El ataque a balazos que mató a Garcilazo fue por encargo
Los dos rosarinos detenidos el lunes tras un atentado a balazos que se cobró la vida de un hombre y dejó malherido a otro en el barrio Bella Vista de Puerto San Martín fueron imputados ayer por los delitos de homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas por el uso de arma de fuego y por el mismo delito en grado de tentativa, ambos por encargo, además de autores de portación ilegal de arma de guerra, lo que podría acarrearle una condena de prisión perpetua.
La madrugada de ese día Juan Erminio Garcilazo murió frente a su casa de Uruguay 2221 y su cuñado, Julio Galván, colaborador del interventor de la delegación La Plata de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra), resultó herido de gravedad y hasta ayer continuaba internado en el Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. A poco de sucedido el hecho, que tendría vínculos con el desempeño de Galván en el gremio platense, el Comando Radioeléctrico apresó a Axel Emanuel S., de 23 años, y a Diego David M., de 35, a quienes el fiscal Leandro Lucente imputó ayer en una audiencia realizada en los Tribunales de San Lorenzo. Tras la misma el juez de garantías Eduardo Filocco dictó como medida cautelar la prisión preventiva hasta que se celebre la audiencia preliminar al juicio.
Objetivo fijo
A lo largo de la audiencia imputativa, que duró poco más de una hora y media, quedó claro para la acusación que Axel S. y Diego M. llegaron hasta el barrio Bella Vista de Puerto San Martín para asesinar a Julio Galván, al que esperaron a la salida de su casa más de una hora y al que invitaron a salir llamándolo por su nombre. Que a la escena se movilizaron en un utilitario rojo conducido por un tercer hombre que se mantiene prófugo. Que tras herir de muerte a Garcilazo, persiguieron a Galván para liquidarlo sin lograr su cometido. Y que en la escena del crimen se recolectaron diez vainas servidas. Si bien para la Fiscalía el crimen fue por encargo, la acusación no indicó móvil ni apuntó instigador.
Al momento del hecho a la dupla homicida las pistolas calibre 9 milímetros que empuñaban (una Browning y una Taurus) se les trabaron y debieron abandonar su «mandato». Pero cuando emprendían la fuga no tuvieron en cuenta que durante la temporada de descarga de camiones las calles de los barrios ribereños de Puerto San Martín son patrullados intensamente. Por eso, pasadas las 2.15 los agentes de una patrulla del Comando Radioeléctrico abocada al corredor de camiones escuchó las detonaciones y se dirigió hacia la zona. Y en avenida Belgrano y Chubut, a unos 100 metros de la escena del crimen, lograron detenerlos. Como tenían las armas trabadas no pudieron resistirse. En ese marco, el fiscal Lucente dejó constancia que Diego M. le ofreció al policía que lo detuvo «40 mil pesos y las dos pistolas» para que los dejara ir.
El juez Filocco le dio la palabra al fiscal y Lucente arrancó la acusación. Para la Fiscalía los dos rosarinos llegaron a la esquina de Uruguay y Chubut el lunes a la 1 de la mañana en un Renault Kangoo rojo sabiendo que Julio Galván saldría de su casa en las próximas dos horas ya que debía viajar a la capital bonaerense. Galván es colaborador de Carlos Vergara, titular de la Uocra Rosario e interventor de la seccional de ese gremio en La Plata, cuyo ex titular, Juan «Pata» Medina, está detenido en el marco de una investigación por corrupción.Pasadas las 10.30 de la mañana Diego M. y Axel S. ingresaron esposados a la sala de audiencia de los Tribunales de San Lorenzo. Fueron representados por los abogados Mariano Scaglia y Hernán Tasada. El primero de los acusados, residente en barrio Avellaneda Oeste de Rosario, llegaba a la audiencia con tres sentencias condenatorias, todas por robos: una a 6 meses de cárcel dictada en 2007; otra por un atraco a mano armada de 6 años y 10 meses que data de 2008; y una tercera, unificada con la anterior, de 7 años y dos meses de 2010 con vencimiento en 2014. Nada se dijo sobre los antecedentes de Axel S., con domicilio en barrio Tablada.
Objeciones a la imputación
Lo esperaron más de una hora, tiempo que aprovecharon hasta para fumar. A las 2.15 vieron que la luz de la casa de Galván se encendía y comenzaron a gritarle: «Julio, Julio». Pero al llamado no sólo respondió Galván sino que también salió su cuñado, Garcilazo, también afiliado a la Uocra y residente en otra vivienda del mismo predio. Ahí se desató una lluvia de balazos en la que Garcilazo recibió al menos tres impactos y quedó agonizante. Galván recibió dos impactos, uno de los cuales le fracturó la pierna. Tras una breve persecución, los agresores intentaron huir pero el ataque cesó cuando las armas se les trabaron.
Mientras Lucente leía la acusación, Diego M. y Axel S. repasaban sus dichos en el borrador dado a la defensa. Y en otros momentos intercambiaban gestos cómplices. Mariano Scaglia objetó la calificación legal de la acusación, fundamentando su reclamo en que nunca quedó clara la existencia del utilitario rojo en el cual el fiscal asegura que llegaron los sicarios. A lo que Lucente respondió que al menos tres testigos habían visto el vehículo y que Galván indicó haber observado a un tercer hombre. Un elemento determinante a la hora de pensar en un plan para matar.
Ante ésto, el juez Filocco le dio la derecha al fiscal indicando que no sonaba razonable que los dos detenidos llegaran hasta la escena del crimen para ejecutar el ataque y luego regresar en colectivo. «Fueron directamente a matar», indicó.
Luego de despejar que el caso debía tratarse con los plazos ordinarios y no por los de flagrancia, se generó el debate respecto al pedido de medida cautelar realizado por el fiscal. Lucente reclamo prisión preventiva por un plazo de 90 días. Scaglia retrucó con un pedido de 45 días. Y Filocco buscando un equilibrio fijo la preventiva hasta la celebración de la audiencia preliminar, paso previo al juicio oral y público. Una vez que el juez resolvió, los imputados pidieron hablar. «Señor juez. Me declaro inocente. No conozco a ninguna de las personas de las que se habló acá. Ni a la herida ni a la muerta», repitieron a su tiempo los dos acusados de matar a Garcilazo y herir a Galván.
«No se descarta ninguna hipótesis, pero ésto no es algo al voleo». Una vez concluida la audiencia imputativa el fiscal Leandro Lucente realizó una rueda de prensa en las escalinatas de los tribunales sobre la calle San Carlos al 800. El funcionario indicó que por el momento la investigación está en la etapa de «saber quién es quién» y que «no entrevistó a ningún dirigente de la Uocra». Explicó que aún no se puede establecer el móvil del ataque y aunque todas las hipótesis están sobre la mesa, la del robo es la única descartada. «Del sumario que estamos trabajando no se desprende que haya habido un diálogo previo entre los agresores y Julio Galván y Juan Garcilazo», explicó el fiscal en relación al supuesto mensaje de los sicarios: «No rompan las pelotas en La Plata».Como ya lo había hecho en la audiencia, Lucente explicó que la evolución del caso depende de «las pericias de los celulares que se le incautaron a los detenidos y de las pericias balísticas». Indicó, además, que dispuso que las familias blanco de la agresión cuenten con protección policial y sostuvo que uno de los hijos de Galván sufrió dos amenazas posteriores al ataque. El 12 de marzo recibió un llamado en el que le dijeron: «¿Ya te diste cuenta lo que le pasó a tu papá? Sabemos que tenés un hijo». Y al día siguiente, en otro llamado desde un número privado de celular, le expresaron: «Ya te voy a ir a visitar. Y lo que prometo lo cumplo». Lucente indicó que previo al ataque a balazos Galván ni Garcilazo había denunciado haber recibido amenazas de muerte.
Fuente: La Capital