El respeto en cualquier ámbito social, resulta imprescindible para que toda sociedad funcione de manera ordenada.

Sin embargo, se está dando en nuestra ciudad el caso de una inspectora de tránsito que no encuentra los tan preciados límites para no salirse de control.

Se dice que esta joven muchacha  gusta mucho de utilizar improperios para dirigirse a las personas y una situación muy particular se habría generado hace unos días cuando un patrullero debió salir con prisa para prestar servicios en un accidente, teniendo que soportar sus tripulantes -funcionarios policiales- los descarados insultos de la inspectora de tránsito, descontenta por tener que asistir a frenar el tránsito y de esa manera facilitar la salida de los vehículos de emergencia.

Días más tarde la misma jóven protagonizó otro incidente, recurriendo nuevamente a los insultos para dirigirse a quienes trataban de razonar con ella cuando se encontraba cortando el tránsito para evitar un congestionamiento en una de las arterias céntricas.

Es evidente que esta persona no disfruta su trabajo y que este le constituye una carga muy dificil de llevar adelante, más aún cuando no se cuenta con la experiencia y capacitación necesaria.
Por sobre todas las cosas es más evidente aún que tampoco cuenta con la buena voluntad y la educación que cualquier persona debería poseer.