El macrismo utilizaría la Carta Orgánica del BCRA para echar a los directores que puso Axel Kicillof
Acorralado por el derrumbe de las reservas y el escándalo por las operaciones con dólar futuro, Alejandro Vanoli sabe que si el domingo gana Mauricio Macri la presidencia de la Nación tendrá las horas contadas. Después de amagar con atrincherarse en el Banco Central, el funcionario dio un giro y aceptó que podría irse de la entidad si triunfa la oposición en las elecciones presidenciales. Pero a pesar de que deje vacante la silla de la presidencia, los directores (en su mayoría afines a Axel Kicillof) prometen dar pelea. ¿Puede un presidente nuevo en el Central aplicar otras políticas con un directorio kirchnerista? En el macrismo saben que no y tienen la clave para deshacerse de los funcionarios K.
Sucede que en la mesa chica del Central hay cinco directores que responden directamente a Kicillof como Alejandro Formento, Mariano Beltrani, Germán Feldman, Juan Cuattromo y Bárbara Domatto Conti. Quienes responden directamente a Vanoli son sólo 2 personas: Pedro Biscay (que es vicesuperintendente) y Flavia Marrodán (que ya era asesora de Vanoli). Quedan dos personas que siguen jugando para el oficialismo, obviamente, pero sin afiliación tajante como el ex emisario de Jorge Capitanich en el Central, Sebastián Aguilera (vicepresidente segundo); y el eterno Miguel Ángel Pesce (un radical K que sobrevivió desde la época de Martín Redrado). Se descuenta que los dos de Vanoli se irían con una eventual salida del actual presidente, pero los 5 colocados por el ministro de Economía no tendrían intenciones de dejar su puesto en el corto plazo. Es más, podrían ser la «resistencia» del kirchnerismo duro en el Central contra las «políticas devaluatorias y neoliberales» del macrismo.
Ante eso, si es electo Macri, se pueden amparar en el artículo 3 de la Carta Orgánica del BCRA que justamente modificó el kirchnerismo en 2012. Lo hicieron para que no haya otro caso «Redrado», o sea un funcionario que no quiera cumplir las ordenes del Ejecutivo. Ahora, cerca de perder el poder, el macrismo puede utilizarlo en contra de los deseos kirchneristas. Ese artículo en particular dice que «el banco tiene por finalidad promover, en la medida de sus facultades y en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional, la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social».
La clave es «en el marco de las políticas establecidas por el Gobierno». «Si bien el BCRA en el ejercicio de sus funciones y facultades no está sujeto a órdenes, indicaciones o instrucciones del Poder Ejecutivo nacional, debe desenvolverse coordinadamente en el marco de las políticas establecidas por el Gobierno», dice el nuevo estatuto del Central. De ser así, entonces, no puede convivir un presidente del BCRA orientado a mover el tipo de cambio o devaluar la moneda para unificar el mercado del dólar con estos directores. Si no están alineados a la política cambiaria y monetaria que pueda llegar a imprimir un gobierno de Macri, deberán renunciar. De no renunciar, serían acusados de «mal desempeño de funcionario público».
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¿Quién sería el nuevo presidente del BCRA con Macri? Ayer sonó fuerte el rumor de que Pedro Lacoste, ex vice del Central cuando Alfonso Prat Gay estuvo en la presidencia, podría llegar a la silla de Reconquista 266. El economista es socio de Prat Gay en Tilton Capital, un fondo de inversión. Sería un hombre de confianza de el ex JP Morgan quien tendría a cargo el manejo de la deuda en default con los holdouts bajo un gobierno macrista.
Pero, son sólo rumores a este punto. Se sabe de la interna entre los referentes económicos de Macri. Carlos Melconian no tiene palabras demasiado elegantes hacia Rogelio Frigerio, por ejemplo, y Prat Gay y Frigerio suelen «cortarse solos» y dar diagnósticos de la economía no del todo avalados por el «jefe». Así, aún sin que Macri haya repartido las cartas, el equipo económico del macrismo sea como fuese buscará desprenderse de resabio K en el Banco Central si triunfa el domingo. Será, como suele pasar, un verano caliente en el BCRA.
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