Casi todas las provincias buscan resolver las internas sin elecciones
Buscan evitar competencias internas.
El oficialismo busca distender su frente interno y en lo posible, evitar que las primarias sumen costos antes que beneficios. Lo vienen aplicando en muchas provincias y esta semana desde la UCR dieron señales de enfriar el tema. Ayer, un virtual socio de Roberto Lavagna habló abiertamente de la “necesidad” de allanarle el camino al ex ministro, es decir, eludiendo comicios por la candidatura. Y apenas unos días antes, Cristina Fernández de Kirchner había dejado en claro que ella misma ordenará la interna del peronismo bonaerense sin pasar por las urnas. Las PASO, en crisis.
La Unión Cívica Radical (UCR) dio señales de enfriar la discusión nacional sobre las internas. Y de hecho, Cambiemos ya resolvió evitar peleas provinciales en casi todo el país. Aliados de Lavagna también piden evitar primarias. Y CFK no permitirá disputas que puedan afectarla
Con todo, esa tendencia a evitar las primarias no es fruto de una discusión de fondo sobre las PASO. Eso, aunque se trata de un sistema que, en rigor, ofrece varios puntos para la polémica: los más notorios quizás sean su obligatoriedad para designar candidatos y la imposibilidad de recomponer o ampliar alianzas después de las primarias. También suma puntos a favor, entre ellos la mayor transparencia y amplitud del sistema, con padrones oficiales y la participación de no afiliados.
La discusión daría para más, pero no es eso lo que asoma ahora. En todo caso, lo que ocurre en estos días estaría exhibiendo un aspecto más de la larga crisis de los partidos, como expresión y a la vez alimento de actitudes y reflejos sociales. Pura táctica, que transformaría a las PASO en una especie de pre-primera vuelta electoral, un sondeo general, algo que algunos irónicamente definen como la primera y más seria encuesta electoral.
La posibilidad de ir a una interna general en Cambiemos se instaló como un tema sensible en este verano político, pero sufrió un vuelco claro en los últimos días: desde el Gobierno, y no sólo Marcos Peña, dieron señales de acotar esta discusión, al menos por prematura. El gobernador Alfredo Cornejo, presidente de la UCR, se encargó de decir que el radicalismo recién resolverá si compite o no en la interna presidencial hacia fines de abril o en mayo. No es una novedad en sí mismo: para entonces está prevista la Convención Nacional partidaria. También afirmó que la cuestión debería esperar a ver cómo se acomoda la economía.
Precisamente la crisis económica y su grave impacto social describen el cortinado de fondo sobre el que debería observarse esta tensión en el oficialismo. A juicio de macristas y con matices también de sus socios, no parece la mejor fórmula exhibir disputas por espacios de poder frente a un cuadro económico angustiante. Más aún: una pelea doméstica abierta a nivel nacional y distrito por distrito podría terminar siendo un factor que potencie el deterioro de imagen, tal vez con impacto de la política en la economía.
Más allá de los grados de dramatismo y de uso interno, ese diagnóstico se ajustaría más a la realidad que las explicaciones surgidas de la fuerte caída del PRO ante la UCR en las elecciones primarias de La Pampa, un distrito que representa menos de un punto del padrón nacional. Por supuesto, aquella derrota interna era cargada mediáticamente a la cuenta presidencial, más allá de las explicaciones de voceros macristas apuntando las críticas al derrotado Mac Allister.
Lo que vino después fue el cierre de acuerdos para los distritos donde Cambiemos no es gobierno. Ya estaban arregladas las continuidades en Capital y Buenos Aires, también en Jujuy y Mendoza. Y un poco por el exagerado impacto pampeano y mucho más por la economía, se saldaron discusiones en casi una decena de provincias, con fórmula integradas en primer término por radicales. El caso más excepcional, y ruidoso, es Córdoba, donde a mediados de marzo se enfrentarán los radicales Mario Negri, acompañado por Héctor Baldassi, y Ramón Mestre.
Y, después de algún coqueteo de Martín Lousteau con la posibilidad de anotarse en la carrera interna, fueron privilegiadas las conversaciones que terminaron por darse a la tarea de tratar de enfriar la interna por al menos un par de meses. Es, podría decirse, una historia que se debe aún algunos capítulos.
Menos cerrada parece la cuestión en el PJ federal y su potencial armado con algunos socios. Lavagna ha reclamado evitar las internas para no quedar atrapado en una construcción exclusivamente peronista, según dejan trascender sus allegados. En medios peronistas, algunos dicen más: dicen que la señal más amplia es su decisión de ir a la pelea contra Macri y la ex presidente. Los que no lo quieren ironizan con que el ex ministro quiere ser «coronado».
El más enfático en sostener que esa candidatura deber ser dirimida en las PASO fue hasta ahora Juan Manuel Urtubey. Algo parecido expresó de entrada Sergio Massa, aunque luego buscó bajarle el tono a una declaración suya en ese sentido –malinterpretada, según sus voceros- y mantuvo un extenso encuentro con el ex ministro. Dicen que más matizada sería la posición de otro de los fundadores de Alternativa Federal, Miguel Ángel Pichetto, anotado en la grilla inicial. Y también circula que el cordobés Juan Schiaretti, observa las encuestas y podría revisar su predisposición de arranque a favor del colega salteño.
Todo eso gira en el interior del peronismo federal. Fuera de su núcleo duro, algunos otros gobernadores esperan a ver cómo evolucionan las encuestas nacionales mientras se mueven para asegurarse sus propios territorios. También prestan atención a Lavagna o su efecto. Por afuera, las señales también empiezan a ser nítidas: el socialista Miguel Lifschitz, anotado de entrada en el armado del ex ministro, llamó abiertamente a que sean bajadas las otras candidaturas de ese espacio para consagrar a Lavagna como eje de un armado electoral más amplio. Menos jugada, por ejemplo, se muestra Margarita Stolbizer, que de todos modos impulsa la idea de construir una tercera opción.
En el kirchnerismo duro y el peronismo aliado, en cambio, van quedando pocas dudas de la construcción que viene. De manera formal, mantienen el discurso de convocatoria a un gran frente opositor. Convocan y a la vez desafían a otras fuerzas, en especial al PJ federal, a competir si hace falta en las primarias para definir la candidatura presidencial. Pero lo hacen sobre la base del voto que mantiene CFK, suficiente frente a otras expresiones que puedan asociarse a Unidad Ciudadana y suficiente también para quienes rechazan la oferta.
Pero al margen de ese juego, la ex presidente ya dio la mayor señal de los límites de esa amplitud para dirimir peleas internas en las urnas. Dijo que no habrá primarias para definir la fórmula en Buenos Aires. Es decir, no permitiría nada que pueda generar costos o riesgos para su proyecto político.
Como se ve en cualquiera de los casos referidos, las primarias asoman como un problema antes que como el camino para resolver competencias internas. No se ven, al menos en las posiciones dominantes, cálculos en sentido inverso. El almanaque electoral registra las PASO para agosto, aunque ya en junio deberán ser anotados los candidatos. Entonces se verá si hay partido en cada club.
INFOBAE