Las dietas ricas en carnes contribuyen a producir gases dañinos en el intestino
Una investigación de la Universidad de Minnesota demostró que alteran la microbiota. También pueden provocar mal aliento, encías inflamadas y gases con muy mal olor
Científicos de la Universidad de Minnesota, en EE.UU., hallaron que las dietas ricas en alimentos de origen animal favorecen la producción de gases dañinos en el intestino. Uno de ellos es el sulfuro de hidrógeno, un gas producido por un tipo de bacterias del intestino llamadas bacterias reductoras de sulfatos, que en exceso puede generar colitis ulcerosa, trastornos digestivos, obesidad y hasta cáncer de colon.
Los expertos demostraron, en cambio, que las personas que llevan una dieta basada en vegetales producen una menor cantidad de este gas que daña la microbiota intestinal.
Se sabe que la microbiota tiene entre 500 y 1.000 tipos de bacterias, hongos y virus, que habitan en el intestino. La alimentación es clave para mantenerlas en equilibrio. En ese sentido, los especialistas consideraron que una dieta grasa favorece la disbiosis de la microbiota intestinal, abriéndole paso al crecimiento de bacterias dañinas.
Además de la alimentación, otros factores como el estrés y la genética pueden influir de manera negativa en la composición de la flora intestinal de una persona.
Qué alimentos reducen la producción de gases dañinos
Según los expertos, el consumo diario de vegetales disminuye la producción de gases tóxicos en el intestino gracias a su fibra, que acelera el tránsito intestinal y reduce el tiempo que el bolo fecal pasa en el intestino, lo que implica una menor posibilidad de que se creen gases tóxicos.
Por otra parte, los alimentos ricos en compuestos azufrados -como los lácteos, la carne roja, las legumbres, el trigo, la cebada, el centeno, las hortalizas aliáceas (ajo, cebolla, puerro), las crucíferas, los alimentos con sulfitos (frutas desecadas, vino, cerveza), huevo y las grasas de origen animal- contribuyen a la formación de gases dañinos.
Síntomas del exceso de sulfuro de hidrógeno
Los especialistas explicaron que “el problema aparece cuando hay un sobrecrecimiento de estas bacterias, lo que provoca un exceso de sulfuro de hidrógeno que altera la correcta función de la microbiota y la barrera intestinal. Se trata de un gas inflamatorio y tóxico que huele literalmente a huevo podrido”.
Los principales síntomas son: mal aliento, encías inflamadas, gases con muy mal olor y que no hacen ruido al expulsarlos, dolor abdominal, diarrea o estreñimiento. Otros pueden ser fatiga, confusión mental, problemas de memoria, erupciones cutáneas o picores.
La microbiota y el estado de ánimo
Estudios científicos publicados en la revista Gastroenterología y Hepatología demostraron que hay muchas razones para cuidar la microbiota intestinal porque afecta el estado de ánimo de las personas. Según la Revisión Microbiota Intestinal y Salud, un desequilibrio en esta puede alterar nuestro humor porque las bacterias del sistema digestivo influyen en la síntesis de serotonina y casi un 90% de este neurotransmisor se produce en el intestino.
Fabio Nachman (M.N. 96.066), jefe del servicio de Gastroenterología de la Fundación Favaloro y presidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología, señaló que “el cerebro se comunica con el intestino y la microbiota a través del sistema simpático y parasimpático, y del eje hipotálamo-hipófisis adrenal que actúa sobre neuronas, células productoras de hormonas, células inmunes y musculares que se encuentran en el intestino, relacionadas con cerca de 3 billones de bacterias que tenemos allí”.
En ese sentido, el especialista precisó: “El eje cerebro intestinal va a regular y controlar la función digestiva, fundamentalmente la motilidad, sensibilidad, secreción y permeabilidad, entre otras. Y a su vez, las bacterias del intestino van a contribuir al neurodesarrollo, a la neuroplasticidad y a las funciones cerebrales. La mayoría de los estudios que demuestran la existencia de esta vía fue realizado en modelos animales y muy pocos en humanos”.