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El titular de la Pastoral Social de la Iglesia Católica, monseñor Jorge Lozano, consideró que es “muy bueno” que haya un plan sistemático contra el narcotráfico, pero que también hay que trabajar fuertemente en la prevención y educación. Quien dejará próximamente de ser el obispo de Gualeguaychú afirmó que el tema hoy “tiene más visibilización”, lo cual adjudicó: “En parte, por los problemas vinculados con la seguridad y la violencia y en parte porque tenemos montones de adolescentes y jóvenes adictos que quieren recuperarse y no tienen adónde”, marcó. Por otro lado, volvió a referir preocupación por la cuestión social: “Hay problemas de hacinamiento habitacional en muchos lugares, particularmente en los barrios más pobres. Así que es un problema la cuestión social y el deterioro en la calidad alimentaria. Porque a la gente que gana el mismo sueldo le alcanza cada vez para menos y entonces reduce la cantidad de alimentos”, analizó.
El prelado dejará a fines de octubre la diócesis de Gualeguaychú para asumir como obispo coadjuntor de San Juan, decisión que consideró “un nuevo desafío”. Estuvo este viernes en Santa Fe para participar del congreso sobre “Familia y adicciones” organizado por la Universidad Católica de Santa Fe, donde también se presentó el informe del Observatorio Social de la UCA referido a Santa Fe. En ese marco, dialogó con El Litoral.

Consultado respecto a si se está haciendo más visible el tema de las adicciones, Lozano reseñó: “En la Iglesia, venimos señalando esta cuestión desde el año 2005. A nivel universal, desde el año 2000, cuando Juan Pablo II promovió encuentros en el Vaticano y promulgó un manual que se llama “Iglesia, droga y toxicomanía”, en el cual no sólo planteaba la problemática y algunas tareas sino también nos daba pistas para trabajar en las diócesis y en las conferencias episcopales. La denuncia sobre la situación del narcotráfico y de cómo empezó a incidir fue en una asamblea de obispos de toda América Latina y el Caribe en el año ‘92, cuando ya percibíamos algo del crimen organizado en este rubro. A partir de entonces, decidimos armar un equipo de trabajo y tenemos una comisión en la Conferencia Episcopal (de la que fui responsable por dos períodos)”.

“Trabajamos en tres carriles simultáneos: en la prevención, en la denuncia del narcotráfico y en la atención y acompañamiento a las víctimas. Nos parece que estos tres ítems son muy importantes. Coincido en que ahora tiene más visibilización, en parte, por los problemas vinculados con la seguridad y la violencia y en parte porque tenemos montones de adolescentes y jóvenes adictos que quieren recuperarse y no tienen adónde. Desde la Conferencia Episcopal, estamos alentando iniciativas, tanto de la Iglesia Católica como desde otros credos y de organizaciones sociales, para que trabajen en ese sentido”, completó.

Interpelado respecto a si el gobierno tiene mayor conciencia social sobre este tema, el prelado consideró: “Tanto desde el gobierno de Cambiemos como del Frente para la Victoria, porque algunos gobernadores que son del signo político del FPV ahora expresan públicamente su preocupación y son más permeables al planteo, cosa que antes no ocurría”.

“El presidente Mauricio Macri estuvo en diciembre de 2013 en un acto del cual participaron Margarita Storbizer, Fernando Solanas, Hermes Binner, Sergio Massa, Víctor de Gennaro, Sanz, Ricardo Alfonsín, Patricia Bullrich y algunos más. Fue por iniciativa de ellos porque en noviembre de ese año en la Conferencia Episcopal hicimos una declaración muy importante sobre el problema del narcotráfico y los referentes de los partidos políticos con representación parlamentaria reaccionaron. Hubo tres de ellos que pidieron venir a conversar a la Conferencia Episcopal y querían hacer una adhesión pública a la declaración. Elaboramos un primer borrador y se los entregamos para que circule entre los referentes de los partidos políticos. Lo enriquecieron notablemente y fue una declaración de algunos lineamientos a tener en cuenta en la prevención y lucha contra el narcotráfico. Así que hay gente del gobierno actual que estuvo en ese momento y que ha recogido esta inquietud”, observó.

“Insistimos, lo hemos dicho a las autoridades nacionales y en notas de prensa: es muy bueno que haya un plan sistemático contra el narcotráfico y el crimen organizado pero hay que trabajar de manera integral, hay que promover más centros de atención para los adictos y trabajar fuertemente en la prevención y en la educación para que sepan que no es cierto esto de que `un porro no hace nada´”, dijo.

Empleo, hacinamiento y calidad alimentaria

Sobre la situación social del país, de la cual también se ha pronunciado al Conferencia Episcopal, Lozano marcó: “Tratamos de ver cómo alentar la búsqueda de soluciones. La preocupación por la cuestión social no sólo es propia de la iglesia católica sino también de otros credos, fuerzas políticas y dentro del mismo oficialismo”.

“El ministro (de Trabajo, Jorge) Triaca, en su discurso en esta semana en la Cámara de Diputados, dijo que se habían perdido 120 mil puestos de trabajo y que se habían creado 35 mil. Eso no es un dato de la oposición sino que fue dicho por él mismo. En la misma línea, expresó que había algo más de 950 mil adolescentes y jóvenes que ni estudian ni trabajan, ni buscan trabajo. Y esto es una cuestión muy preocupante”, advirtió.

“Hay problemas de hacinamiento habitacional en muchos lugares, particularmente en los barrios más pobres. Así que es un problema la cuestión social y el deterioro en la calidad alimentaria. Porque a la gente que gana el mismo sueldo le alcanza cada vez para menos y entonces reduce la cantidad de alimentos; en muchos hogares, han dejado de consumir proteínas para consumir más hidratos de carbono y esto a largo plazo es un problema serio para los niños”, enfatizó.

Consultado sobre el anuncio realizado hace unos meses respecto a que ser abrirían más comedores de Cáritas, monseñor Lozano señaló: “En el mes de mayo, participamos de la Semana Social en Mar del Plata y hablamos de la fragilidad laboral advirtiendo esta situación de pérdida de fuentes de trabajo y decaimiento de los trabajos de changas o de cuentapropismo que ha disminuido mucho y abarca a un sector de la sociedad que no es el más pobre sino el de clase media-baja. Para estas personas, la situación es difícil porque no tienen seguro de desempleo, ni acceso a programas sociales, porque habitualmente no los necesitaban, y es gente acostumbrada a pagar el pan con el sudor de la frente”.

“La situación de inestabilidad económica hizo que algunos de buena posición económica no gastaran en algunas cosas que habitualmente gastaban, están guardando el peso. Y muchos albañiles, plomeros y carpinteros viven gracias a que una familia quiere cambiar la cañería en la cocina, arreglar el baño, ampliar una pieza, tareas que dan mano de obra a estos sectores informales. Así que ahí hay un retraimiento importante y un incremento en la cantidad de gente que busca ayuda alimentaria en comedores”, concluyó

Fuente: Análisis Digital