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Lautaro Sabio, el adolescente de 15 años que murió ayer luego de recibir un trasplante de corazón, esperó casi 13 días un donante. En este momento, en el país, 294 menores de edad esperan un órgano o trasplante de córnea; 18 de ellos, como Lautaro, buscan un corazón. El presidente de la Fundación Continuar Vida, Claudio Rizzuto, aseguró que “la búsqueda para un trasplante pediátrico es la más complicada de todas”. La dificultad radica en distintas variantes, pero la principal es el tamaño. La lista del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) tiene a 8.010 personas de todas las edades a la espera de un órgano. El año pasado, 1694 pacientes recibieron un trasplante; 146 eran menores.
Mía Valentina tiene dos años, es de Jujuy y está conectada a un corazón artificial en el Hospital Italiano de la ciudad de Buenos Aires. Desde agosto pasado espera un corazón. Damián, de tres años y residente de Moreno, lo espera desde hace siete meses. Están dentro de un grupo de 10 chicos que llevan hasta 12 meses esperando, según el Incucai. Hay otros ocho que tienen entre uno y hasta siete años en la lista.

“La búsqueda para un trasplante pediátrico es la más complicada de todas”, explica Claudio Rizzuto, presidente de la Fundación Continuar Vida, con seis años de trabajo en el país. Sobre todo, los trasplantes pulmonares, de intestino y de corazón. Tiene que ver con distintas variantes, pero la principal es el tamaño: “Es difícil conseguir, por ejemplo, un corazón que quepa en la caja torácica de un nene”.

Lautaro tenía 15 años y su contextura permitió que hasta un adulto pudiera ser un donante. Rizzuto señala que la urgencia del caso explica que Lautaro haya encontrado un corazón en días y que haya otro chico que tiene más de siete años esperando uno.

Los casos se dividen en tres categorías: selectivos, urgentes y de emergencia. A diferencia de Lautaro, hay quienes pueden esperar más tiempo conectados a un corazón artificial. Como Marianela Pacheco, de Unquillo, Córdoba, que estuvo conectada a un corazón artificial casi tres años. «Ya fue trasplantada, está muy bien y fue dada de alta», cuenta Rizzuto.

La falta de información es el principal obstáculo, dice Rizzuto: «Hay que desarrollar campañas de comunicación que den cuenta de su importancia y borren cosas absurdas que la relacionan, por ejemplo, con el tráfico de órganos».

También sucede que en algunos centros de salud no se detecta a tiempo a los posibles donantes. «Existen protocolos y pruebas que permiten identificar cuándo una persona que recién murió puede ser donante de órganos, pero en muchos hospitales no se avisa a tiempo», dice Rizzuto. Si se trabajan fuerte estos dos puntos, insiste, el tiempo de espera de chicos como Mía y Damián será más corto.

La lista del Incucai tiene en total a 8010 personas de todas las edades a la espera de un órgano. El año pasado, 1694 pacientes recibieron un trasplante; 146 eran menores. Con órganos de donantes cadavéricos se hicieron 1273 trasplantes y 421, con donantes vivos. La mayoría de los donantes (82 por ciento) fueron referidos desde hospitales públicos.

Fuente: La Nación