Es tiempo de compras,  tiempo de descuentos, de corridas agotadoras, de shoppings abarrotados de gente desesperada por los descuentos navideños y por las ofertas de última hora  Es «Christmas time». Las fiestas movilizan, hacen sentir las ausencias: es tiempo de balance y, además, de comprar, comprar, comprar  y comprar.

«Un padre angustiado me cuenta que su hijo le pidió para estas fiestas una consola con un sensor de movimiento, cara pero la mejor. Su hijo tiene cinco  años, este aparato es de lo más oneroso del mercado y el hombre no puede pagarlo. Intento decirle que angustiarse por eso es validar una escala de valores de la que yo, como profesional y como padre que soy, entiendo como un disparate. ¡Hay tantas cosas que sí puede regalarle a su hijo!», expresó en diálogo con Infobae el Lic. Alejandro Schujman, autor de los libros «Es NO porque YO lo digo. Padres rehenes de hijos tiranos» y de «Generación NINI, jóvenes sin proyectos que NI trabajan NI estudian».

«Vivimos en la era de la acumulación, las habitaciones de los niños atestadas de juguetes, consolas y chips que pronto dejarán de ser novedad y pasarán a retiro. Quisiera ver la publicidad de un «gift card» que diga:»Vale por una hora de juego en la plaza con papá» o «Cámbiese por una tarde de mate y pesca, armar autitos con plastilina, guerra de canciones, mimos a la mañana…»¿Cuánto vale eso señor juguetero? No tiene precio, para todo lo demás, existen las tarjetas de crédito y otras formas de pago», indicó el Lic. Schujman.

El especialista consultado contó que mientras escribía su primer libro hizo una encuesta con pacientes donde les preguntaba por los tres recuerdos más preciados de la infancia. Nadie incluyó una consola de videojuegos, o un viaje a una playa paradisíaca o un castillo de princesa para muñecas. Entre los recuerdos imborrables de los encuestados estaba: el primer asado que su padre  le dejó hacer solo, ir a pescar con su tío preferido, haber sacado la sortija de la calesita, el sabor de los mates de su abuelo.

«La esencia de los chicos, a  pesar de la hiperconectividad sigue siendo la misma. Ninguna maquina remplaza a los abrazos. En estas fiestas pongamos en el arbolito tiempo de comunicarnos, de jugar, de compartir afecto. Un ejemplo autorreferencial: el próximo domingo termina un campeonato y si el San Lorenzo de mis amores sale campeón, tendré la dicha de festejar junto a mis hijos. Si no lo logramos, nos consolaremos mutuamente, que el sufrimiento cuando uno está con los que quiere se soporta mejor, y esperaremos revancha», afirmó el experto. «Recuperemos el espíritu de estar juntos. Son aquellas pequeñas cosas, las que no dependen del bolsillo, sino del alma».