¿Te duelen las rodillas? Estas son las seis causas más comunes
Cada etapa de la vida tiene sus problemas característicos, pero también sus estrategias para controlarlos.
El dolor crónico puede durar semanas, meses o incluso años. En gran parte de los casos, el problema se localiza en la articulación más grande y compleja del ser humano, la rodilla, y es habitual que el origen esté relacionado con la edad. Pero hay otras causas.
No hacer ejercicio y ganar peso también acaba convirtiéndose en un suplicio para las rodillas. Pasarse con la exigencia al hacer ejercicio puede desencadenarlo, en otras ocasiones es el trabajo el que lo motiva.
1- El dolor de crecer demasiado rápido
Hay chicos y adolescentes que sufren el dolor de rodillas localizado en la cara anterior de la articulación. Suele aparecer cuando están sentados, al estirar las piernas para ponerse más cómodos o al levantarse. Para estos jóvenes, las escaleras se vuelven un tormento, especialmente bajarlas, y, habitualmente, los estudios de resonancia magnética no detectan problema alguno.
«Muchas veces también está presente un brote de crecimiento próximo al momento en que empezó el dolor, junto con un hábito inadecuado –por ejemplo, malas posturas como sentarse doblando demasiado las rodillas– o un abuso en deportes intensos, con descansos mal planificados e insuficientes», señala Fernando Sanz Zapata, jefe de la unidad de Rodilla de la Clínica CEMTRO de Madrid.
Y continúa: “Los dolores tienden a desaparecer cuando cesa el estímulo que los produjo o simplemente cuando mejora su estado muscular. El reposo y la fisioterapia son las bases del tratamiento».
2- Una dolorosa factura por sobreexigencia
Suele pasarles a los jóvenes que preparan en poco tiempo pruebas físicas extremas como, por ejemplo, para acceder a las fuerzas de seguridad del Estado. Tienden a ser «abusadores de rodilla«, ya que recurren a rutinas exigentes de entrenamiento que son autodiseñadas, con todos los errores que eso puede acarrear.
«En muchos casos no llevaron una vida demasiado activa y están muy motivados porque ven en esta opción un empleo estable. Suele ser difícil explicarles que los dolores se deben al sobreesfuerzo, que su nivel de entrenamiento los está superando y que de no saber parar a tiempo pueden llegar a tener una lesión que precise tratamiento quirúrgico», advierte Sanz. Frenar el ritmo, por muy difícil que les parezca, es lo que deberían hacer.
3- Del sedentarismo al ‘running’, pasando por la consulta
Hacer ejercicio es uno de los mejores regalos que uno puede hacerle a su salud, pero conviene no pasar sin más de tener alergia al deporte a prepararse para correr maratones. Las articulaciones de las personas que no hacen correctamente la transición a una vida activa pueden sufrir bastante.
Por otra parte está el sobrepeso, uno de los factores de riesgo que mayor impacto tiene en la cadera, la rodilla y el tobillo: acelera la degeneración del cartílago -el de la rótula se lleva la palma- y la aparición de artrosis. Una resonancia magnética diagnostica los daños del menisco y edemas óseos, que son señal de que se cargaron un peso superior al que puede soportar el cuerpo.
En esos casos, los médicos recomiendan reposo, fisioterapia y una vuelta sosegada a la actividad física. También es aconsejable perder peso a través de la dieta y practicar deportes que tengan menos impacto que el running. «Hay que dejar los deportes más exigentes y duros para cuando se tenga el peso adecuado y una forma física suficiente. Correr siendo obeso no es la mejor forma de perder peso«, recalca el traumatólogo.
4- Los problemas de ‘trabajar’ la rodilla demasiado
Es el caso de mecánicos, plomeros, albañiles y otros profesionales que suelen trabajar de rodillas y en cuclillas, o que manejan mucho peso todos los días. Los especialistas también los consideran «abusadores de rodilla».
El uso de un calzado adecuado a las necesidades de cada persona puede reducir notablemente los dolores articulares.
«Es frecuente ver a un trabajador de edad media con dolor en la zona interna de la rodilla al agacharse, con episodios de hinchazón y sensación de enganche en ciertos momentos, es decir, el que suele tener ‘días buenos y días malos’. Es el caso típico de la rotura meniscal degenerativa, una condición natural asociada al envejecimiento articular que, en condiciones de carga más livianas, pasaría desapercibida clínicamente y que, aunque se observa en una resonancia magnética, no se opera si no da síntomas», describe el experto de la Clínica CEMTRO.
Sea cual sea la edad y el trabajo que tengamos, la manera de vestir los pies también influye. «El uso de un calzado adecuado a las necesidades de cada persona puede reducir notablemente los dolores articulares. En el caso de quienes padecen un desequilibrio en los ejes femorotibiales, se recomienda colocar cuñas en los zapatos para evitar o enlentecer el dolor y la degeneración articular, y corregir así el desequilibrio que evitaría una cirugía», indica Ramón Cugat, jefe del servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Quirón de Barcelona.
5- Artrosis: cuando la edad no perdona
Los años no vienen solos para ninguna región del cuerpo humano, y las enfermedades degenerativas acaban por aparecer. La artrosis va cercando las rodillas hasta que los cambios metabólicos aparejados al envejecimiento se traducen en una dolorosa reducción del espesor del cartílago.
También empeora su textura y la capacidad de transmitir las cargas se deteriora. A medida que la enfermedad progresa, la articulación se deforma y ensancha en un intento de aumentar la superficie para disminuir la presión, lo que hace perder movilidad y provoca crujidos.
A veces, las infiltraciones ayudan puntualmente. En etapas finales de la enfermedad, y si el tratamiento conservador fracasó, la prótesis es el tratamiento definitivo.
Sus recomendaciones para sobrellevar la artrosis, previa consulta con el especialista, son mantener hábitos de vida saludables como no ganar peso, hacer actividad física regular que no genere dolor, recurrir a la fisioterapia y tomar antiinflamatorios durante el tiempo indispensable cuando se presente una crisis.
«A veces, las infiltraciones ayudan puntualmente. En etapas finales de la enfermedad, y si el tratamiento conservador fracasó, la prótesis es el tratamiento definitivo». Además, «una dieta adecuada con aporte suficiente de nutrientes, minerales y vitaminas, ejercicio diario adecuado a sus capacidades y controles médicos periódicos son hábitos a tener en cuenta», añade Cugat.
6- Artritis, de la inflamación a la prótesis
La artritis reumatoide es el paradigma de las enfermedades inflamatorias que afectan simultáneamente a muchos órganos, además de las articulaciones. Se definen por un problema de autoinmunidad que, si no se trata adecuadamente, puede destruir rápidamente la articulación.
Quienes la padecen constituyen el foco de atención de la reumatología. Sanz explica: «Cursan con dolor, inflamación y entumecimiento que tarda mucho tiempo en mejorar ‘con el calentamiento’, una vez el paciente se pone en marcha. Con los nuevos tratamientos, se controlan muy bien y rara vez debemos tratar antes de lo esperado a estos pacientes. Lo habitual es encontrarlos en las consultas a edades avanzadas para valorar la colocación de una prótesis total de rodilla».
«Con los nuevos avances en el diseño, se pudo extender su empleo a casos de gente no tan mayor, en los que la destrucción de la articulación hace que no haya otra alternativa plausible de tratamiento, por ejemplo, en personas con artrosis de rodilla por un accidente de tráfico. Si bien el dolor y la funcionalidad de la rodilla mejorarán, su expectativa vital puede superar a la vida útil de la prótesis y precisar un recambio al llegar a una edad avanzada«, subraya el experto.
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