La tortícolis es una afección, aguda o crónica, caracterizada por una inclinación de la cabeza sobre el cuello, que ocasiona una postura defectuosa, involuntaria, permanente o intermitente y, en general, dolorosa.

Etimológicamente el término tortícolis viene del francés y significa «dolor de los músculos del cuello». Fue acuñado por el escritor y médico François Rabelais, quien lo formó del latin Tortum (torcido) y Collum (cuello).

Se define como una contracción prolongada de los músculos cervicales, en especial del ecmo (esternocleidomatoideo), que produce inclinación del cuello, posición anormal de la cabeza, dolor y pérdida de la movilidad articular.

Especialistas coinciden en que esta dolencia tiene diferentes orígenes, como pueden ser movimientos bruscos del cuello, una lesión traumática, dormir en una posición incómoda, lesiones musculares del cuello, al nacer o una hernia de disco a nivel cervical.

Y lo más llamativo es que en su mayoría, las personas que consultan por dolor de cuello presentan una o más subluxaciones en la columna cervical, que no son más que desalineamientos de las vértebras.

«LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS QUE CONSULTAN POR DOLOR DE CUELLO PRESENTAN UNA O MÁS SUBLUXACIONES EN LA COLUMNA CERVICAL»

«Por este motivo resulta indispensable la detección, análisis y corrección de dichas subluxaciones vertebrales«, consideró el quiropráctico Marcelo Barroso Griffiths (Matrícula 9784), quien enfatizó que «de esta manera se logra alinear toda la columna y beneficiar al paciente no sólo mediante la resolución de dolores musculares sino también al permitir ampliar las posibilidades del organismo de gozar de un mayor potencial de funcionalidad al liberar la presión sobre los nervios, ya que la causa más frecuente es una irritación de los nervios cervicales, por lo que secundariamente aparece una contracción o espasmo de los músculos del cuello».

¿Tortícolis emocional?

El cuello es la parte del cuerpo que soporta la cabeza. Este nexo entre el cuerpo y la mente es también el puente que permite a la vida manifestarse, representa la flexibilidad, la adaptabilidad y la dirección anticipada.

«Todo lo que da la vida pasa por el cuello: el aire, el agua, los alimentos, las circulaciones sanguínea y nerviosa. Une la cabeza con el cuerpo y permite la libre expresión», analizó Barroso Griffiths y enfatizó: «Si tengo dificultad en ‘tragar’ mis emociones, si las reprimo, esto puede crear una tensión en el nivel de mi cuello en donde se halla el centro de energía. Como el cuello es una de las partes flexibles del cuerpo, todo problema en él denota inflexibilidad en la persona que lo padece».

Asimismo, cuando una persona se halla emocionalmente ansiosa tiende a contraer los músculos que unen la cabeza con los hombros y tensiona toda la musculatura que va desde la nuca hasta la parte más elevada de los hombros.

Esta zona, suele recibir así gran tensión en los momentos en los que contenemos nuestra agresividad.

Según el licenciado en psicología Enric Corbera, «las vértebras cervicales están relacionadas con la comunicación verbal». De esta forma -según él- «podemos tener dolencias en esta zona cuando sentimos impotencia ante un sentimiento, o ante una situación, o bien por tener que ‘bajar la cabeza’ frente a algo, o alguien».

«CUANDO UNA PERSONA SE HALLA EMOCIONALMENTE ANSIOSA TIENDE A CONTRAER LOS MÚSCULOS QUE UNEN LA CABEZA CON LOS HOMBROS»

Bloqueo emocional

-Si tenemos la sensación de que nos pesa la cabeza, está muy relacionado con el control sobre la vida, nuestros actos y los de los demás.

-Si sentimos miedo a perder el control de nuestra propia censura y mostrarnos tal cual somos.

-En ocasiones, el peso en el cuello, nos dice que nuestra voluntad fue disminuida ante los demás, el tener que aceptar una situación con la que no estamos de acuerdo y que nos hace sentir culpa.

El cuello es el centro de la voluntad, del poder y de la expresión, los dolores en esta área están asociados a estos ámbitos y su debilitamiento.

-Cuando el cuello impide girar la cabeza a un lado y otro, el bloqueo emocional manifiesta «inflexibilidad» en la persona que lo padece, y tiene que ver que la persona no quiere hacer frente a una situación, porque no la puede controlar como quisiera, y tiene miedo de ver o escuchar lo que pasa.

-La presencia de este padecimiento indica la razón por la cual no queremos hacer frente a la situación que nos molesta y cómo esta actitud mental nos lleva a ponernos rígidos y no ayuda a encontrar una solución.

-Si la rigidez impide girar la cabeza de izquierda a derecha podemos empezar por preguntarnos a quién o a qué nos negamos a decir «no».

-Si el dolor nos impide expresarnos, por nuestra inflexibilidad y obstinación, nuestro cuerpo está diciendo que lo mejor es decir «sí» o «no» con sinceridad, de acuerdo a esa persona o situación.

¿Qué situación quiero controlar y por qué? ¿Qué no quiero aceptar? ¿Qué no quiero ver? En nuestras manos está escuchar a nuestro cuerpo.

Paso a paso, qué hacer ante un cuadro de tortícolis

Contra la inflamación

Si el cuello está inflamado, colocar hielo en una toalla y ponerlo sobre el cuello para conseguir que baje la inflamación y disminuya el dolor. Hacerlo exclusivamente sobre las vértebras.

Ahora, si la tortícolis es por un «golpe» de frío, manejarse con calor, en ambos casos tener cuidado de no exagerar la exposición por los elementos nobles circulatorios que pasan por la zona para así no derivar en otras complicaciones.

Una buena postura

Intentar mover el cuello lo menos posible. Aunque existen ejercicios de contrarresistencia, que ayudan progresivamente, estos deben ser brindados por un profesional correctamente formado. No hacer movimientos bruscos. Quienes tienen que pasar gran parte del día sentado frente a la computadora, intentar mantener siempre la espalda recta y situar el monitor a la altura de la vista para no tener que mover el cuello.

Contra el frío

Proteger el cuello utilizando una bufanda o un pulóver de cuello alto que eviten que el frío penetre en el cuello, ya que puede perjudicar aún más el estado de la tortícolis.

Una buena almohada

Dormir con una almohada cervical para cuidar la zona, y evitar que los dolores aumenten, la misma debe tener una altura de manera tal que al colocarte de lado en la cama, la cabeza no se caiga porque es baja la almohada o quede alta, por lo mismo, en líneas generales debe seguir la línea de columna.

Tener cuidado al levantar objetos

Doblar las rodillas y mantener la espalda recta con las piernas abiertas, en lo posible, encima del objeto. Para subirlo, tenerlo lo más cerca posible del cuerpo.

Sentarse en una silla firme y en una posición correcta

La espina dorsal también incluye los huesos que están en la base del cráneo, si no tiene el soporte adecuado, habrá más posibilidades de padecer dolores en la zona del cuello y hombros.

Ejercicios que ayudan

Sentado. Espalda pegada al respaldo de la silla. Inspirar. En cada espiración flexionar la cabeza, bajando cada vez más vértebra por vértebra. Se debe intentar flexionar la espalda sólo hasta la parte media. La zona lumbar debe quedar siempre en contacto con el respaldo. Volver lentamente vértebra por vértebra.

De pie. Colocar una mano sobre otra justo por encima de la cabeza. Mantener el cuello estirado llevando la cabeza hacia arriba con la barbilla paralela al suelo. Inspirar subiendo un hombro y luego el otro. Espirar bajando el primer hombro y a continuación el otro.

Girar la cabeza hacia los dos lados. En una posición recta, mover la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro, repetir 10 veces. Después, inclinar la cabeza hacia delante también 10 veces.

Colocar las manos cruzadas por detrás de la cabeza. Poner las manos cruzadas por detrás de la cabeza y deja caer el peso de las manos y la fuerza de la gravedad para que la cabeza caiga poco a poco. Quedarse en esta posición unos minutos.

Mirando hacia la rodilla. Mirando hacia la rodilla derecha, poner la mano derecha sobre la nuca e inclinar un poco la cabeza. Es muy importante no levantar el hombro izquierdo. Repetir el ejercicio del lado contrario.