El médico que llegó a Rosario a disertar sobre la cura del empacho
Roberto Campos Navarro es un mexicano que promueve la convivencia de la medicina occidental con terapias tradicionales. «Los colegas no deberían rechazar estas prácticas», enfatizó
Recibimiento. Autoridades de la UGR junto al médico mexicano Roberto Campos Navarro.
Hay un concepto que el médico Roberto Campos Navarro repetirá durante la entrevista con La Capital: “El pluralismo médico tienen que tener más aceptación”.
Con esa mirada, y en el marco de una cruzada de la que participa hace años, llegó a Rosario invitado por la Universidad del Gran Rosario y el Centro de Estudios Sociales en Salud para exponer con profesionales y curadores acerca del empacho, el mal de ojos, el susto y otras situaciones que afectan a la salud y que suelen tratarse con prácticas llamadas «alternativas», pero que en realidad tienen una larga historia y están muy arraigadas en la sociedad.
Campos Navarro ya había estado en la ciudad hace años compartiendo sus experiencias con gente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR, que de hecho viene incorporando cursos de posgrado en acupuntura y medicina china, entre otros, lo que muestra la apertura hacia saberes no occidentales.
El especialista egresó de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México (Unam). Es médico cirujano con estudios de especialización en medicina familiar y tiene una maestría en antropología otorgada por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras Unam.
Además de haber dictado en Rosario un curso de posgrado sobre antropología médica e interculturalidad en el proceso de salud/enfermedad/atención, este sábado se reunió con curadores para intercambiar experiencias, en un encuentro con una convocatoria importante.
Crítico en relación a los planes de estudio de las facultades de medicina en toda Latinoamérica, dijo: “Son similares en todos los países, y en los que, lamentablemente, hay una supremacía de lo biológico dejando en un plano completamente secundario los aspectos psicológicos y socioculturales que existen en la atención de una persona en un consultorio”.
Para Campos Navarro, “la medicina académica, o la biomedicina, debe coexistir con otras prácticas como las ancestrales prehispánicas y las incorporadas más recientemente como el reiki, la acupuntura, el yoga”.
Los futuros médicos, dijo, “no deberían rechazar estas costumbres o procedimientos porque muchos de los pacientes los tienen incorporados a su vida e incluso en algunos casos puntuales los reclaman como parte de su proceso de curación o mejoría de su salud”.
Creencias y resultados
El médico mencionó una encuesta de investigadores de Conicet que obtuvo como resultado que el 80% de los argentinos se identifica con alguna religión y el 90% cree en Dios. “Y eso abarca a las zonas más rurales pero también a Rosario, Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe”, señaló.
Entonces, se preguntó: “¿Cómo podemos obviar el sistema de creencias en la práctica de la medicina?”.
Campos Navarro enfatizó: “Esto no significa que no utilicemos las terapias cuya eficacia está comprobada en la medicina dominante, pero sí que hay que atender otros aspectos del paciente y su familia”, y agregó: “Un médico no puede minimizar o hacer sentir mal a alguien que se apoya en algo que considera que no es válido, desde su saber”.
“Mucha gente cree además en el Gauchito Gil, en la Difunta Correa, en el tarot, el horóscopo y esto atraviesa a todos los sectores sociales. Los médicos no podemos desdeñar o invisibilizar esto y decir que sólo vale el sistema científico”, puntualizó.
Mejoras inmediatas
El profesional mexicano escribió varios libros, uno de ellos, “Cómo curar el empacho (y otras yerbas)”, en el que recopiló textos botánicos, antropológicos, testimoniales y poéticos sobre esta “indigestión” que él considera que es una enfermedad particular que puede tratarse de diversos modos, pero sin fármacos.
“Me he propuesto estudiar esto y tratar de que haya investigación sobre este tema porque, como no genera dinero, no interesa mucho al sistema médico y científico. Pero miles y miles de testimonios a lo largo de los años nos brindan evidencia de que es eficaz el tirar el cuerito, o la medida de la cinta o tomar ciertas hierbas, y que de ese modo se cura casi de inmediato”.
“Lo que pasa con el empacho pasa también con el mal de ojos, la culebrilla, el susto. Y aunque no se pueda explicar científicamente las evidencias, que pasan de generación en generación, muestran que hay resultados. Ojalá hubiese grupos dedicados a investigar todo esto en poblaciones numerosas”, señaló.
“Si algo no funciona, no se transmite. Y la cura del empacho se traslada de generación en generación y las personas siguen recurriendo a quien sepa curarlo para aliviarse cuando se siente mal”, agregó.
Campos Navarro comentó algunas particularidades sobre la cura del empacho: “La media de la cinta, por ejemplo, no es del siglo 19 sino del siglo 20 y es popular en Argentina, en Uruguay y en Cuba, no en el resto de Latinoamérica. ¿Por qué? Porque en realidad no proviene, como algunos pueden creer de los pueblos originarios, sino que la recibimos de la comunidad valenciana, de España. No es de origen Latinoamericano”, puntualizó.
Otros aspectos no muy conocidos, dijo el profesor mexicano, es que “dos médicos argentinos graduados en la Universidad Nacional de Buenos Aires se recibieron haciendo sus tesis con la temática del empacho”.
Telémaco Susini, quien falleció en 1936, fue un anátomo patólogo que presentó su tesis en 1879 y “contribuyó mucho al estudio del empacho, lo mismo que Ramón Ibarra, años después”, comentó.
“Ellos hablaron de cómo el tratamiento de tirar el cuerito tenía un peso relevante en la segunda mitad del siglo 19 porque la medicina popular o tradicional sí que tiene una importancia en la sociedad”, dijo.
Campos Navarro también hizo referencia a Florencio Escardó, “un médico pediatra que hizo una verdadera revolución en la especialidad y que hablaba con sus alumnos sobre el empacho y las formas de curarlo y él mismo decía que lo miraban atónito, que pensaban que había enloquecido. Este hombre fue el mismo que tardó 32 años en que dejaran a las madres ingresar con sus hijos a las salas de internación de los hospitales”.
“Nos cuesta trabajo defender ciertas miradas no académicas, los cambios son lentos, pero estoy confiado. Tenemos que estudiar lo que es eficaz, aunque no esté dentro de las reglas establecidas del sistema médico”, mencionó el profesional, y agregó: “Un dato que revela que estamos avanzando es que en la facultad de medicina de la ciudad de México hemos logrado que Antropología Médica e Interculturalidad sea de cursado obligatorio. Creo que lo interesante es la interacción, siempre”.
La Capital de Rosario