Las labores se atrasan con los perjuicios económicos que causa
el retardo en la planificación agrícola de un productor, que salvo
excepciones, está ahogado por la falta de medidas agropecuarias
alentadoras.
Así las lluvias que se sucedieron en los últimos días
complicaron de manera considerable la implantación de granos
gruesos, muchos lotes fueron planchados y además con el suelo frío
perjudicaron la emergencia de las plántulas de soja.
De este modo, en muchos casos se tendrá que resembrar y volver
a invertir en la campaña 2015-2016, mientras que el agricultor
argentino aguarda un financiamiento que no llega, la eliminación
de las retenciones y los permisos de exportación (Roes), así como
políticas que impulsen la competitividad y los aspectos rentables.
La situación se complica porque estar al límite de la cosecha
de grano fino, son los trigos, que si persisten las lluvias, los
que se lavan y bajan su peso hectolítrico y la proteína, lo que
perjudica su apreciada calidad panadera.
Los cultivos de arveja también se ven afectados en su
calidad por manchado, blanqueado y pérdidas por dificultades en
la cosecha, al igual que las colzas.
Las siembras que se atrasan perjudican los futuros rindes
mientras que las malezas se multiplican por malas aplicaciones o
tardías de fitosanitarios: todo contribuye a que la cosecha
gruesa, su superficie y oportunidad de siembra merme.
Otra tarea que se complica en la cosecha fina, es su traslado a
los acopios por el mal estado de los caminos rurales anegados y al
ser cosechados los granos con alta humedad en el suelo producen un
«huellado» que perjudica la implantación con las máquinas, luego,
de soja o maíz de segunda.
Si un productor quiere sacar el grano acopiado en su
establecimiento para venderlo no puede hacerlo porque las vías
rurales no están aptas para su traslado.
Lo concreto es que las lluvias ya superan el promedio histórico
de noviembre en la zona núcleo, explicó la Guía Estratégica para
el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario.
El primer encuentro con «El Niño» dejó un fuerte coletazo de
lluvias y granizo, luego de la semana de inestabilidad que comenzó
el pasado lunes, los acumulados de la región superaron
holgadamente las medias estadísticas de noviembre.
Los frentes que descendieron desde La Amazonia también dejaron
mucha agua en el Litoral, en el norte de Santa Fe, Chaco, Formosa
y en el área que une a Entre Ríos con Corrientes.
José Luis Aiello, especialista en Ciencias Meteorológicas y
director de GEA que «otro indicador que muestra la entrada en
acción del fenómeno y que llama la atención es que las tormentas
de esta semana coinciden con la zona de mayor impacto de El Niño
en la Argentina».
En la zona núcleo las medias estadísticas de noviembre, que
indicaban promedios en torno a los 100 y 110 mm ya quedaron atrás,
reportó GEA el viernes.
Por lo que a diez días de cerrar el mes había acumulados de 156
mm en Godeken, localidad santafesina del departamento de Caseros
y María Teresa, y 150 mm en Maggiolo, en el sur de Santa Fe.
Las lluvias acumuladas de noviembre, en 17 de las 35 estaciones
meteorológicas de la BCR se superaron con facilidad los 110
mm.
El otro dato que resulta inquietante es el promedio acumulado
anual de todas las estaciones de región núcleo: 1030 mm: los
mayores están en el sur de Santa Fe y este de Córdoba
con valores entre los 1100 y 1300 mm.
Aiello también alertó que hay que estar preparados para un
verano con lluvias convectivas importantes y que no hay que
descartar pulsos de calor intensos durante enero y febrero.
Pero ya hubo catástrofes: se registraron pérdidas «totales» por
«granizo» en San Gerónimo, Arequito, Carcarañá, Casilda, Pujato,
Roldán, Funes, y Andino, entre otras que conforman la
desafortunada lista de localidades por la que la tormenta dejó una
franja de devastación.
La fortísima granizada que circundó a Rosario dejó lotes ciento
por ciento perdidos de sojas, maíces y trigos, y estos últimos
aguardaban la cosecha.
Según el informe semanal del Instituto de Clima y Agua del
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), los modelos
de pronósticos indican que la tendencia es la continuación del
fenómeno durante lo que resta de la primavera y a lo largo del
verano 2016.
Carlos Di Bella, director del Instituto de Clima y Agua sostuvo
que «el fenómeno implica una influencia científicamente
probada sobre el sudeste de Sudamérica: Sur de Brasil, Paraguay,
Uruguay, sector mesopotámico argentino y región pampeana».