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Elizabeth Santángelo (*)

Alguien me contó esta narración que citaré a continuación, y que me parece apropiada, pensando en situaciones que surgen mediante ofensas, enemistades, controversias por manifestar dichos que pueden lastimar a los demás y que algunas veces resultan en injurias:

“Caminaba por la calle con mi padre cuando era niño y de pronto me preguntó:
– Además del canto de los pájaros, ¿escuchas algo más en esta calle?
– Si, contestó, el ruido de una carreta.
– Muy bien, me dijo, es una carreta y está vacía.
– ¿Vacía?, dije, ¿cómo lo sabes?
Mi padre, casi sin pensarlo, respondió:
– Muy fácil, cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace.
Desde entonces, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo, siendo inoportuna, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y menospreciando a la gente, me parece oír la voz de mi padre diciendo: “Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace”.

Hoy el “bla bla bla” está a la orden del día, y es posible que cualquier clase de comentario adverso hacia una persona o tal vez una institución, se tome como genuino y digno de tenerlo en cuenta.

Pero ¿qué hace que un “hablador” pretenda imponer su tesis?
Hay varias razones a tener en cuenta en quien manifiesta este inconveniente:
1) No está dispuesto a escuchar (con sus oídos), ni tampoco a oír (con su percepción espiritual).
2) Impone su opinión con superioridad.
3) Su ego se enaltece cuando cree que es importante lo que está diciendo.
4) Es propenso al enojo si no toman en cuenta sus ideas.
5) Se jacta de saberlo todo.
6) Llena espacios con palabras porque se siente vacío (como la carreta del ejemplo promoviendo mucho ruido)
7) Quiere tener siempre la razón.

Estas observaciones son útiles, porque en el discurso del hablador tal vez haya errores, crítica, injusticia, lo que ocasionará desacuerdo y hasta discusiones con sus oyentes.

¿Qué verdades pueden contribuir para contrarrestar y sanar esta clase de imposición?

La humildad es el poder espiritual que emana del Amor divino siempre presente, y “como cualidad humana, el glorioso significado del afecto es más que palabras, es la tierna y desinteresada acción hecha en secreto, la silenciosa e inocente oración; el corazón rebosante, que se olvida de sí mismo…”.

Eso lo dijo Mary Baker Eddy, la Fundadora del Movimiento religioso de la Ciencia Cristiana. Ella pasó por momentos difíciles, a causa de las injusticias que hacia ella se cometieron. Principalmente porque al ser mujer en el Siglo XIX, no la consideraban valiosa, y algunos tampoco creían que pudiera ser pionera de ideas para ayudar a liberar a la humanidad de la opresión mental y física.

Eddy llegó a ser una de las mujeres más conocidas en su época. Por eso, enfrentó calumnias. A fines de los años 1800 y principios del 1900 empezó y se desarrolló el periodismo amarillo, o sensacionalista, como lo conocemos hoy, que vende mucho y llama la atención. De esa manera, se difundió en el año 1907, debido a un proceso que tenía la intención de quitarle su fortuna y autonomía sobre sus negocios, que a Eddy le era imposible a la edad de 85 años estar al frente de una organización.

Ante todas las acusaciones, ella permaneció confiada y convencida de la efectividad de la ley divina.

Al responder varias preguntas, Eddy demostró que tenía una capacidad sumamente aguda al manejar sus asuntos personales, por lo tanto, el pleito no prosperó.

De la misma manera, hay una defensa espiritual disponible para todos.

Cuando uno es juzgado injustamente, se debiera pensar cuál es la intención del crítico. Puede ser por desconocimiento o bien por antipatía, ausente del verdadero sentimiento de bondad hacia al prójimo.

Tanto el que habla como el que escucha tienen la misma oportunidad de corregir equivocaciones. La buena intención con que nos expresamos es fundamental para derribar los muros de la incomprensión y establecer la justicia, así como la paz interior.

Deja que tu más alto sentido del bien te beneficie y benefice a quien te escucha. El Amor es la única influencia sanadora.

Elizabeth Santángelo (*)
Integra el Comité de Publicación, en Argentina, y escribe reflexiones desde su perspectiva como profesional de la Ciencia Cristiana.
Síguela en Twitter: @elisantangelo1 – Facebook: Elizabeth Santangelo de Gastaldi