Tomalo vos, dámelo a mí: las bacterias que "transporta" el dinero
A nadie se le ocurriría (¿o sí?) bajarse del colectivo y «pelar» un caramelo y llevárselo a la boca. Menos aún (¿no es cierto que no?) salir del baño sin lavarse las manos e ir directo a la cocina a prepararse un sándwich. Entonces ¿por qué son tan pocas las personas que luego de tocar dinero lavan sus manos?
Si hay objeto difícil de controlar por cuántas manos pasó es el dinero. Con menos razón podremos saber si las miles de manos por las que pasó un billete antes de llegar a nosotros estaban correctamente higienizadas.
Así y todo, según un reciente estudio realizado en Europa, sólo una de cinco personas lava sus manos después de tocar dinero. Una investigación inicial llevada a cabo por MasterCard en conjunto con la Universidad de Oxford en 2013, resaltó que el billete promedio europeo contiene 26 mil bacterias que podrían ser potencialmente dañinas para nuestra salud.
El reciente estudio fue hecho durante marzo y abril con más de 9 mil consumidores de 12 países y resalta cómo, a pesar de ser calificado como menos higiénico que las barandas de transporte público o la comida comunal como pochoclos en un bar, los europeos tienen problemas para romper con el hábito de utilizar dinero en efectivo. Mientras que los encuestados en el actual estudio reconocieron el potencial peligro a la salud que representa manejar efectivo, hubo un significante porcentaje de «decir-hacer», es decir, una gran distancia entre las personas que creían que el efectivo es sucio y las que de hecho hacen algo al respecto.
Consultado por Infobae, el doctor Enrique Casanueva, infectólogo pediatra del Hospital Universitario Austral, aseguró que es innumerable la cantidad de virus y bacterias que pueden «vivir» en un billete. «Diversos tipos estafilococos, salmonella, rotavirus; todos son microorganismos que tienen capacidad para vivir en el medioambiente», explicó.
Acerca de qué podemos contagiarnos por no lavarnos las manos después de tocar dinero, el especialista detalló que «desde infecciones de piel, diarreas por salmonella o rotavirus hasta infecciones respiratorias».
Tras asegurar que «el dinero se comporta como un picaporte o mesada» en el sentido que almacena virus y bacterias, Casanueva remarcó que «muchos de esos persisten durante horas en las superficies«.
Si bien tres cuartos de todos los europeos encuestados como parte del estudio estuvieron de acuerdo en que deberían ser cuidadosos cuando se trata de manejar efectivo, debido a los gérmenes que pueda contener, los resultados mostraron que es más probable que lavemos nuestras manos al hacer otras tareas, como tocar un animal (46%) o viajar en transporte público (36%).
«Estamos rodeados por microorganismos pero se sabe que ante determinadas conductas se debe prevenir», aseguró el especialista, quien consideró que la conciencia de la importancia del lavado de manos es cíclica en nuestra sociedad.
«La gente cuando aparecen casos en los medios toma conciencia. Por ejemplo tras la noticia de casos de cólera se redujo la hepatitis A y las diarreas en general porque los hábitos reducen los riesgos de todas las enfermedades que se transmiten de la misma forma», ejemplificó.
Otro caso de estudio lo representan los hospitales, donde se supone que el porcentaje de lavado de manos entre los médicos debería ser del 100%, relevamientos indicaron que en algunos centros de salud es hasta menor del 50%.
«Según estudios los médicos se lavan después de ver al paciente pero no antes, lo que denota que lo hacen más por autoprotección», destacó Casanueva.
Abandonar el efectivo, ¿la solución?
Sobre la reticencia a romper con el hábito de pagar con efectivo, la psicóloga Donna Dawson señaló que el dinero, en forma de billetes y monedas, es el modo más visible que se tiene de mostrar el poder económico y el éxito individual. «Es por eso que sea difícil para las personas asociarlo a algo negativo«, consideró. Y agregó que «el 40% de aquellos encuestados reconocieron que no tenían control sobre quién manejaba su dinero antes que ellos y, como consecuencia, muchos de nosotros tratamos de no pensar sobre las cosas que no podemos controlar; un 38% admitió que nunca piensan en eso», concluyó Dawson.
El doctor Jim O’Mahony, conferencista de Ciencias Biológicas en el Instituto Cork de tecnología en Irlanda, comentó que «previos estudios mostraron que el billete europeo promedio contiene 26 mil bacterias«. Con esto en mente debería haber una concientización mayor de que manejar efectivo puede ser visto como una práctica potencialmente peligrosa. Si bien no hay guías de comportamientos firmemente adoptadas sobre cómo utilizar efectivo, sería aconsejable que nos volvamos más conscientes de nuestra propia higiene, especialmente durante épocas de brote de enfermedades».
Chris Kangas, representante de los Pagos sin Contacto para MasterCard Europa, añadió: «Lo que es más evidente de los resultados del estudio es que, a pesar de ser conscientes de la poca higiene del efectivo, los europeos aún tienen problemas para romper el hábito de gastarlo. Utilizar métodos de pagos sin contacto no son sólo una manera innovadora de pagar pero también ayuda a eliminar un poco de la bacteria y los gérmenes que sabemos que se transmiten cuando manejamos y gastamos billetes o monedas».
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