Recientemente un semanario de la ciudad accedió a los resultados de la Red de Monitoreo del Efecto de las prácticas agropecuarias sobre el agua, que realizó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en tres momentos del año de los períodos 2012-2013.

Este muestreo no solo comprendió los arroyos y riacho de nuestra localidad, sino que se realizó en los distintos afluentes y cursos menores de toda la provincia, a partir de cada agencia del INTA y con la participación de los técnicos de la actividad privada que quisieran sumarse.

Las muestras se tomaron en los períodos agosto-septiembre, noviembre- diciembre de 2012, y marzo abril de 2013, precisamente donde se concentran las actividades fundamentalmente agrícolas. Al respecto, el Ingeniero Raúl Brassesco, responsable de la Agencia INTA Victoria dijo a este Semanario que “la idea es monitorear tres cuestiones básicas, residuos de glifosato, de nitratos (fertilizantes nitrogenados), y residuos de fósforo (fertilizantes fosfatados)”.

Respecto de lo dañinas que pueden ser estas sustancias derramadas en el agua, nuestro interlocutor precisó: “Ya hacia comienzos del 1500 el médico y alquimista Paracelso advertía que en la naturaleza todas las sustancias son tóxicas, lo que  diferencia el remedio del veneno es la dosis; pero en este caso el nitrógeno y el fósforo son los fertilizantes que nos ayudan a producir todo el alimento que nosotros consumimos, y que aplicados dentro de las buenas prácticas no revisten riesgos para el ser humano”.

Brassesco advirtió que en Europa, por ejemplo, se da una gran contaminación de nitratos/nitritos en las aguassubterráneas, “fundamentalmente a raíz de la contaminación de las napas por exceso de fertilizantes, y de la poca productividad que entregan esos suelos; en cambio en nuestro país, los suelos son netamente superiores en rendimiento, y ello lleva a que los niveles de aplicación sean marcadamente inferiores, por productividad y por los costos”.

El ingeniero insistió en que se extrae más por los cultivos (granos) de lo que se repone en la fertilización.

En el caso de Victoria, la metodología fue “tomar muestras y buscar residuos en el agua, aprovechando la accesibilidad que brinda la Ruta Provincial Nº 11, desde Arroyo Nogoyá, pasando por El Ceibo (en el Matadero), Corrales (a la altura del Aeroclub), Manantiales (Tres Puente), y en el terminábamos Doll (en el puente sobre la ruta, que divide con el Departamento Diamante)”.

Las muestras fueron refrigeradas y enviadas a Paraná para su análisis. Esto genera que al tener miles de muestras, los resultados se hayan conocido casi un año después del registro. “Si alguna muestra daba positivo -léase por encima de lo permitido por el Código Alimentario Argentino (CAA)-, como fue en nuestro caso el Arroyo Nogoyá en agosto-septiembre de 2012, que nos dio 592 partes por billón de glifosato, se realizaba automáticamente la contraprueba”. Cabe aclarar que el límite de la presencia de glifosato es de 300 partes por billón.

— ¿A qué se puede ligar este dato?

_ “Si hablamos antes de las buenas prácticas, nuestras conjeturas apuntan a una máquina que haya sido lavada en ese arroyo, cuestión que está prohibida; o también puede generarse a partir de una aplicación reciente sobre un lote cercano al arroyo, seguida de intensas lluvias como las que se registran en los últimos años debido al cambio climático”.

Si bien habló de las dos posibilidades con bastante cautela, Brassesco se inclinaría más por la primera opción. “Nosotros siempre le recalcamos a la gente que las máquinas no se deben lavar en los arroyos. De hecho la mayoría de los productores cumplen con las normas y son muy estrictos, lo mismo que los técnicos. Pero aparecen estos casos que lamentablemente atentan contra una conciencia que se intenta afianzar”.

Luego de este dato de alarma, el ingeniero aseguró que no han aparecido más datos positivos en los meses subsiguientes, “Pero es importante que la población sepa que INTA realiza estos estudios científicos, y está alerta y monitoreando permanentemente”.  También generamos conciencia en productores y profesionales para que realicen las prácticas como corresponde y, gracias a Dios, la gran mayoría se ocupa de cumplir con las normativas al respecto. Hay una ley vigente que se debe respetar y hacer cumplir.

El profesional técnico también se refirió a otro caso donde se registró presencia de Nitrato, en una cantidad que supera las diez partes por millón del CAA (llegando a doce partes), registrado en el arroyo Corrales. “Estos estudios seguramente se repitan a la brevedad, y eso nos deja la tranquilidad de saber cómo y dónde actuar ante una situación de desborde en los indicadores, que reitero, generalmente están ligados a malas prácticas”.

“La mayoría de las muestras se realizan en base a la producción nuestra, aunque como ocurre con el Arroyo Nogoyá, sus nacientes están en otro Departamento, lo que dificulta poder determinar si la contaminación se genera allí, o en el nuestro”.

Riacho Victoria

Otro punto de análisis no menos importante para los victorienses es el riacho Victoria, donde los técnicos del INTA obtuvieron muestras a la altura del Pozo de Toma, pronto a restablecerse como lugar principal de extracción del vital recurso, “hicimos dos muestreos para todo lo que estamos analizando, y que dieron negativo a Glifosato, Nitratos, y Fósforo”.

Las desembocaduras de estos cursos de agua son otro gran tema, porque la mayoría de ellos van a morir al riacho, “pero la influencia más grande la tenés del Paraná, porque viene arrastrando todos los desechos de las ciudades establecidas a la vera del mismo, industrias, y demás, desde que nace en Brasil. Imaginemos las cloacas de millones de personas que son arrojados allí. Por ello, el delta entrerriano cumple una función determinante como servicio ecosistémico para 17 millones de personas. Una suerte de gran esponja que filtra todos los desechos para que nuestra agua siga siendo apta para la continuidad de la biodiversidad”, concluyó.