Cada vez que se dispara la cotización del dólar aparece la inquietud por saber cuántos países enfrentan ese cuadro y cuáles son sus consecuencias. Y la respuesta es sencilla: «muy pocos, porque los que tienen sistemas de cambios múltiples y restricciones discrecionales para operar, son países virtualmente aislados del mundo, porque son rechazados», destacan los expertos.

«La Argentina es la economía más grande entre las que aplican diversos cambios diferenciados, con exceso de controles, seguida por Venezuela con un PBI un 20% más bajo, del orden de 366 millones de dólares, y más atrás Irak 222.000 millones; Cuba 72.300 millones, Ghana 45.550 millones; Zimbawe 10.480 millones, junto a otras pequeñas naciones del continente africano, y no mucho más», recuerda el ex presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli.

EN CANTIDAD PUEDE HABER UN 20% DE PAÍSES CON CAMBIOS MÚLTIPLES, PERO EN TÉRMINOS DE PBI REPRESENTAN MENOS DEL DOS POR CIENTO DEL TOTAL

Las estimaciones más optimistas indican que sistemas de tipos de cambios diferenciados para el comercio exterior, el turismo, bursátil y realmente libre, de hasta 100%, se registran actualmente en un 20% de los países del planeta, en cantidad, la mayoría no socios del Fondo Monetario Internacional ni de organismos de comercio mundial, pero que en conjunto no llegan a significar ni el dos por ciento del PBI mundial de 74.310 billones de dólares corrientes, y menos aún del comercio internacional.

Para inflar un poco el cuadro, quienes están a favor de los sistemas de cambios múltiples suman a China, con un PBI de más de 9.300 billones de dólares, porque opera con un yuan convertible y otro no convertible, como también lo tiene Cuba. Pero no es comparable, por la apertura comercial que registra y la atracción de inversión extranjera directa, que le ha permitido alcanzar el liderazgo mundial en tenencia de activos en dólares y reservas monetarias internacionales en divisas.

Pero en general, a modo simplificado actualmente se encuentran tres sistemas cambiarios: régimen de paridad fija, como había adoptado la Argentina en los 90 con un dólar igual a un peso; flotante con intervención o no de la autoridad monetaria (flotación sucia o limplia) y dolarización plena, como los casos de Panamá y Ecuador.

NINGÚN PAÍS CON UN PBI DE MÁS DE 10.000 DÓLARES POR HABITANTE TIENE TIPOS DE CAMBIOS DIFERENCIADOS, A EXCEPCIÓN DE LA ARGENTINA Y VENEZUELA

Pero ninguno entre los desarrollados o en desarrollo, pero con un PBI superior a 10.000 dólares por habitante registra una situación como la que enfrentan los argentinos, sean exportadores; importadores; operadores financieros; familias con capacidad de ahorro reconocida por la AFIP que convalida mínimas compras para tenencia; turistas y público en general y también empresas que acuden al circuito marginal en busca de reserva de valor, frente a una economía que se contrae y precios internos que se disparan a un ritmo superior a 40% al año.

Ese cuadro explica que mientras en más del 90% de los países del mundo los precios suben menos de 10% por año, en la Argentina el régimen de exceso de controles de precios y de cambio y descontrol de las finanzas públicas que terminan usando las reservas de divisas del Banco Central para pagar gastos corrientes y también parte de la deuda pública, que de todas formas sigue creciendo nominalmente, el tipo de cambio de pesos por dólar sube más de 50% por año, en el oficial y más aún en el libre, y la brecha entre ambos se haya disparado a más de 70 por ciento.

Además, prevalecen diferencias de más de 100% entre la paridad efectiva que se le paga a los exportaciones del complejo sojero y la que se le cobra a los importadores de productos considerados suntuarios; junto a un 20% de recargo para compras para ahorro y 35% para el turista (aunque en esos casos algunos pueden recuperar la brecha un año después en valores nominales, porque en términos reales se licúa al ritmo de la inflación de más de 40% anual).