El año que termina deja su impronta marcada a fuego en esta ciudad apacible. Pasaron hechos muy importantes, que para ojos de muchos pueden haber sido imperceptibles. Hechos trágicos, violentos, que nos obligan a reflexionar sobre nuestra vida en sociedad. Otros relacionados al avance de la cultura, del crecimiento de la comunidad y de nosotros como actores activos que la van modificando, moldeando, actualizando.
Este año se cumplieron diez años de la inauguración del enlace vial, no hace falta recordar cómo la unión a Rosario influyó en la vida de todos los ciudadanos de esta tranquila comarca, que sopló doscientas tres velitas. Se inauguraron obras importantes, entre ellas el ansiado edificio que fue estrenado por la Escuela de Comercio, la polémica fuente de la plaza, la restauración del soberbio edificio Municipal, la inauguración de otro lugar de encuentros frente al que fue protagonista de una publicidad nacional de bebida de cebada, hoteles, hosterías, cabañas, todo lo necesario y requerido para brindar a los miles de turistas que se acercan a pasar la temporada estival en este destino.
Como toda ciudad en crecimiento no estuvimos exentos de hechos delictivos, trágicos, que se cobraron un número de vidas que no nos enorgullecen. Accidentes en los que perdimos también valiosas vidas de jóvenes que en sus actitudes temerarias, condujeron sus motos más allá de los límites y de la lógica, tema para tratar con mucha celeridad y rigor desde el primer dia del año que entra, para que no se nos vayan más vidas, para que se tome conciencia, para que se respete y se valore la vida, propia y ajena.
Tuvimos grandes hacedores en la ciudad que nos dejaron antes de lo previsto: Chulengo, que decidió irse a través del medio que más amaba, el río, pérdida que todavía nos cuesta asimilar, porque aún muchos esperamos cruzarlo a la vuelta de la esquina.
Fuimos escenario de otra producción nacional cinematográfica, además de ser visitados por toda una constelación de estrellas del espectáculo durante el año, que vienen a mostrarnos su arte al conocido hotel casino de la costanera.
Testigos directos de un matrimonio “trans”, supimos en carne propia eso de que el amor no elige: se da, se siente, se vive, es libre… de lo importante que fue la Ley de Géneros, para darle a cada persona la libertad de SER y enseñarnos de que la sexualidad es algo íntimo y privado, y reafirmar en nosotros la tolerancia, la aceptación y el respeto.
Si hace veinte años atrás, alguien hubiese leído el futuro y nos hubiera dicho que Victoria en el 2013 iba a tener todo lo que tiene ahora, nos hubiéramos reídos incrédulos. Esta ciudad vivía de espaldas al río,centralizaba todas sus actividades alrededor de la plaza principal, que celosamente abría sus puertas a nuevas propuestas, que de a poco se fue agiornando sin perder si identidad ni su impronta de pueblo plácido y cordial.
Hoy somos más que visibles, somos un destino turístico importante del circuito entrerriano, tenemos todo, playas, casino, carnavales, termas, hoteles, campo, río… pero no perdimos la pachorra entrerriana, por eso nos eligen.
Y viendo el futuro con los mejores cristales, la evolución de nuestra ciudad con su pro y sus contras nos debe poner orgullosos y llenarnos de esperanzas. Esperanzas de un futuro acá, entre nosotros, en familia, conviviendo con el trabajo y las raices que nos sustenten aferrados a los afectos pueblerino.