A 40 años de la asunción de Alfonsín y el comienzo de la recuperación democrática
Aquel 10 de diciembre de 1983 inauguró el período de continuidad de gobiernos elegidos por el pueblo más prolongado de la historia argentina. ¿Por qué se eligió esa fecha? ¿Cuáles fueron las primeras medidas del nuevo gobierno para terminar sepultar el terrorismo de Estado? ¿Qué valor tenía el recitado del preámbulo de la Constitución?
El dirigente radical Raúl Alfonsín asumía hace 40 años la presidencia del país en medio de una gran euforia popular y con un discurso que apelaba a recuperar la institucionalidad y el respeto por los derechos humanos, en el contexto de una Argentina que dejaba atrás siete años de una dictadura militar genocida e inauguraba el período de continuidad democrática más prolongado de su historia.
Con un equipo de gobierno confirmado en las primeras, segundas y hasta terceras líneas de la administración, Alfonsín, ganador por amplio margen de los comicios presidenciales que se habían celebrado el 30 de octubre de 1983, estaba listo para asumir tras completar una transición de 41 días.
El sábado 10 de diciembre fue el día convenido para el traspaso de mando tras una negociación entre el régimen militar saliente y los funcionarios del gobierno electo.
En principio, los militares pretendían entregar el poder político en marzo, pero Alfonsín y sus colaborados pidieron adelantar la entrega de los atributos presidenciales.
La elección de la fecha no era causal y tenía que ver con la conmemoración del 35° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada por las Naciones Unidas.
De esta forma, Alfonsín quería marcar una diferencia clara entre el régimen en retirada, que se marchaba tras haber perpetrado graves violaciones a los derechos humanos mediante la aplicación de un plan sistemático de represión ilegal, que incluyó torturas y desapariciones forzadas, y la gestión que entraba, que apuntaba a sostener la vigencia de la Constitución.
El día de su asunción, el presidente electo dejó bien temprano el hotel Libertador escoltado por los Granaderos a caballo, llegó al Congreso para jurar ante la Asamblea Legislativa y pronunció un discurso de más de una hora ante los miembros del Congreso y los funcionarios de su gabinete.
También asistieron los expresidentes Arturo Frondizi e Isabel Perón, quien vivía en España y asistió al traspaso de mando por invitación especial de Alfonsín.
La presencia de la viuda de Juan Domingo Perón y expresidenta que había sido derrocada en 1976 por el régimen castrense que terminaba en ese diciembre, constituía un mensaje de unidad y convivencia hacia todas las fuerzas democráticas, pero en especial hacia el peronismo, que por primera vez iba a ejercer el rol de oposición en un período de plena vigencia de las instituciones democráticas.
El vicepresidente de Estados Unidos, George Bush; el presidente de Gobierno español, Felipe González, el premier italiano Betino Craxi; y los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega; de Perú, Fernando Belaúnde de Terry; de Colombia, Belisario Betancur; y de Bolivia, Hernán Siles Suazo, fueron las presencias internacionales más importantes que asistieron a la jura de Alfonsín.
Ante la Asamblea Legislativa, Alfonsín anunció que se iba a derogar la ley de autoamnistía que los militares habían promulgado para que no se investigaran las violaciones a los derechos humanos cometidas por el terrorismo de estado.
También se comprometió a esclarecer la situación de los desaparecidos y a “combatir los métodos violentos de la derecha y la izquierda”.