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La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica ratificó la prohibición de este dispositivo que es utilizado como placebo a la hora de dejar el hábito de fumar tabaco. Desde el organismo prohibieron «importar, distribuir y comercializar dichos dispositivos y todos sus accesorios (incluyendo los líquidos para recargarlos), como así también la publicidad de los mismos».

En mayo de 2011 la Anmat lo aseguró por medio de la Disposición 3226/11, teniendo en cuenta la falta de evidencia científica que avalara la eficacia del cigarrillo electrónico para la protección de la salud humana.

«La ratificación de la medida se ha tomado luego de un proceso de actualización de la búsqueda de evidencia científica al respecto. Concluido el proceso, se ha constatado que dicha evidencia es de baja calidad, en razón de la amplia variabilidad de diseños, heterogeneidad de dosis, tipos y generaciones de cigarrillos electrónicos utilizados», informaron.

«Del análisis de los estudios realizados, surge que los dispositivos en cuestión podrían provocar que algunos fumadores dejen el hábito en el corto plazo (seis meses) en comparación con el placebo. Sin embargo, las investigaciones no realizan la comparación con tratamientos aprobados y seguros empleados hasta el momento», agregaron.

Y evidenciaron: «Ninguno de los estudios es concluyente sobre los efectos adversos del cigarrillo electrónico a mediano y largo plazo, ya que los dispositivos aportan, en el vapor inhalado, una cantidad incierta de nicotina y de otras sustancias tóxicas. También se ha registrado en oportunidades la explosión de la batería del dispositivo, una complicación peligrosa de frecuencia desconocida».

Aseguran que el uso del cigarrillo electrónico, por el contrario al propósito por el que se comienza a usar, «puede perpetuar y reforzar el hábito de fumar». Además destacan que «Se encuentra probado que aporta sustancias tóxicas, siendo posible que favorezca el inicio en el tabaco de aquellos que nunca han fumado cigarrillos convencionales, en especial los adolescentes, quienes lo usan en ocasiones como elemento recreativo».

Desde el organismo concluyen que «en virtud de que las pruebas existentes son insuficientes para afirmar que los cigarrillos electrónicos ayudan a dejar de fumar y que tampoco se ha establecido su seguridad a mediano y largo plazo, la ANMAT ratifica lo establecido en el artículo 1º de la Disposición Nº 3226/11».