Declaró como testigo el director del hospital de Victoria, quien aseguró que es «irracional» e «imposible» que el IPP haya funcionado como «institución abierta». Contradijo así el argumento defensivo de Torrealday, Vainstub y Rossi, quienes dicen que no atendieron a los mellizos Valenzuela Negro.

Durante la tercera jornada del juicio oral y público que se sigue a los médicos Miguel Torrealday, David Vainstub y Jorge Rossi, por robo de bebés durante la dictadura, uno de los testigos rechazó de plano la posibilidad de que los imputados pudieran haberse mantenido ajenos a la internación de pacientes en la unidad de cuidados intensivos neonatológicos del Instituto Privado de Pediatría (IPP), donde trabajaban y de la que eran y son propietarios. En esa clínica paranaense estuvieron internados los hijos mellizos de los detenidos desaparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela, que nacieron en el Hospital Militar de Paraná en marzo de 1978. El mellizo varón continúa sin ser localizado.

Edgardo García, actual director del hospital Fermín Salaberry de Victoria, fue convocado por la querella como testigo para que brindara precisiones sobre la práctica médica en base a su experiencia y conocimientos. Esto obedeció a que la explicación de los imputados es que en aquel momento el IPP era una «institución abierta», donde cualquier médico podía internar allí a sus pacientes, atenderlos y darles el alta sin que ellos se enteraran. Este es el principal argumento defensivo que vienen sosteniendo desde hace más de una década, con el objetivo de desvincularse de la sustracción y sustitución de identidad de Sabrina Valenzuela Negro y su hermano «el Melli», quienes salieron de ese Instituto el 27 de marzo de 1978 sin que se sepa quién se los llevó.
García –médico tocoginecológico y con un posgrado en Administración Hospitalaria– fue consultado por la posibilidad de existencia de una «institución abierta» como modo de internación. «No es de un servicio médico racional. Eso no debe haber podido existir nunca en ningún lugar del país. Es imposible», respondió enfáticamente.
El testigo precisó que en toda unidad de cuidados intensivos, como una neonatología, «no puede intervenir otro médico en la atención» que no pertenezca a esa unidad. «En esa época con más razón, porque la neonatología estaba naciendo y había que tener mucho más cuidado», añadió.
Ante las consultas de las distintas partes en el juicio y del juez Roberto López Arango, indicó que existe reglamentación que establece estos procedimientos. «La atención se delega en los médicos de la unidad de cuidados intensivos. Un médico de afuera solamente puede ingresar como visita», expresó.
Por otra parte, indicó que en el supuesto de la internación de un bebé abandonado, o del que se desconoce quiénes son los padres, el protocolo indica que se debe hacer una denuncia y dar aviso a la Justicia para que intervenga.
Torrealday, Vainstub y Rossi no han prestado declaración hasta el momento en este juicio, pero sí lo hicieron tanto en calidad de testigos en la causa Hospital Militar, como en carácter de imputados en la que está ahora en juicio. Siempre se defendieron diciendo que desconocen quién internó a los mellizos, quién los atendió, les dio el alta y los entregó a personas que no eran sus progenitores, por el hecho de que era un sistema abierto. Esto fue desestimado por la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná cuando les dictó el procesamiento, entendiendo que existe responsabilidad por la desaparición de esos bebés por tratarse de los médicos y propietarios del lugar; especialmente de Torrealday, por ser quien oficiaba de director.
Se presume no solamente que sí conocieron el caso, sino que fueron ellos quienes los atendieron y les dieron el alta, sin dar aviso a la Justicia. Esto se basa en testimonios que existen en la causa. Además se realizan pericias para corroborar si fueron ellos –o alguno de ellos– quienes intervinieron en el registro de los pacientes con nombres falsos –NN López y Soledad López– en el llamado «libro de producción» del IPP, ya que se comprobó que en tales anotaciones intervinieron tres caligrafías distintas.
Al mediodía, el juez y los representantes de la Fiscalía, la defensa y la querella fueron a tomarle declaración a una ex enfermera del Hospital Militar a su domicilio, puesto que no podía trasladarse hacia el tribunal por razones de salud. El juicio continuará el viernes con las declaraciones de trabajadores y trabajadoras del IPP y el hospital San Roque, entre otros testigos.
Conexión con el Hospital Militar
La audiencia de este miércoles comenzó con la declaración de una mujer que se desempeñaba como partera en el Hospital Militar en la época de los hechos, junto a los ginecólogos Mario Cantaberta y Domingo Bottero Brollo. Dijo desconocer el caso de los mellizos Valenzuela Negro, pero admitió la conexión entre este nosocomio y el IPP para el traslado de niños que necesitaban atención pediátrica cuando no había profesionales de esa especialidad. «Se derivaban chicos al IPP o al Hospital de Niños San Roque», dijo. «Se llamaba al IPP por teléfono e iban los médicos y trasladaban a los bebés», agregó. Dijo también que para el traslado se podían usar incubadoras de cualquiera de las dos instituciones.
Aunque en un primer momento señaló que el la clínica privada no tenía ambulancia, luego se rectificó cuando le leyeron una anterior declaración en la que afirmaba que «iba el doctor Lorenzo Torrealday del IPP a buscar niños en la ambulancia del IPP».
Por otra parte, una ex trabajadora del IPP dijo que los cuatro médicos –Torrealday, Vainstub, Rossi y el fallecido Ángel Schroeder– eran los encargados de atender a los pacientes, darles el alta y entregárselos a los familiares.
Testigo directo
Una enfermera de terapia intensiva del Hospital Militar se mantuvo en sus dichos respecto a lo ya declarado en anteriores oportunidades. Ella dijo que una tarde de 1978 recibió en el área donde trabajaba a la beba mujer que luego resultaría ser Sabrina Gullino (apellido adoptivo) Valenzuela Negro, y junto al médico Alfredo Berduc la atendió, la aspiró; estaba cianótica, con insuficiencia respiratoria. Señaló que Berduc trataba de comunicarse con la guardia del hospital para conseguir la derivación al San Roque o al IPP. También estaba allí presente el jefe de Terapia, Juan Antonio Zaccaría, quien fue condenado en 2011 por este caso y ya falleció.
La testigo no vio a la madre, pero cuando finalizó su turno y se retiraba del nosocomio, vio «muchísimo» militares custodiando una sala donde –según comentarios– iba a estar la madre. También se enteró por dichos que los bebés eran dos mellizos y que los habrían derivado al día siguiente.
La enfermera confirmó también que fue ella quien le puso Soledad a la niña, el mismo nombre con el que la internaron luego en el IPP. «Yo le pregunté al doctor Berduc si le podíamos poner Soledad, porque no me gustaba el NN con el que la habían anotado».
UNO ENTRE RIOS