Catherine, de cuatro años, mira televisión sentada en el sillón de su casa y de repente aparece una mujer de tono enérgico, frente a un micrófono, celebrando el aumento del consumo de la gaseosa más vendida del mundo. Gira su cabeza y sin titubear le dice a su mamá:

– Viste má, no es tan malo tomar Coca.

Pocas figuras tan desafortunadas desde la perspectiva de la nutrición infantil como la idea de asociar el aumento del consumo de gaseosas a una mejora del estatus social en la vida económica de un país. Y es cierto que tampoco es una idea nueva, ni local. En su última cadena nacional, desde la localidad bonaerense de Berazategui, la presidente Cristina Kirchner festejó «que los argentinos más humildes ahora pueden consumir más Coca Cola que en el 2003».

El comentario adquiere más relevancia cuando conocemos que la Argentina tiene la tasa de consumo de gaseosa más alta de América Latina y que los chicos argentinos casi no tomanagua. Y que según las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre crecimiento Infantil y malnutrición, Argentina presenta el mayor porcentaje de obesidad infantil en niños y niñas menores de cinco años en la región de América Latina con un 7,3% de prevalencia.

El problema tampoco se agota en la retórica que utiliza la presidente. Se potencia cuando la estadística global avala que las sociedades contemporáneas que registran un aumento de su PBI per cápita también se asocia un aumento del consumo de bebidas azucaradas. Así surgió una especie de nuevo indicador económico del siglo XXI: el índice Coca Cola.

Más agua, por favor

¿Cómo transformar el agua en una bebida más disponible entre los argentinos? Y como contracara del mismo tema: ¿Qué están percibiendo los jóvenes de las bebidas azucaradas? Ya no sólo se las «liga» a una cuestión de modernidad y juventud; sino que lo más preocupante es que no se advierte «el factor de peligro» que es el consumo sistemático de azúcar, por ejemplo para el desarrollo de enfermedades como la obesidad y diabetes.

En diálogo con Infobae, el doctor Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (CESNI) puntualiza: «La contracara más alarmante del aumento del consumo de las bebidas azucaradas es que se asocia directamente a la presencia y aumento de la obesidad infantil».

«Frente a este panorama desde el CESNI hace varios años que estamos investigando en detalle el consumo de aguas y bebidas en la población. Hoy los niños y adolescentes casi no toman agua. Y de cada diez actos de ingesta de líquidos, sólo dos son de agua».

Refuerza Carmuega: «El setenta y cinco por ciento de los que consumen bebidas azucaradas son niños y adolescentes. Es esencial, empezando por la mesa familiar que es «donde ocurre» la mayor ingesta del día de bebidas -mediodía y cena- promover hábitos saludables de hidratación. Y luego seguir en el resto de los ámbitos de tránsito de un niño y joven: la calle, la escuela y los lugares públicos como los bares y restaurantes».

El tema se complica aún más cuando a este escenario fáctico sobre cómo se hidratan los chicos argentinos le sumamos hábitos que la sociedad argentina ya ha naturalizado:

¿Por qué en los restaurantes o confiterías no ofrecen vasos o una jarra de agua como bebida de inicio o cortesía antes de la comida? ¿Por qué perdimos el hábito de los bebederos en la calle y en lugares públicos para garantizar el acceso al agua? ¿Por qué las escuelas en general hacen tan poco por poner a mano los bebedores o containers de agua? ¿Por qué se confunde el debate profundo y que hay que dar sobre el cuidado de un recurso tan preciado como el agua y el acceso al agua para la población por sobre la oferta de bebidas azucaradas?

Cada vez que un niño argentino, elige un líquido para hidratarse durante el día; en sólo dos ingestas toma agua. En el resto, consume bebidas azucaradas entre las que se incluyen jugos y gaseosas.

La letra chica del estudio

La serie de investigaciones que llevó adelante el CESNI se llama HidratAR. La segunda edición -HidratAR II- se conoció hace muy pocos días y es a la que tuvo acceso Infobae.

Dice el doctor Carmuega del CESNI: «En el primer estudio (HidratAR I, 2009) habíamos demostrado que el cincuenta por ciento del consumo total de líquidos es aportado por infusiones y bebidas con azúcar. Hoy en el segundo estudio (HidratAR II, 2012) que se hizo en las principales ciudades del país se pudo explorar un paso más: ¿Cuáles son las razones que vinculan la elección de una bebida?

En HidratAR II se realizó un estudio transversal nacional llevado a cabo durante los meses noviembre y diciembre de 2012 entre 1.362 hombres y mujeres de 3 a 69 años, residentes en los centros urbanos con más de 280 mil habitantes.

EL APORTE ADICIONAL DE CALORÍAS EN BEBIDAS E INFUSIONES PUEDE CONTRIBUIR A DISMINUIR LA CALIDAD GLOBAL DE LAALIMENTACIÓN Y SER UN FACTOR DE RIESGO DE OBESIDAD.

¿Cómo se conforman los patrones de consumo a lo largo de la semana?

El estudio demuestra que menos del 6% de la población ingiere predominantemente agua (es decir de una manera habitual en más del 70% de sus consumos), y que un 63% elige regularmente infusiones y bebidas con azúcar. El 31% restante tiene un patrón variado mezclando bebidas azucaradas, saborizadas y agua.

Entre las motivaciones que llevan a las personas a elegir qué bebidas consumen, el documento del CESNI lo clasifica en dos grandes grupos. El primer grupo abarca las razones funcionales: salud y nutrición («estar más sano», «sentirse más saludable»); y el segundo, se refiere a las motivaciones emocionales: placer individual («darse un gusto») y placer social («compartir o sentido de pertenencia»).

 

 

María Elisa Zapata investigadora científica del CESNI y responsable de la investigación HIDRATAR II precisa: «Lo interesante es que no hubo mayores diferencias en las razones ni funcionales, ni emocionales por las que se escoge tomar una bebida con y sin azúcar. Esto marca claramente que no hay una valoración especial sobre el papel del agua y sus diferencias con las bebidas azucaradas».

Solamente el 17% de los consumos de líquidos de los niños en la semana fueron de agua, y más del 75% fueron bebidas con diferentes tenores de azúcar. Principalmente, acompañando el almuerzo y la cena.

LOS NIÑOS CONSUMEN MÁS FRECUENTEMENTE BEBIDAS AZUCARADAS CUANDO SUS PADRES PARTICIPAN DE LA DECISIÓN.

Refuerza Zapata: «Existe una clara asociación en el placer social de las bebidas azucaradas probablemente por el efecto de su comunicación publicitaria. Un hábito saludable se inculca desde la infancia promoviendo entre otras varias conductas la hidratación con agua dejando para un uso ocasional a las bebidas e infusiones azucaradas».

Quién elige la bebida

El doctor Esteban Carmuega agrega: » La presencia de los padres no modifica la elección que los niños realizan de las bebidas azucaradas. Cuando los niños deciden por su cuenta qué tomar, en un 24% de las ocasiones eligen agua mientras que cuando participan los padres en la decisión desciende a menos del 17%. Esta situación es una oportunidad perdida de conformar hábitos saludables que puede revertirse con un papel más activo de las familias».

En cuanto a los adolescentes, en el estudio HIDRATAR II la conducta presentada fue bastante similar, mientras que en los adultos se ve una mayor participación de las bebidas con sabor pero sin azúcar (25%), contra un 20% de agua y un 55% compuesto por las bebidas e infusiones azucaradas.

El doctor Carmuega precisa: «Este estudio nos muestra que prácticamente ha desaparecido el agua de la mesa de los argentinos, sobre todo si tenemos en cuenta que los momentos de mayor consumo de bebidas son el almuerzo y la cena. Un hábito saludable se inculca desde la infancia promoviendo entre otras varias conductas la hidratación con agua dejando para un uso ocasional a las bebidas e infusiones azucaradas».

Los especialistas en nutrición infantil alientan la vital importancia de los primeros mil días del niño que abarcan desde la gestación hasta los primeros dos años de vida; porque van a fundar el desarrollo pleno de su salud. Allí la puesta en valor el agua como fuente principal de hidratación es clave.

Cómo fomentar el consumo de agua en los más chicos

  • Incluir el agua en los encuentros sociales, partiendo de su presencia en la mesa. Asegurarse de que esté levemente fresca así ofrece mejor sabor.

  • Tener en cuenta el aporte calórico de las bebidas azucaradas. Considerarlas como una excepción: trabaje en familia el hábito de tomar agua.

  • Al elegir otras alternativas de bebidas, que éstas sean sin azúcar o reducidas en azúcar.

  • Estimular a los niños a elegir agua, transformándolo en un hábito, priorizando los beneficios que tiene respecto de otras bebidas.

  • Usted también beba agua, debe pregonar con el ejemplo. Sus hijos no van a elegir agua si ven a sus padres optar por otras bebidas.