Dante Sica: “El rescate del FMI evitó que la crisis argentina fuera mucho peor”
El ministro argentino de Producción y Trabajo visita Europa en busca de inversores
El título de dos películas sale a relucir en la conversación de Dante Sica (La Plata, 1957), ministro de Producción argentino —y desde el 6 de septiembre, tras la fusión de los ministerios, también de Trabajo—. Las dos son para referirse a lo mismo, la crisis que atraviesa actualmente Argentina: El día de la marmota y La tormenta perfecta. Inmerso en una gira europea con inversores que le ha llevado a Madrid y París, el ministro habla de portadas de The Economist, de los cuadernos de la corrupción, de la reforma laboral, del rescate del FMI y del tira y afloja con los sindicatos. Confiado en que su Gobierno tiene la clave para enderezar la situación macroeconómica argentina, al acabar la entrevista en la cafetería del Hotel Wellington en la capital española y percatarse de que no se ha consumido nada, se permite una broma: “Eso que nos ahorramos”.
Pregunta. Está aquí promocionando el país a los inversores. ¿Qué tiene Argentina que ofrecerles?
Respuesta. Bueno… Lo que tiene Argentina es un Gobierno con una convicción muy fuerte en términos de cambiar al país. Poner una Argentina nuevamente integrada al mundo, más transparente en sus reglas de juego, que recupere la institucionalidad que había perdido hace unos años, con un cambio de reglas muy discrecionales. Estamos haciendo un esfuerzo muy importante para mejorar la macroeconomía, evitar la volatilidad, y que eso acompañe a este cambio de reglas de juego. En ese marco y programa, potenciar las grandes zonas de inversión que tiene Argentina, no solo vinculadas al complejo agroindustrial, a su complejo energético, a su estructura minera, sino también a su amplia gama de sectores productivos y servicios, en lo que tenemos gran potencial. Solucionando nuestros problemas de inestabilidades macroeconómicas, generando reglas de juego, volviendo a insertarnos en el contexto internacional, tenemos para ofrecer una plataforma que puede brindar seguridad alimentaria, energética, que puede proveer de recursos que el mundo hoy necesita para crecer, y puede proveer también servicios basados en conocimiento y esparcimiento, como es el gran potencial turístico que tiene la Argentina.
“Saldremos de la crisis sin cambiar el esquema de política económica”
P. Habla de esa inestabilidad macroeconómica en la que está sumido el país. ¿Cómo la definiría usted?
R. Argentina ha tenido durante los últimos 40 años más crisis que nadie, cada dos años y medio o tras… ¿Te acordás de la película El día de la marmota, donde uno se despertaba siempre el mismo día? Argentina tenía el síndrome de la marmota. Eso estaba vinculado a los problemas que le generaban por un lado el estrangulamiento del sector externo, porque cuando crecíamos no generábamos la suficiente divisa para mantener ese crecimiento; y por otro lado una desaprensión con respecto a las reglas fiscales y monetarias básicas de la política económica, que generaban un proceso inflacionario que generaba inestabilidad en un mercado de capitales chicos. Por lo tanto, nuestro programa tiende a eliminar inestabilidad macro: o sea, eliminar de cuajo el déficit fiscal, tener un Estado que sea más eficiente, que genere menos barreras a las empresas y que baje la presión fiscal. Eliminamos el financiamiento espurio del sector público a través del Banco Central, eso es la principal garantía para mejorar la inflación y estamos integrándonos al mercado internacional. No solo en materia financiera, por eso es tan importante ser incluidos en la OCDE, lo que estamos logrando con acuerdo de comercio… porque es incorporar las normas de juego internacionales para dar seguridad a los inversores.
P. Viene del coloquio IDEA con empresarios argentinos. ¿Qué respuesta percibió en ellos?
R. Los empresarios, por un lado, miran con preocupación esta última segunda parte del año. Claro, también están en un proceso de mirada a la reconversión de su propio sector, por el proceso de los cuadernos de este año, donde muchos empresarios están hoy procesados o inclusive presos por haber sido protagonistas de los procesos de corrupción del Gobierno anterior. Creo que por un lado hay un apoyo al Gobierno en la tarea de dar transparencia, eliminar la corrupción y generar reglas de juego a medio plazo, y confían en las medidas que estamos tomando, aunque algunas fueran incómodas. Confían en la fortaleza del Gobierno para superar la crisis. Y están en remodelación por esta causa, que puso en tela de juicio la forma en que actuaron los últimos años.
P. Da la sensación que una portada de The Economist pone en peligro, de repente, lo que se ha hecho en dos años de Gobierno.
“Hay que negociar una reforma laboral sin prejuicios ni ideología”
R. Sí, bueno, no creo que una tapa de The Economist genere ese proceso, pero muestra la preocupación de ese momento. Hay que entender que el cambio que estamos haciendo es mucho más profundo, no solo el equilibrio macro, sino en hacer reformas estructurales para vencer los obstáculos para mejorar la competitividad. La reforma impositiva y fiscal, el programa de integración al mundo en aperturas de mercado, el proceso de desburocratoización para facilitar la vida a la gente. Una reforma laboral que hemos de discutir… Hay muchas miradas que acompañan a este cambio.
P. Menciono la portada porque fue como la primera pieza de un dominó que incluye la caída del peso frente al dólar y el rescate al FMI, y que terminó con una inflación del 6,5% en septiembre, la más alta de la era Macri.
R. Es cierto, pero tenemos que tener claro que nosotros atravesamos una crisis muy grande que tiene algunos factores externos, como la sequía, pues perdimos el 40% de la cosecha; o los movimientos de mercados financieros y precio de los commodities. También, la guerra comercial y sus efectos entre China y Usa, que nos ha pegado más a nosotros porque éramos los más débiles de la región. Y factores internos: lo de los cuadernos, inestabilidades regionales en zonas como Brasil… Ahora, nosotros atravesamos esta crisis sin modificar nuestro esquema de política económica. En otras crisis, los Gobiernos acudían a planes de confiscación de depósitos, modificaciones cambiarias, uso de reservas, restricciones al movimiento de capitales… nuestra posición empieza a dar resultados. Somos muy optimistas, terminaremos el año mucho mejor, en términos macroeconómicos, que como empezamos.
P. ¿Cómo no se pudo prever esta crisis?
R. Previmos movimientos en el mercado financiero. En enero el exministro de finanzas salió al mercado para tomar el financiamiento para todo el año. Pero fue una catarata de sucesos. El presidente lo denominó “la tormenta perfecta”. Empezó el movimiento de la tasa de interés, el precio del petróleo, nuestras propia debilidad, inconsistencias entre política monetaria y fiscal. Desde abril ninguna empresa de América Latina pudo sacar un bono en el mercado de capitales: pasamos a tener un flujo a los países emergentes de 100.000 millones de dólares a solo 7.000 en el mismo tiempo. Se cerraron los mercados. Esto nos hizo ir preventivamente al FMI. Algo que, mirado en retrospectiva, evitó que la crisis fuera mayor de lo que está siendo. Pero claro que estamos pagando costes. Veníamos de crecer un 3,5% y ahora hay un segundo semestre donde la actividad cae. Y una inflación que teníamos una expectativa del 15%, y ahora ha tenido mucho impacto.
“La huelga es un derecho, pero hoy con un paro pierde toda la sociedad”
P. ¿Ese coste puede ser también electoral?
R. No, estamos confiados con respecto a la elección del año que viene. Sabemos que hemos sufrido una pérdida de confianza, pero el presidente sigue teniendo una imagen positiva muy importante. También pensamos que en este contexto en que se demuestra lo que ha sido la Administración anterior… el año que viene la población argentina va a reafirmar su voluntad de cambio. Somos la expresión más genuina para expresar ese cambio.
P. Y la otra cara de la moneda. ¿Que la oposición esté dividida les beneficia?
R. Seguramente. La oposición… todos los que están postulándose para hacer las cosas mejor que nosotros son los que estuvieron antes y nos llevaron a esta crisis. A su vez, hay un proceso importante de discusión y de división en la oposición que de alguna amanera genera marco distinto.
P. Tiene sobre la mesa la discusión de una reforma laboral.
R. Argentina tiene dos grandes desafíos. Por un lado, el desafío local. Tenemos un mercado laboral que por sus características ha generado un desempleo informal del 25 al 30% durante 20 años. A pesar de crecer durante algún período no hemos podido solventar eso. Por otro, está la necesidad de adaptarnos al cambio tecnológico a nivel mundial. Desde la tecnología, procesos fabriles, nuevos servicios, apps. Ese desafío de corregir los desequilibrios del sistema, más adaptarnos a los cambios, requiere modernizar nuestro sistema de relaciones laborales. Ahora, esto requiere una discusión con los sectores empresariales y los sindicatos. Sin prejuicios, sin ideología, que muchas veces dificultan esa discusión. No tenemos mayorías en las cámaras, así que tenemos que lograr consensos para avanzar quizá no en la reforma que queremos pero sí en la reforma posible.
P. ¿Qué opina de la amenaza de un paro de 36 horas lanzada por los sindicatos?
R. Reconocemos que es un derecho constitucional, pero igual que no consideramos oportuno el paro de hace 20 días, tampoco este. Hoy pierde toda la sociedad con un paro. Mantenemos contacto diario con sindicatos, tenemos un foco puesto en el empleo, no queremos que esta crisis impacte en el empleo. Pero un paro no cambia la realidad. Hay mucho campo de coincidencia para seguir trabajando.