Más allá de las expectativas generadas en torno a la venta del frigorífico San José, cuyo funcionamiento se encuentra virtualmente paralizado, el proceso de transferencia todavía no se ha cerrado. Así lo confirmó el ministro de Producción, Roberto Schunk. “Estamos en un proceso de negociación”, dijo con cautela el funcionario. 

“Acá no se puede decir nada hasta que no se firme el contrato de transferencia, sino queda en un hecho de carácter potencial”, deslizó sobre las tratativas que apuntan a reactivar la firma que emplea a 120 familias.

La operación de venta del emprendimiento productivo, que actualmente está en manos de una sociedad mixta con mayoría estatal, lo tiene a Schunk supervisando cada uno de los movimientos. Según trascendió, los interesados en adquirir la compañía serían empresarios nacionales y extranjeros: “Son dos grupos, uno de La Pampa y otro de Buenos Aires. Y también se sumaron dos empresarios del exterior”, acotó el titular de la cartera estatal.

“Hace varios meses que venimos trabajando, pero estamos muchos más avanzados, pero para eso hay que firmar. En este tipo de casos me gusta ser conservador”, expresó Schunk.

Con mesura
De esta manera, el ministro de la Producción le puso un freno al optimismo que se había instalado entre algunos sindicalistas de la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne.

Es que el sector anunció en tono rimbombante que mañana se concretaría la tan anhelada operación. Uno de los que alentó ese clima con sus declaraciones fue el secretario de Organización del sindicato, Carlos Molinares. “Estamos a la espera. El 3 de abril se firmaría la venta del frigorífico”, aventuró el dirigente. Por eso la mesura elegida por Schunk en sus palabras, conociendo que todavía está en juego la fuente laboral de cientos de familias entrerrianas.

Para despejar la incertidumbre que genera la falta de actividad, la primera decisión del gobierno y de los futuros compradores será reactivar la planta, con el mismo cuerpo de personal. Se sabe que los trabajadores cumplen una garantía horaria, con el atenuante de que se les adeuda un mes y medio de salario.

Una empresa que no despegó
Consumado el cierre en 2010 se temió lo peor. Pero dos años después la actividad se reactivó de la mano de un fuerte apoyo gubernamental. Pese a las promesas, nunca se cumplieron los objetivos planeados En ello influyeron los niveles de faena, uno de los motores de este negocio, que impidieron inyectar recursos necesarios para mantener la productividad. En los días que vienen habrá definiciones importantes sobre el tema.