Cinco claves para entender la brecha de precios de la tecnología
Los argentinos aún pagamos un teléfono celular moderno casi el doble que en el primer mundo; por un TV Led más del doble y por una consola de videojuegos casi el triple (y por u$s 300 la mitad de lo que cuesta en Argentina en los Estados Unidos se consigue con un Terabyte de memoria más un juego de regalo). A su vez, los precios del ejemplo de nuestro vecino Chile son más baratos en 33% (teléfono), 30% (TV) y 36% (consola). Para sumar más argumentos, quienes se animan a incursionar en ecommerce pueden desde su casa comprar cualquiera de los productos mencionados a la mitad de precio de lo que cuestan en la vidriera de cualquier negocio en Argentina, y con garantía.
Si uno busca las claves o causas, en realidad encuentra con una multiplicidad de razones, sobre algunas de las cuales el Gobierno ha venido trabajando para eliminar paulatinamente el costo argentino de la tecnología importada. Entre estas podemos mencionar:
1. Aranceles
El Gobierno atendió parcialmente este punto en febrero de este año (Decreto PEN 117), eliminando los aranceles de importación de más de setenta posiciones arancelarias de artículos tecnológicos (dentro de los que se incluyen impresoras, unidades de memoria, netbooks, memorias, lectores, periféricos, etc.). Esto permite que ingresen a arancel cero productos que no se producen en el país (en el mejor de los casos se ensamblan) tratando de equiparar lo que sucede en otros países. Sin embargo el Decreto no cubre la totalidad de los electrónicos. En la actualidad, las consolas y televisores pagan 20% de derechos de importación, y los teléfonos celulares 16%, por citar algunos ejemplos. En cambio, Chile, tiene acuerdos de libre comercio con Japón, Corea, Estados Unidos y China lo facilita el ingreso de tecnología con una baja o nula carga arancelaria.
2. Costo financiero incluido en los precios.
Punto solucionado cuando a inicios de este año la Secretaría de Comercio refrescó a los comercios la Ley de Defensa al Consumidor, que obliga a suministrar al usuario o consumidor entre otros datos: el importe a desembolsar al inicio y el monto financiado, la tasa de interés efectiva anual, el total de los intereses a pagar o el costo financiero total, el sistema de amortización del capital e intereses y la cantidad, periodicidad y monto de las cuotas.
3. Un impuesto de otro tiempo sobre algunas importaciones.
Los impuestos internos son luego de los tributos aduaneros de los más antiguos. Su creación proviene de un proyecto que envió Carlos Pellegrini al Congreso en 1890, luego se renovó anualmente y desde 1894 fueron establecidos sin plazo siendo objeto de numerosas modificaciones. Se trata de un tributo sobre el consumo específico de determinados bienes y servicios no necesarios (o no tan necesarios) que incluso conviene desalentar (como el tabaco). Tal es así que en su génesis se gravó alcoholes, vinos, fósforos, cervezas, primas de compañías de seguros y utilidades de empresas extranjeras. Pero su último texto ordenado data de 1979, y a pesar de las sucesivas modificaciones existe cierta rigidez para adecuar las mercaderías alcanzadas.
Hay casos donde se ha acompañado al paso del tiempo con cierto sentido común, aplicando el impuesto a partir de determinados valores mínimos (automóviles, motos , embarcaciones y aeronaves), e incluso dejándolo sin efecto (automotores y motores gasoleros) Pero hay otros casos donde no ha sido así, y se generó la obligación de pago del impuesto en bienes que ya no son un lujo. Un ejemplo es el de algunas importaciones tecnológicas. Concretamente la Ley habla expendio y en el caso de la importadores alcanza al despacho a plaza y la posterior transferencia por el importador de productos como decodificadores, monitores de computadora, televisores, microondas, acondicionadores de aire, pantallas led publicitarias, y teléfonos, por ejemplo.
Recientemente el Ejecutivo Nacional (Decreto 979) redujo del 17% al 10,5% los impuestos internos de estos productos. Se trata de una eliminación parcial que forma parte de un plan gradual para llegar a 0% en 2024. Los impuestos internos están entre los aspectos más distorsivos de precio. Seguramente, si se avanza gradualmente es un guiño a favor de las empresas de Tierra del Fuego que ensamblan SKD (Semi semi knocked-down) y CKD (Completely Knock Down) para que puedan reconvertirse progresivamente a sectores más estratégicos para el país.
4. Licencias.
Afortunadamente el contexto actual supera a lo acontecido en años recientes. Durante 2012 hasta 2015 las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación se transformaron en un verdadero grifo para todas las importaciones. Esto obligaba a los operadores a incurrir en extracostos para lograr su obtención (pagar comisiones a exportadores, viajar a Secretaría de Comercio asiduamente no había ventanilla electrónica en los primeros años, contratar consultoras, etc). En la actualidad el Sistema de Licencias que aplica el Gobierno (SIMI) es lo suficientemente flexible con los productos tecnológicos sin industria nacional. De hecho, recientemente la Secretaría de Comercio por Resolución 898 E, dejó de requerir licencia no automática a varios productos electrónicos.
5. Costos operativos
Otro punto importante a destacar es el costo de operar en Argentina. Sobre ese punto también se está trabajando en varios frentes: Ventanilla Única Electrónica, expedientes digitales, Plataforma para Trámites a Distancia y una desburocratización gradual y generalizada del comercio exterior. Un punto a destacar es el lanzamiento este año del Operador de Riesgo Administrado, intentando bajar el canal rojo que dispara altísimos costos a los operadores y se contrapone con bajos resultados para el Estado, pasando de tocar y contar todo a mayor inteligencia en la selectividad.
En agosto el entonces Director de Aduana Gomez Ceturión contaba en el Congreso del CDA que en una simulación real, para un mismo operador, en 2016 se obtuvieron 263 canales rojos (sin resultados) y en 2017 con los nuevos parámetros sólo 36. Esto implica un ahorro de aproximadamente $ 10 millones para el operador, y también hay un ahorro en los recursos aduaneros.
Para dejar de pagar por la tecnología dos o tres veces más que el primer mundo, es necesario continuar con algunas transformaciones sustanciales de nuestro comercio exterior. Dejar de pensar en ser un país que hace a la fuerza lo que otros hacen mejor, para empezar a sacar el jugo de lo que mejor hacemos. Poner el principio de especialización de los países a nuestro favor, migrando progresivamente el ensamblado de tecnología comprada a producción de tecnología propia, fundamentalmente de sectores donde Argentina tiene un potencial enorme como lo son la biotecnología o el software.