Un acto mínimo, al alcance de cualquiera, puede marcar la diferencia entre una comida liviana y una tarde con malestar.

La microbiota intestinal se fortalece con variedad y calidad alimentaria. (Foto: Adobe Stock)
La microbiota intestinal se fortalece con variedad y calidad alimentaria. (Foto: Adobe Stock

Comer apurados, sin atención o en estado de tensión es una costumbre extendida. Sin embargo, esa forma de llegar a la mesa bloquea al sistema parasimpático, la rama del sistema nervioso que debería activarse para facilitar la digestión. El resultado es un cóctel de malestar: gases, acidez, pesadez o sensación de “panza dura”.

La anestesista y experta española en respiración funcional Sol de la Torre advierte que muchas veces el problema no es solo lo que comemos, sino cómo lo hacemos.

“Uno de los problemas es que no escuchamos la señal de saciedad de nuestro cuerpo. Seguimos comiendo por inercia y ese exceso nos hace daño: pesadez, hinchazón, problemas gastrointestinales en general… La digestión no va a ser óptima ni eficiente”.

Cuando hay sobrecarga, también lo nota la respiración. El diafragma se tensa, la hiperventilación aparece y el trabajo de órganos y músculos se vuelve menos eficiente. En este punto, la respiración consciente actúa como un botón de reinicio que devuelve equilibrio.

Respirar bien para comer mejor

Aunque no podemos controlar la digestión de manera directa, sí podemos incidir en el sistema nervioso que la regula. Para Sol de la Torre, la clave es el ritmo: “La respiración es la directora de orquesta del sistema nervioso autónomo”. Su propuesta es un ejercicio de dos minutos con respiraciones diafragmáticas, suaves y lentas, en proporción 1:2: inhalar durante 2 o 3 segundos y exhalar el doble de tiempo.

La nutricionista chilena Fran Sabal, fundadora de la Escuela de Nutrición Emocional, complementa esta mirada: “El oxígeno está involucrado en la combustión de los alimentos; gracias a una correcta respiración se metaboliza mejor la comida y se beneficia la absorción y la digestión”.

Respirar lento y profundo antes de comer ayuda a activar el sistema digestivo. Foto: beeboys - stock.adobe.com
Respirar lento y profundo antes de comer ayuda a activar el sistema digestivo. Foto: beeboys – stock.adobe.com

Sabal recomienda aplicar esta práctica antes, durante y después de comer. Tres respiraciones profundas al sentarse, una entre bocado y bocado, y otras tres al terminar. Ese gesto ayuda a:

  • comer más despacio
  • reducir la ansiedad
  • activar al organismo para procesar los alimentos sin molestias.

La especialista también destaca pautas simples para ordenar la mesa: tomar un vaso de agua antes de comer, servir porciones moderadas y evitar poner todos los platos a la vez. Así se controla la ansiedad y se escucha mejor la señal de saciedad, que tarda entre 10 y 20 minutos en llegar al cerebro.

La microbiota como aliada silenciosa

La respiración y la atención plena se complementan con otro actor decisivo: la microbiota intestinal. Según Sabal, una microbiota diversa se asocia a mejores digestiones y a un sistema inmune más fuerte. La variedad alimentaria es la clave: quienes consumen unas 30 frutas y verduras diferentes por semana logran un ecosistema más equilibrado que quienes repiten siempre lo mismo.

La calidad también importa. Los alimentos ultraprocesados, ricos en aditivos y químicos, deterioran las bacterias intestinales, favorecen la inflamación y abren la puerta a trastornos digestivos y metabólicos.

Adoptar una postura inapropiada, como encorvarse mientras estás sentado, puede ralentizar la digestión. (Foto: Adobe Stock)
Adoptar una postura inapropiada, como encorvarse mientras estás sentado, puede ralentizar la digestión. (Foto: Adobe Stock)

El gastroenterólogo estadounidense Kyle Staller, del Hospital de Massachusetts y experto de Harvard, agrega un factor poco considerado: la postura. Estar encorvados o comer de pie comprime el abdomen y dificulta el movimiento del diafragma. Sentarse erguido, con pies apoyados y hombros relajados, favorece la digestión y reduce la hinchazón.

El plan práctico de cuatro pasos en la mesa

  • Antes de comer: sentarse erguido, soltar hombros, hacer tres respiraciones profundas.
  • Durante la comida: una respiración entre bocado y bocado, masticar despacio, sin pantallas.
  • Al terminar: tres respiraciones más para darle al cuerpo la señal de descanso y digestión.
  • Extra: hidratarse con un vaso de agua antes de comer y servir porciones moderadas para evitar excesos.