ciber2EL CRIMEN DE MICAELA ORTEGA, LA NENA DE 12 AÑOS QUE CONOCIÓ A SU PRESUNTO ASESINO -DE 26 AÑOS- A TRAVÉS DE FACEBOOK, SE ENMARCA EN UNO DE LOS MAYORES RIESGOS A LOS QUE ESTÁN EXPUESTOS LOS MENORES DE EDAD EN INTERNET: EL CIBERACOSO SEXUAL.

«En muchos casos, los pedófilos se camuflan como un amigo en común en redes sociales y hablan de las cosas que los niños hablan, seduciéndolos con cosas que les gustan», explicó a Télam Sebastian del Prado, investigador en seguridad informática.

«Argentina no está exenta» de los casos de ciberacoso sexual, informó del Prado, que participará como orador en la cuarta edición de la conferencia de ciberseguridad «Andsec», que se desarrollará el 4 y 5 de junio en la ciudad de Buenos Aires.

Según explicó, los distintos organismos municipales, provinciales y nacionales suelen colaborar con entidades internacionales para desbaratar a los delincuentes en el país.

Ese es el caso del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires, que creó en noviembre de 2012 la primera Fiscalía Especializada en Delitos Informáticos del país, con competencia única en el caso; un año después, firmó un convenio con el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (Ncmec), con sede en Estados Unidos.

El Ncmec es una organización sin fines de lucro que trabaja con organismos policiales, las familias y los profesionales que las asisten en temas relacionados con la desaparición y la explotación sexual de menores.

«En muchos casos, los pedófilos se camuflan como un amigo en común en redes sociales y hablan de las cosas que los niños hablan, seduciéndolos con cosas que les gustan»
Sebastián del Prado, investigador en seguridad informática
Esta organización obtuvo autorización para establecer la CyberTipline, un procedimiento que proporciona un mecanismo centralizado donde los proveedores de servicios de Internet informan sobre actividades sospechosas relacionadas con la explotación sexual de los niños, informaron fuentes de la Fiscalía a Télam.

Desde 1998, CyberTipline ha recibido más de 2,3 millones de denuncias sobre la supuesta explotación sexual de menores.
El «groomer», explicaron desde la Fiscalía, intenta contactar vía Internet a menores bajo una falsa identidad para obligarlos a desnudarse o y sacarse fotos o grabar videos y enviárselos.

Generalmente, tienen además archivos de todas sus víctimas y un registro del proceso de seducción a las que fueron sometidas.
«Ambas conductas pueden desembocar en el abuso sexual infantil», explicaron las fuentes.

Si bien la cuestión tecnológica no es causante del grooming, la facilidad de acceso a las plataformas de comunicación facilita los vínculos con personas desconocidas, y es común que los padres se encuentren sin herramientas a la hora de aconsejar a sus hijos.

La organización Espacio Seguro, orientada a la concientización y la seguridad informática, recomienda que la computadora del hogar se ubique en un lugar de paso frecuente, y nunca en espacios cerrados; y que los menores no den detalles privados (edad, domicilio, escuela, horarios) a personas desconocidas y, si es necesario brindar esos datos, que lo hagan siempre con la participación de un adulto.

«Es muy importante que los padres mantengan una conversación abierta y franca con sus hijos, les adviertan sobre los peligros a los que se exponen, y los acompañen durante sus primeros contactos en las redes sociales», señaló a Télam Pablo Romanos, ingeniero en Electrónica y fundador de Espacio Seguro.

La ONG recomienda además que los chicos tengan siempre presente la importancia de mantener privadas sus cuentas antes de subir contenidos en la web, así como evitar dar clic a cualquier enlace sin antes analizar de dónde o de quién proviene.

También es necesario cambiar periódicamente las contraseñas y utilizar reglas nemotécnicas para recordarlas.

La ONG aconseja instalar un antivirus que esté siempre actualizado y un software de control parental.

Asimismo, recomienda destruir físicamente documentos con información confidencial (resúmenes de cuenta, boletas de servicios, etc.), antes de arrojarlos a la basura, ya «que es una de las formas frecuentes de robo de identidad».

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