Qué hacer con los celulares en el aula
«Pikachu mata realidades» la frase, que pertenece a la Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires Soledad Acuña, intenta describir el contexto actual. En un país donde existen más celulares que personas, las autoridades educativas deben trabajar sobre el impacto que causan las nuevas tecnologías y dispositivos móviles en la escuela.
Con su lanzamiento, Pokémon Go generó una gran euforia. Después de un mes de juego ya no se ve en los recreos de las escuelas a chicos corriendo con el celular en la mano. Situación que se daba sobre todo en algunos edificios escolares que fueron «pokeparadas» o «gimnasios», como el Carlos Pellegrini o la ORT.
Hoy se sigue jugando, pero los alumnos saben que «cazar» pokémones puede llevarlos a recibir un apercibimiento de parte de sus maestros si al jugarlo abandonan la clase. Esto llevó a que muchos padres preguntasen si se puede bloquear o filtrar el Pokémon Go en las escuelas, pero especialistas subrayan que no hay una forma de hacerlo, porque las aplicaciones móviles son muy difíciles de restringir. «No vamos a prohibir los celulares, pero establecemos reglas de convivencia», remarca Acuña.
No hay duda de que el celular es un elemento de distracción para los alumnos. Por eso la aparición de este juego virtual sirvió como disparador para preguntarnos cómo se adapta la escuela a convivir con los dispositivos móviles.
Desde el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires creen en la idea de propiciar un uso adecuado y medido del mismo para poder aprovechar su potencial pedagógico y también para comunicarse con los padres y la comunidad educativa de cada escuela. Según Acuña, «pronto se presentará una app para que los padres puedan bajar a su celular y seguir a través de ella tanto el boletín de sus hijos como todo tipo de información de lo que sucede en la escuela». La ministra anticipa que «en la segunda etapa del Plan Sarmiento se va a desarrollar otras aplicaciones para docentes y alumnos. Es que si queremos una escuela del siglo XXI tenemos que adaptarnos al lenguaje y costumbre de los chicos».
Para Acuña, el uso de la tecnología se utiliza cada vez más y mejor. La funcionaria adelantó a LA NACION que existe en la actualidad una prueba piloto para seguir la asistencia de los alumnos on line. «Nos va a permitir actuar con celeridad cuando detectemos casos de alumnos que falten reiteradas veces a clase sin justificación. Además, ya estamos trabajando en una plataforma llamada PIP, Pase de Inicial a Primaria, donde el docente de sala de 5 podrá cargar todos los datos del chico para que el maestro de primer grado que lo recibe en la primaria pueda ingresar y contar con esa información y no tener así que comenzar de cero», explica.
Aprovechar el celular en el aula
En muchos países la notebook en el aula está siendo reemplazada por dispositivos móviles inteligentes con herramientas de software pedagógicas. En la CABA desde hace un tiempo se está trabajando, sobre todo en las escuelas técnicas, con distintos modos de incluir esa tecnología en la dinámica educativa.
Un buen ejemplo lo aporta la Escuela Técnica N°34, Ingeniero Enrique Hermite, donde los alumnos utilizan el celular para las clases de Matemáticas. Haydee Noceti, rectora del establecimiento, explica que «los alumnos de tercer año tuvieron la iniciativa de utilizar el celular en clases de matemáticas, en arte y en construcciones. Bajaron al móvil el programa GeoGebra, un software matemático interactivo, a través de cual pudieron ubicar tanto las características del Puente del Bósforo y saber sus tensores, sus curvas y medirlas, como observar la obra arquitectónica de Gaudí desde un punto de vista técnico. La docente agrega, entusiasmada: «Es muy lindo verlos tan concentrados y aprovechando esa tecnología, es un proyecto muy atractivo para ellos. De hecho en el primer trimestre ninguno sacó menos de 6 en su nota final». Funcionó tan bien la experiencia que este año los alumnos presentarán este proyecto en una Feria de Ciencia.
Pero no siempre fue así. Noceti remarca que a la escuela le llevó tiempo adaptarse al celular. «Antes era un problema, los docentes les pedían que dejen los celulares en su escritorio, pero ahora hablamos mucho con ellos. Entendemos su uso cuando son llamados por sus padres y permitimos atender el celular porque seguramente es por una cuestión de organización familiar, pero no pueden utilizarlo en clase ni para llamar, ni para entretenerse con juegos o redes sociales».
En la primaria
En el caso de alumnos de nivel primario, las escuelas trabajan de manera persuasiva. Stella Maris Africano, directora de la primaria N°17 Gauchos de Güemes de Villa Urquiza, afirma sobre el celular en la escuela que «si lo prohibimos generamos actos de rebeldía. Cuando comienza el ciclo lectivo le explicamos a los padres que está bien que los chicos lo traigan, pero mientras el celular no tenga ningún uso pedagógico lo mejor es que no esté en las aulas y lo entienden. Es tan así que desde el año 2013 los alumnos más grandes, de sexto y séptimo grado, decidieron auto regularse, y por propia decisión dejan sus celulares en una caja en Dirección y los retiran antes de irse. Cuando surgió el Pokémon Go lo hablamos en el aula y los chicos le contaron a los maestros de qué se trataba porque sabían más que ellos, pero nunca afectó el normal dictado de clases».
Nuevos desafíos
La dinámica de las nuevas tecnologías desafía al sistema educativo, pero sobre todo a los docentes que deben adaptarse cada vez más rápido a los cambios. Así sucedió con la aparición de la computadora. Al principio costó, pero con el correr del tiempo la escuela terminó incorporándola.
Vera Rexach, especialista en «TIC y Educación» de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), apoya el uso de los dispositivos móviles y considera que «es importante que el profesor habilite unos usos en clase, que se negocian en el contexto de cada materia, como tomar notas, capturar y compartir imágenes en base a una consigna, obtener de la red un dato sobre el tema que se trabaja en el aula como una definición de la RAE o una fecha clave, geolocalizar un suceso. También con el celular se pueden desarrollar otras prácticas, como tomar foto del pizarrón y compartirlo con el grupo para una tarea, grabar una breve exposición del docente para luego hacer una síntesis, o generar flujo de contenidos académicos en redes como Twitter o Instagram. Son todas puertas interesantes para dejar entrar el fenómeno a las aulas, sobre todo teniendo en cuenta que el dispositivo, de todos modos, ya está ahí y no tiene intenciones de irse», subraya.
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