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Puentes mal diseñados, alambrado inadecuado, y falta de señalización que advierta la presencia de animales, son algunas de las anomalías

La conexión vial a Victoria, que corta al humedal como un tajo de cemento de 60 kilómetros, es un compendio de agresiones contra el ambiente protegido que significan las islas del delta del Paraná. A las denuncias que año tras año acumulan organizaciones ambientalistas de ambas orillas respecto al descontrol ecológico que existe en esa traza (caza y pesca ilegal, falta de información sobre el cruce de animales, nulos controles de velocidad, entre otros) se sumó esta semana un contundente informe de la Defensoría del Pueblo de la Nación respecto a los daños hacia la fauna silvestre que existen en esa ruta.

En ese sentido, la Defensoría le pidió a la Dirección Nacional de Vialidad que conforme una mesa de trabajo con los demás organismos competentes a fin de evaluar «las medidas constructivas y no constructivas para reducir o evitar el atropellamiento de fauna silvestre» en esa ruta en razón de una denuncia efectuada el pasado verano por el grupo El Paraná No se Toca (EPNST), cuando la creciente empujó a los animales a buscar refugio en el terraplén —única zona elevada— generando una inédita matanza de fauna por atropellamiento y un peligro extra para los conductores.

Puentes y alambrado. En relación a ese tema, desde la Defensoría destacaron que los puentes existentes a lo largo de la traza «no han sido diseñados sobre bases ecológicas a fin de permitir el desplazamiento de la fauna silvestre», sino para permitir el escurrimiento de las aguas y en el caso de los cursos navegables, para el desplazamiento de embarcaciones.

Respecto a la presencia de alambrado como «barrera protectora», la investigación de la Defensoría considera que «fue concebido a fin de impedir el acceso de animales mayores a la calzada, no siendo una medida eficaz para aquellos animales de menor tamaño».

Por otra parte, si bien el alambrado puede ayudar a que no pasen grandes animales en épocas con niveles del río no extraordinarios, «se torna ineficaz cuando hay una situación hidrológica diferente».

Por esos motivos, el ente considera que el atropellamiento de fauna silvestre «constituye un problema que justifica la investigación y la aplicación de las medidas efectivas para disminuir su frecuencia, adecuando la infraestructura vial a fin de permitir el desplazamiento de la fauna y al mismo tiempo mejorar la seguridad vial».

Para eso sugiere la construcción y el mantenimiento de obras como pasafaunas adaptados a las particularidades de las especies, reductores de velocidad, instalación de radares fijos y operativos de control de velocidad planificados.

Contrapunto. La respuesta de la Defensoría vino como respuesta a un informe del Occovi (Organo de Control de Concesiones Viales) que sostiene que la conexión vial cuenta con puentes que permiten el paso de animales silvestres durante las épocas de niveles hidrométricos «no excepcionales» del río Paraná, así como con un alambrado de cinco hilos que se completó en el 2008 con 2 hilos adicionales en aquellos sectores donde se registran mayores cantidades de incidentes.

Ese organismo afirmó además que existe cartelería preventiva e informativa sobre la presencia de animales sueltos a fin de que los usuarios extremen las precauciones, y que ante una situación hidrológica extraordinaria «se reparten folletos de concientización en la estación de peaje».

A pesar de las palabras y la teoría, nada de eso se constató en la práctica durante los meses del verano pasado, cuando quedó claramente expuesto que los puentes no fueron diseñados como pasadores de fauna, que no hubo cartelería específica sobre el tema y que menos aún se difundió información por parte del concesionario, algo que en cambio sí hicieron de forma voluntaria integrantes de grupos ambientalistas.

En cuanto a los controles de velocidad, el Occovi informó que son potestad de Gendarmería, que a su vez explicó que no realiza controles en el lugar ni cuenta con radares fijos de velocidad.

Zona protegida. La ruta a Victoria tiene 60 kilómetros de largo y cuenta con 12 puentes en zona de islas vinculados entre sí mediante terraplenes.

Ese área es una transición entre las porciones Superior y Media del Delta del Paraná, una zona extremadamente rica desde el punto de vista ambiental al contar con una riqueza de fauna silvestre estimada en 243 especies entre mamíferos, aves, reptiles y anfibios.

La conexión vial afecta de manera directa los flujos naturales en alrededor de 376 mil hectáreas de islas, declaradas como reserva de usos múltiples de acuerdo a la ley de reas Naturales Protegidas de la provincia de Entre Ríos.

La Defensoría destacó además que la problemática de los atropellamientos «se ve influenciada por los pulsos de inundación del ecosistema», ya que la altura del nivel del Paraná provoca el movimiento de la fauna silvestre hacia las áreas más elevadas aumentando así los riesgos. Un tema del que oportunamente dio cuenta este diario.

Ese escenario se ha vuelto más imprevisible ya que —según la investigación— las fluctuaciones del nivel del río han cambiado notablemente.

«Años atrás las crecidas eran exclusivamente estivales, mientras que en los últimos tiempos se registran en cualquier momento del año. Como algunas de sus causas, puede mencionarse el uso del suelo aguas arriba, el manejo del caudal de las represas hidroeléctricas, y seguramente el cambio climático global».

Escribió:  Jorgelina Hiba para La Capital