«Gustavo Rivas les ofrecía dinero, alcohol y pornografía»
La abogada de una de las víctimas celebró la condena de 23 años de prisión y contó detalles del caso. Pidió que vaya a la cárcel en Gualeguaychú.
Gustavo Rivas fue condenado a 23 años de prisión por ocho delitos por corrupción de menores y facilitación a la prostitución en Gualeguaychú. La sentencia se conoció en la mañana de este lunes, e involucra la condena del Tribunal de Gualeguaychú a ocho años de prisión por uno de los hechos imputados. Se suman otros siete delitos por los que también fue condenado.
Tras la sentencia, Estela Esnaola, abogada querellante de unas de las víctimas, celebró que tomaron la decisión judicial «con mucha alegría y la tranquilidad de haber cumplido tanto mi representado como yo y la labor del fiscal de que se hizo justicia». «Se hizo justicia por esa grave violación a los derechos humanos como se considera hoy el tema de la violencia sexual«, señaló.
La letrada insistió en la importancia de que vaya a la cárcel, cuya solicitud también la realizó la Fiscalía. «Pedimos en su momento que fuera de cumplimiento efectivo. La sentencia efectivamente tomó esa petición. Esperamos que sea de cumplimiento efectivo«, afirmó, en diálogo con Canal Nueve Litoral.
Esnaola informó que los abusos se concretaron en la década del 90. «Eran chicos, con promedio de 14 a 15 años. Es una edad de absoluta vulnerabilidad por el ofrecimiento que hacía Gustavo Rivas, de dinero, alcohol, material pornográfico», contó. Asimismo, respecto de quienes afirman que sabían lo que pasaba, retrucó: «La ley los protege hasta los 18 años. Son personas inconscientes del peligro que están corriendo».
En relación a la importancia que tiene esta medida judicial para las víctimas de Gustavo Rivas, reflexionó: «Poder hablar en casos de violencia sexual, después denunciar y obtener una sentencia acorde, es una parte de la sanación. Cuanto más grave es el delito requiere un tratamiento psicológico, psiquiátrico».
Asimismo, Esnaola consideró que «la sentencia pone a cada quien en su lugar; reconoce a la persona como víctima. Eran menores, totalmente inconscientes y no sabían el perjuicio que a largo plazo se les iba a ocasional«.