando lo hice en el Di Tella, venía gente que quizá no sabía qué espectáculo iba a ver, que estaba circulando en el lugar. Y es un material que reclama cierta apertura. Pero mi gran sorpresa es que hoy el público reacciona mejor que entonces (ya hubo una versión del espectáculo el año pasado en el Gran Rivadavia y otra hace cuatro años en Mar del Plata). Entiende mejor el humor, el contexto. Los más jóvenes tienen idealizados los ’60, aunque les falta información. Y para los más grandes significa una reconstrucción del recorrido. Porque este espectáculo no presenta una canción detrás de otra. Hay una narración. Se cuenta la historia de la década, el contexto. Se cuenta el país.

– T. ¿Cuál es el justo valor, visto con el beneficio del tiempo, de lo que ocurrió en el Di Tella en aquellos años?

– NG. Fue un movimiento extraordinario, aquí y en el mundo. Algo espontáneo, como deben ser los verdaderos movimientos No había líder. Lo que pasó acá tuvo también la misma ebullición en otros lados: el Mayo Francés, Vietnam, los Beatles, Andy Warhol… aquí tuvimos varios vehículos para ese movimiento y uno clave fue el Di Tella. Era un lugar para experimentar, para cometer errores. No para buscar el resultado ni el éxito. Eso no se recupera más.

– T. ¿No hay ámbitos que preserven algo de aquel espíritu?

– NG. Claro que no. Y el establishment no te lo permite. Hoy en la música el resultado tiene que ser inmediato. Eso es un seguro hacia la mediocridad. Cuando no hay posibilidad de experimento, de creatividad, el resultado es la mediocridad.