La mirada crítica de dos experimentadas guías de la ciudad, que confrontan constantemente con las carencias y deben potenciar la oferta de los valores turísticos que ya existen en ella.

 

En una ciudad con perfil turístico hay muchas personas y sectores involucrados.  Dentro de ese esquema  las guías de turismo ejercen un rol importante ya que son directos intermediarios entre lo que nuestro medio ofrece y el turista que llega para conocerlo.  Stella Marys Roldan y María Ester Mansilla son dos de las más experimentadas y podríamos decir pioneras de esta tarea tan importante y necesaria. María hace memoria y cree que el puntapié inicial lo dieron en octubre del año 1990 cuando se realizó un curso sobre turismo desde la comuna. “Fueron tres meses de teoría y otros tantos de práctica”. De 110 personas que finalizaron fueron 10  las que en su momento y por decreto del entonces intendente Juan Carlos Stratta y considerando las que estaban más idóneas, fueron  “oficializadas” con el rango que les llevó a asumir esta tarea como medio de vida. “Nunca cobramos sueldo del gobierno municipal, nuestro ingreso es por las empresas que nos contratan”. Consideran a Chulengo Núñez y al mismo Stratta como dos personas importantes y adelantadas en el tema turístico.

 

Stella Maris nos dice que en los primeros años lo más significativo era el turismo religioso en la Abadía, donde ellas desempeñaron su trabajo que se extiende hasta la actualidad. “El entones abad Eduardo Ghiotto observó la posibilidad de organizar la llegada de personas ávidas de conocer el lugar y se contactó con ellas para organizar el constante peregrinar. “El abad quería también preservar el espacio y que las personas pudieran conocer otros lugares de la ciudad. Además, en su momento y para tener un conocimiento más amplio recibimos una formación religiosa muy intensiva para estar a la altura de nuestro trabajo en ese lugar que  llegó a albergar a diez guías de turismo”.

 

Después del puente

 

Ellas consideran que hasta la apertura del viaducto, Victoria tenía su fuerte en la pesca y la Abadía. María toma la palabra y asoman algunas observaciones críticas sobre la actualidad: “El turista elegía la ciudad por su geografía, la tranquilidad y seguridad, porque la gente era muy cercana y todo el mundo saludaba a quien pasara por su lado, que era un plus en el servicio que al turista le agradaba y mucho; hasta los chicos podían caminar solos por la costanera, y en un gran porcentaje eso ya no se da. En líneas generales el turismo ha caído. Nos está faltando bastante para ser una ciudad turística. Somos una ciudad con turismo. Nos están faltando conciencia en algunos aspectos. A nosotros nos sucede que un domingo tenemos que darle de comer a un contingente de 30 personas y no conseguimos lugar disponible”.

 

Stella y María coinciden también con que falta entretenimiento para los chicos. ¿Qué hacen ellos un día de lluvia? “Se van muchas veces a un shopping en Rosario ya que acá no tienen algo específico para ellos. Hay mucha ‘timba’ y poco espacio para los chicos. Y precisa que también faltan eventos o peñas para la gente mayor”.

 

Señalan asimismo como un déficit el hecho de haberse quedado la ciudad sin camping, y otras deficiencias como la falta de baños en la costanera, hay escasez de bancos, faltan parrilleros, y hay menos espacios verdes porque nos “han llenado de calles”. “También se observan arboles cortados a la entrada a la ciudad y muchas de estas últimas no están en condiciones. Y sobre el monte de los ombúes no podemos decir que lo vayan a visitar, ya que por negligencia o desinterés solo han quedado tres especies”.

 

Stella agrega que una de las cosas que son importantes y el turista lo valora es la parte arquitectónica, que es parte de la cultura de la ciudad y el visitante se asombra con esa realidad, con sus casonas y edificios antiguos, hermosos y bien conservadas. “Fue también significativa la puesta en valor y restauración del templo y los trabajos en el edificio de la Municipalidad”. También las guías elogian el accionar de la policía y de la salud pública a través del hospital Salaberry.

 

Es la visión de personas que confrontan constantemente con las carencias y deben potenciar la oferta de los valores turísticos que ya existen en la ciudad, por lo que su opinión, fundada en la experiencia cotidiana, es calificada. Les toca a ellas resolver cuestiones a veces insolubles, como que los ómnibus de turismo no pueden estacionar  en el microcentro a pesar de haber una ley nacional que permite que los mismos puedan parar y permitir 15 minutos para el descenso y otros tantos para el descenso de los turistas.

 

Rescatan y valoran el enorme esfuerzo que han realizado los prestadores de servicios, tanto los gastronómicos como los relacionados con alojamiento.  Observan que el inversor privado ha hecho mucho, mucho menos el Estado municipal, y que falta comunicación entre ambos.

 

Finalmente coinciden en su optimismo, basado en el potencial turístico de Victoria y en la esperanza de que se trabaje mucho para resolver las cuestiones antes mencionadas y quizás otras que no emergieron en este diálogo. “Sera el mismo turista el que nos exija y nos obligue a corregir lo que nos falta o aquello que debemos mejorar”, concluyen.

 

Fuente: Paralelo32.com