La fiesta de los jóvenes que egresan de la secundaria se ha convertido en un clásico en la ciudad de las siete colinas. Y no es para menos ya que cientos de estudiantes de todas las escuelas secundarias de la ciudad asisten al evento parar vivir su momento especial.

Recorrer en bajada las escaleras con la alfombra roja supone un momento único, el fin de una etapa…

Como todos sabemos el “baile de egresados” se lleva a cabo siempre en el mes de diciembre y en las instalaciones de la escuela Normal.
La organización – o quizás deberíamos decir la desorganización- del mismo se encuentra en manos de la cooperadora, junto con algunos maestros de dicho establecimiento.
Este año y como viene sucediendo en las últimas ediciones las quejas de familiares y alumnos por la falta de previsión de determinadas situaciones y también la mala atención no se hicieron esperar.

En primer lugar, muchos padres coinciden en que pagar una tarjeta de $40 por persona para no recibir ningún servicio es prácticamente un absurdo.
De todas maneras, quienes pagaron decididos a disfrutar la velada debieron padecer la total falta de atención por parte del servicio de catering que en algunos casos demoró más de 1 hora para traer una simple bebida, o lo que es peor, nunca regresaban con el pedido.
Una mesa a un valor de $150 alquiladas como siempre a familias señaladas por “un dedo”, y otras cuantas más ubicadas en un lugar tal que imposibilitaba la correcta visualización del espectáculo.
La impuntualidad tampoco faltó ya que los propios alumnos, citados a las 21:00 debieron esperar más de una hora y media padeciendo el calor y sin recibir refrigerio alguno. Como si esto fuera poco los familiares tampoco pudieron ingresar y sufrieron la espera ya que el inicio pactado a las 22.30 se concretó alrededor de las 00.30.

Con un público totalmente desconforme, las quejas no se hicieron esperar y un padre completamente enojado se dirigió a uno de los organizadores para exigir algunas explicaciones. Para su sorpresa esta profesora solo atinó a responder que “el baile era un negocio y que de eso vivía la escuela Normal todo el año”.

Las prohibiciones tampoco faltaron, ya que muchas personas se vieron imposibilitadas de tomar fotografías porque personal a cargo de la organización lo prohibía llegando en algunos casos a tomar por la fuerza las cámaras de fotográficas de familiares para evitar que la imagen de ese mágico momento sea capturada. Todo esto se fundamenta por supuesto en que la organización cobra a los fotógrafos “oficiales” una cuantiosa cantidad de dinero a cambio de la exclusividad para sacar fotos.

Alcohol a menores: el negocio dentro del negocio, ilegal e inaceptable.

En la mañana del sábado cualquier transeúnte pudo observar el triste espectáculo de chicos/as muy jóvenes que apenas podían ponerse en pie por los efectos del alcohol. Un hecho lamentable y doloroso.

La realidad marca que este es un problema legal, ya que la venta del alcohol a menores está prohibida y cuando esto se produce por medio de una cantina ubicada en un establecimiento educativo no es menos que inaceptable.
La venta de alcohol a menores –la mayoría de los egresados tienen 17 años- en el baile de egresados que se realiza dentro de la escuela Normal Superior Osvaldo Magnasco es un clásico que parece no encontrar un final, constituyéndose en una práctica ilegal y en la que si no se toma cartas en el asunto seguramente traerá problemas mayores.

El control de los jóvenes y el consumo de alcohol en las fiestas de egresados es una responsabilidad pura y exclusiva en este caso de los organizadores. Son ellos los que deben tener la madurez suficiente como para no permitir que los alumnos caigan en excesos no sólo de consumo de alcohol, pero como en este caso si la institución escolar que supone un pilar fundamental en el desarrollo de los jóvenes no muestra ningún interés en protegerlos y solo vela por el dinero estamos sin ningún lugar a dudas totalmente perdidos, y todo esto es sólo la muestra de un negocio que se maneja con gran informalidad y sin control alguno.