Palizas bestiales, insultos constantes y un imperdonable maltrato son solo algunos de los denominadores comunes en las tristes historias de ambas niñas, cuyas vidas habrían terminado, paradójicamente, en manos de las mismas mujeres que las trajeron a este mundo: sus madres.

En una entrevista con Infobae, el doctor Daniel Alejandro Navarro – jefe de sección del hospital psiquiátrico Borda, médico consultor  en  psiquiatría y psicología médica, y especialista en medicina legal forense- explicó que el maltrato infantil es un claro indicador de un trastorno psiquiátrico en las personas que lo ejercen y denota una incapacidad para ejercer la función materna, al tener que acudir a la violencia física para intentar educar a los niños, que terminan siendo víctimas de agresiones que les generan problemas emocionales graves.

«Hasta hace pocos años el castigo corporal era considerado una técnica de educación que se usaba hasta en las escuelas. Hoy sabemos que es imposible educar con la violencia y el terror,  y esa conducta está penada por la ley. La capacidad de matar a una hija ocurre en circunstancias extraordinarias, por eso la conmoción que provoca este tipo de noticias, ya que lo habitual y esperable es cuidado y protección por parte de la madre hacia sus descendientes», explicó el doctor Navarro.

«Estas mujeres se encuentran en las fronteras de la normalidad, con graves trastornos de la personalidad, que si la asociamos con el abuso de alcohol -como en el caso de la mamá de Priscila- nos topamos con un sujeto con incapacidad para relacionarse afectivamente, violento, agresivo, sin control de los impulsos. En este caso, el alcohol parece haber sido el  gran auspiciante de esta muerte. El alcohol -esa droga de venta libre y promocionada por  televisión que nos asegura un encuentro amoroso con el otro- en este caso, y en la vida real, es el encuentro con la muerte, propia, de terceros, o, como en este caso, de nuestros hijos«, indicó el especialista.

Pero, ¿éstas mujeres pueden ser declaradas inimputables en juicio o saben realmente lo que están haciendo? Navarro aseguró que la declaración de inimputabilidad no se corresponde con un acto o con un cuadro psiquiátrico, sino que surge de evaluar que en el momento del hecho la persona  no  haya podido  -ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconsciencia, error o ignorancia de hecho no imputables- comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones.

«El punto es si comprendía o no lo que hacía. Si una persona realiza un acto homicida y luego elabora un plan para eliminar el cuerpo y las huellas que lo comprometen,significa que comprende el acto que ejecutó y las consecuencias jurídicas del mismo que intenta evadir, lo cual la ubica como alguien con capacidad para comprender el delito cometido», sostuvo el profesional. Pero antes de llegar al terrible extremo de matar a una hija, estas madres dan claras señales de peligrosidad, indicios a los que el otro progenitor o alguien del entorno familiar, escolar o social deben estar atentos para saber si un menor puede estar siendo maltratado o golpeado.

«Los pediatras de las guardias de los hospitales -donde los chicos son llevados después de una golpiza- deben constatar que las lesiones sean compatibles con  el accidente denunciado. Ante incongruencias en el relato de los padres o del menor, un historial de frecuentes traumatismos o supuestos accidentes o lesiones no compatibles con lo denunciado, el galeno debe realizar la denuncia correspondiente para que se investigue si hubo maltrato«, advirtió el doctor Navarro. En el ámbito escolar, los maestros deben estar atentos a los niños que concurren a clase si presentan lesiones corporales o sufren accidentes frecuentes. En la comunidad, los vecinos que escuchan los gritos del menor, presencian escenas de violencia hacia ellos o los observan con lesiones a repetición deben realizar la denuncia correspondiente ante el organismo indicado: en la oficina de Violencia Familiar del Poder Judicial, en una comisaría o en un juzgado de menores.
Infobae también entrevistó al doctor Juan Eduardo Tesone, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de la Sociedad Psicoanalítica de París; quien dirigió durante once años un centro de psicoterapia de niños y adolescentes que habían padecido violencias físicas y/o sexuales en la capital francesa y autor del libro En las huellas del nombre propio. El psicoanalista aseguró que el tan mentado instinto materno no existe y que ser madre no es una institución, sino una función que consiste en brindar al niño afecto, cuidado y protección, permitiéndole desarrollarse en la armonía y en la tranquilidad de dicho cuidado.
«No siempre los padres biológicos o,  eventualmente los adoptivos, tienen dicha capacidad.Socialmente se piensa en ellos como si fuera natural que les brinden amor a sus hijos. Pero lamentablemente el odio hacia su propia descendencia puede existir y es más frecuente de los que se  piensa», afirmó el profesional. «Los sentimientos ambivalentes pueden existir pero, obviamente, esto no quiere decir que se llegue a un crimen. Muchas veces el niño adquiere un valor persecutorio para el adulto que, o bien no tolera el llanto del pequeño, o, desde su delirio, piensa que pone en riesgo su propio equilibrio psíquico».
Para el doctor Tesone se produce un malentendido extremo entre la demanda del niño y la respuesta del adulto, que solo lo es cronológicamente, y que puede tener una gran carencia afectiva y un psiquismo rudimentario, con escasa capacidad simbólica. «Cuando el niño llora -desde la vivencia de ese tipo de adultos- cuestiona su capacidad para criarlo, y desde estructuras de personalidad muy narcisistas y frágiles, se puede vivir ese llanto como un riesgo que amenaza su equilibrio. A veces, los padres intentan ahogar el llanto del chico en la medida que lo viven como un ataque a su propia integridad psíquica. El grito del pequeño es vivido como un riesgo para su precario andamiaje narcisístico. Ese tipo de adultos vive el llanto o, a veces, la mirada de un niño desde un delirio de persecución«, finalizó.