Eco Latidos: alumnos santafesinos lideran un proyecto de reciclaje y educación ambiental
Pertenecen a la Escuela Especial Convivir N° 2051 de la ciudad de Sastre. Confeccionaron dos corazones gigantes para que la ciudadanía deposite tapitas. Parte de ellas se envía al Hospital Garraham y la otra a un establecimiento de la localidad de San Jorge, que se encarga de reciclar y fabricar los productos finales, los cuales luego regresan al colegio.
La Escuela Especial Convivir 2051 de la ciudad de Sastre, cabecera del departamento San Martín, puso en marcha un proyecto denominado Eco Latidos, una iniciativa que conjuga educación y medioambiente. Las acciones tienen como finalidad la recolección de tapas plásticas para su posterior reciclado. Una parte de ellas viaja directamente al Hospital Garraham y, la otra, a un establecimiento educativo de la vecina localidad de San Jorge que se encarga de confeccionar objetos útiles que, luego, tienen un retorno.
El 5 de junio fue el punto de partida de Eco Latidos. El plan de acción se basa en la recolección de tapas plásticas con la intención que el alumnado comprenda la base de cuidar el medioambiente con una simple tarea.
“Es poder disminuir todos los efectos negativos sobre la tierra. Elaboramos dos estructuras con forma de corazón que es donde se depositan los objetos y los enviamos a reciclar. Son dos los puntos de destino final: uno es el Hospital Garraham, y el otro la Escuela Técnica N° 475 de San Jorge, la cual posee hornos para desarrollar el proceso de transformación”, detalló a este medio Lidia Vergara, directora del establecimiento educativo.
Dos corazones decoran Sastre
Uno de ellos está ubicado frente a la propia escuela; el otro en pleno centro de la ciudad. No se trata de simples estructuras ornamentales. Su función va más allá de eso. La intención es fusionar la educación, el cuidado del planeta y aportar conocimientos de procesos productivos al alumnado.
“Buscamos que los chicos conozcan desde la recolección de la materia prima hasta la confección del producto final. Todo ello acompañado por un fuerte trabajo medioambiental. Esto es por el bien común de todos, por eso son los vecinos quienes hacen el aporte del plástico”, explicó quien está al frente de la escuela.
Los objetos que la comunidad deposita en los recipientes tienen una única condición para que sean útiles: su composición plástica. Así, y una vez repletos los corazones, llega el momento del segundo paso: embalar en bolsas. Lo recolectado es clasificado y enviado a los lugares de destino final. Y son los propios estudiantes quienes se encargan de realizar el proceso. “Ellos vacían los corazones, colocan las tapas en bolsas y las clasifican por color para, luego, llevarlas a San Jorge”, contaron.
Exitosa iniciativa
La campaña, que comenzó el pasado lunes 5 de junio, no tiene fecha de finalización y la intención de la comunidad educativa que la impulsa es que se extienda, al menos, a lo largo de todo el año.
“Si se puede, queremos que siga en el tiempo porque se trata de una nueva iniciativa que puede tener un trabajo en red con todas las instituciones de la ciudad. Además, hace su aporte con el cuidado del planeta”.
Desde la escuela ya realizaron visitas a otros establecimientos educativos de Sastre para invitarlos a sumarse a la iniciativa. Ahora, directivos se encuentran buscando fecha para que los propios estudiantes visiten la ciudad de San Jorge para observar el paso final de reciclado y fabricación de los productos finales.