Isela Costantini, CEO de General Motors para Argentina, Paraguay y Uruguay fue elegida entre las mujeres más influyentes del mundo.

Cuando, en 2009, General Motors presentó su nuevo modelo de negocios –la nueva GM, como se apodó a la empresa luego del pedido de quiebra en los Estados Unidos–, Isela Costantini era la encargada de planificar y decidir qué productos entrarían a la región, que de pronto se había transformado en “muy relevante” para la automotriz, con Brasil a la cabeza.

Lo que en aquel momento no supuso la ejecutiva era que, cuatro años después, justo el tiempo que lleva el proceso de lanzamiento de un auto, sería la responsable de una filial y la encargada de presentar, en este caso en la Argentina, todos esos modelos que, como líder de Planeamiento, había pensado para la región. Con el plus de que entre uno y otro puesto pasó por Posventa, una función que la ayudó a conocer mucho más al cliente.

Con estas credenciales , la primera mujer que llega a liderar una automotriz en el país y la primera ejecutiva argentina en integrar el famoso ranking de la revista Fortune de las mujeres más influyentes del mundo –un reconocimiento que nunca se imaginó–, afirma que los números no la asustan y, menos aún, los retos. Romper marcas es su especialidad. Y para ello tuvo un fuerte entrenamiento, no solo dentro de GM. “Hice atletismo toda mi vida y peleaba contra mi propio tiempo”, recuerda la CEO, que llegó a ser campeona sudamericana en vallas.

“Uno no sabe cuál es su límite, cuál es su potencial. Y por qué limitarnos a desarrollar un solo aspecto”, se pregunta Costantini, que desde chica se hace este planteo. “Una pregunta que me hacía, por ejemplo, era por qué usamos sólo la mano derecha o la izquierda. Por qué no usar las dos”, cuenta.

Esta misma actitud la llevó a dejar su exitosa carrera en el área de Marketing, su especialidad, su zona de confort, para pelear por un cambio a Manufactura. “La experiencia de estar en varios sectores te ayuda a entender todos los lenguajes, las dificultades y los desafío de cada área, y poder tener una perspectiva diferente, la perspectiva del otro, para ayudarnos mutuamente”, reflexiona.

De ahí que lograr el primer puesto en producción o en ventas, asegura, no es la meta de Costantini, que se define como una peleadora nata –“me gusta pelear y que me enfrenten”, asegura. Su objetivo: poder dejar un legado más allá de su mandato. “Los mejores líderes son los que dejan un legado a futuro”, asegura la ejecutiva y agrega que le fascina poder resolver conflictos. .

“Si bien soy agresiva, creo que las cosas que he resuelto las he hecho con consenso”, reflexiona Costantini, acostumbrada a balancear la vida laboral con la personal, con dos hijos y un marido brasileño –también ejecutivo de GM– que durante la semana vive en Brasil.

Fuente: APERTURA

Escribe: Juliana Monferrán jmonferran@apertura.com