La Paraná que fuimos, la que somos y la que debemos ser
Por Emanuel Gainza (*)
El próximo 13 de junio se cumplen 152 años de la creación de la Escuela Normal de Paraná, siendo la primera escuela y modelo nacional para la formación de maestros de la Argentina.
No es casualidad que la misma ciudad que fue protagonista de la Constitución Nacional y a su vez capital de la Confederación Argentina, tenga en su historia un acontecimiento tan trascendental como haber asistido a la creación de la piedra fundacional del sistema educativo argentino; un modelo posteriormente imitado por muchos países de la región. El pasado de Paraná nos recuerda su esplendor, el empuje de su pueblo, su fuerza fundacional y su rol estratégico en la grandeza que la Argentina supo tener.
Valores como la igualdad de oportunidades, el mérito, el esfuerzo y el progreso, respiran y habitan en la historia de nuestras calles, por nuestros pasillos y sobre nuestras esquinas. Parece difícil, en especial en el contexto que estamos viviendo, poder dimensionar o reconstruir la esperanza y el orgullo de ese rol protagónico que los paranaenses tuvimos en los momentos más importantes de nuestra historia.
Muchas veces revalorizamos procesos o acontecimientos que sucedieron en otros lugares como si tuvieran más valor o mayor trascendencia que las de nuestro legado. No siempre advertimos nuestro potencial, quizás por desconocimiento de nuestra historia o por mero desinterés. Mis abuelos siempre me decían que para amar algo, primero necesitamos conocerlo, entenderlo y hacerlo parte de nosotros.
Lamentablemente, la educación en la Argentina atraviesa una de las peores crisis de su historia; una decadencia acentuada por un gobierno nacional que mantuvo las escuelas cerradas, un gobierno provincial que nivela para abajo y aprueba a sus alumnos sin importar si aprenden o no, y un gobierno municipal que tiene en situación de abandono y desidia a los jardines maternales y a su personal.
Podríamos escribir libros enteros sobre los problemas que hoy enfrentamos y los desafíos que tenemos por delante, pero si miramos para adelante e interpretamos la víspera de este aniversario, el primer paso para comenzar a construir el presente y futuro de una educación inclusiva, moderna y que genere oportunidades, consiste en reconocer y destacar nuestro pasado, recuperar los valores que nos dieron origen y tomarlos como inspiración para todo lo que nuestra Paraná, la que amamos y la que representa nuestro lugar en el mundo, no sólo puede, sino que DEBE ser.
Ha llegado el momento que revaloricemos el rol que Paraná tuvo durante el crecimiento y fortalecimiento de nuestra nación, y para eso debemos enfocarnos en ese momento en el que brilló con todo su esplendor y que fue faro del desarrollo de nuestra nación.
Con la frente en alto podemos decir que nuestra ciudad fue el motor de la educación nacional, parte necesaria en la génesis de la igualdad de oportunidades que llevó a que millones de argentinos pudieran progresar y convertirse en la sociedad más instruida y educada de América Latina, por décadas.
Estoy convencido que ese potencial, esa fuerza y esa decisión es la que tenemos que recuperar; es la que todos los días encuentro en cada vecino que sale a pelearla y que decide no bajar los brazos pensando en su presente y en el futuro de su familia.
Hemos tocado fondo en materia educativa. Tenemos que dejar de mirar para otro lado y asumir un compromiso real y genuino para transformar la realidad de nuestras ciudades, y de nuestro país. Empecemos, cada uno desde su lugar, a hacer el mayor de los esfuerzos para poner a la Educación, en todos sus niveles, como la gran prioridad en la reconstrucción de nuestra Argentina, nuestra Entre Ríos y nuestra Paraná.